En tu familia, amigos, compañeros, desconocidos… ¡siempre es posible!

Todos los días en todo lugar hay muchas oportunidades para hacer lo bueno. Lo difícil es vencer el egoísmo y dar a quien nunca pagará el favor.

Te voy a decir qué puedes hacer, pero lo más importante es que estés convencido de que pase lo que pase te propongas no cobrar la ayuda o el favor que hagas. Romanos 12 será nuestra guía:

1. Hacer lo bueno es tener un concepto correcto de ti mismo.

Si te crees más que los demás nunca podrás hacer algo desinteresadamente. A veces, creyendo que hacemos un bien, lo hacemos realmente por nosotros mismos, para sentirnos mejor o más bueno que otros. ¿Cómo saber que eso te está pasando? Si haces algo bueno y no resistes las ganas de divulgarlo haces cosas buenas solo por vanidad, no por hacer el bien.

Digo, pues, a cada uno de ustedes por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros pero todos los miembros no tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo pero todos somos miembros los unos de los otros. 

2. Hacer lo bueno es poner a trabajar lo que Dios te dio.

A cada uno Dios nos ha equipado con lo que nos hace únicos. Tú tienes tus propias habilidades, capacidades, lo que has vivido, lo que has estudiado, en lo que has hecho en la vida te hace ser, pensar y actuar de una manera especial, y además te ha dado dones espirituales.

Dios te ha dado algo a ti y, sea lo que sea, es tu responsabilidad ponerlo a trabajar para ser de bendición a otros. Nadie más lo hará por ti, pues se trata de tu vida y de cómo Dios te usará como su brazo, como su mano, como su mente, como sus brazos… bueno, ya tienes la idea.

De manera que tenemos dones que varían según la gracia que nos ha sido concedida: Si es de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; si es de servicio, en servir; el que enseña, úselo en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que comparte, con liberalidad; el que preside, con diligencia; y el que hace misericordia, con alegría.

3. Hacer lo bueno es amar a otros; amar el bien

Buscar el bien y hacer el bien a otros no ocurrirá por tu fuerza de voluntad o porque seas una persona muy buena, es resultado de la transformación que Dios hace en nosotros. De hecho, hacer el bien no es el propósito de la vida cristiana, ¡es adorar a Dios! Nos reconciliamos con él para amarle porque él nos ha amado y, porque él nos ama, ¡podemos amar a quien sea bajo cualquier circunstancia!

El Señor nos da más y más de él no solo para amar a quien no lo merece (porque nos amó sin merecerlo), también aprendemos a aborrecer lo malo y amar lo bueno. Debemos comenzar por aborrecer lo malo que hay en nosotros, entonces crecerá nuestra disposición por amar a Dios. Si él ama el bien, será más fácil que lo hagamos, no solo porque lo amamos, sino porque también nos hace renacer.

El amor sea sin fingimiento, aborreciendo lo malo y adhiriéndose a lo bueno: 10 amándose los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndose los unos a los otros; 

4. Hacer lo bueno es hacer lo que tenemos que hacer

Hacer el bien, como he explicado, es una consecuencia de vivir reconciliado permanentemente con Dios. Será natural hacer lo que nos toca y cumplir con nuestras responsabilidades, seamos hijos, padres, esposos, empleados, jefes… ¡diligentemente!

¿Qué provoca que nuestro espíritu sea constante y que arda de manera que siempre tengamos las intenciones, motivaciones y pensamientos correctos para perseverar en la fe? ¡Servir al Señor! Cuando sabemos quién es él y quiénes somos nosotros es una respuesta natural presentarnos a nosotros mismos como ofrendas vivas para él. De esta manera haremos lo que es preciso hacer.

11 no siendo perezosos en lo que requiere diligencia; siendo ardientes en espíritu, sirviendo al Señor; 

5. Hacer lo bueno es tener la actitud correcta

Cuando no estamos en comunión con Dios hacemos lo opuesto de lo que se supone deberíamos hacer. Tenemos esperanza, pero cualquier cosa nos roba el gozo. Estamos atribulados y sufrimos por nuestra impaciencia. Oramos, pero solamente cuando estamos en problemas y somos inconstantes.

Tener la actitud correcta es que la esperanza produce gozo que nunca se acaba; que la tribulación nos hace pacientes para soportarla; y que la oración se ejercita de manera constante. No hay de otra.

12 gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración; 

6. Hacer lo bueno es ser hospitalarios

En los últimos años mi esposa y yo hemos hospedado a muchas personas en casa. Varios de ellos han sido siervos de Dios que necesitan ayuda, pero otros más no. Son simplemente personas a las que podemos amar de esta manera y, al mismo tiempo, aprovechamos para serles de bendición escuchándolos y aconsejándolos.

Recibir gente en casa ha sido una maravillosa manera en la que Dios ha trabajado con mi egoísmo, pues compartir la intimidad de tu hogar con extraños que no te pagarán el favor te capacita para dar sin estar esperando algo a cambio, poniendo en primer lugar la necesidad de alguien.

13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. 

7. Hacer lo bueno es dar de gracia lo que de gracia recibimos

Hemos escuchado tanto la frase de este título que de pronto ya tiene poco significado, o quizá otro significado. Pareciera que dar de gracia lo que recibimos de gracia tiene que ver exclusivamente con salir a predicar el evangelio y eso no es cierto.

Recibimos de parte de Dios gracia en forma de amor, bendiciones, vida, misericordia y muchas cosas más. Esto significa que no merecíamos esas cosas pero las recibimos en los méritos de Cristo. Por eso es necesario hacer el bien a quienes no lo merecen. A veces son nuestros esposos, a veces los hijos, a veces un vecino, un colega, un compañero o alguien de la iglesia.

14 Bendigan a los que les persiguen; bendigan y no maldigan. 

8. Hacer lo bueno es tener empatía

Muchas veces los cristianos no somos empáticos, no nos ponemos en los zapatos del otro. Solamente lo criticamos desde la comodidad de nuestro “asiento”.

¿Alguien está gozoso? ¡Gózate con esa persona! ¿Alguien llora? Llora con ella. ¿Hay que celebrar con alguien? Hazlo. Tener un mismo sentir es muy importante, porque de lo contrario nos volvemos egoístas, envidiosos, orgullosos. Hagamos con otros lo que queremos que hagan con nosotros.

15 Gócense con los que se gozan. Lloren con los que lloran. 16 Tengan un mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos sino acomodándose a los humildes. No sean sabios en su propia opinión. 

9. Hacer lo bueno es ser buenos y justos

En el reino de Dios lo justo es que si alguien te hace mal, tú le pagues con bien. En la lógica humana, corrompida, si alguien te hace mal debes vengarte y hacerle mal. Supuestamente eso es justo, pero el Señor dice “mía es la venganza, yo pagaré” (Dt 32:35).

Si sufrimos injustamente debemos dejar lugar a la venganza y a la ira del Señor, pues solo así se nos hará justicia. Pero si nos hacen mal debemos perdonar y amar, así como antes ofendimos al Padre y él nos amó y nos reconcilió consigo mismo en Cristo Jesús. No nos dio lo que merecíamos.

Así que, si nos pagan mal, lo justo es pagarles con bien, pues así trata Dios con nosotros.

17 No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres. 19 Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor. 20 Más bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; pues haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. 

10. Hacer lo bueno vence al mal

Una de las mejores cosas de hacer el bien es que de esa manera podemos vencer el mal. Es mentira que es suficiente con dejar de hacer lo malo (eso predican los legalistas). El Señor nos insta a hacer el bien.

¿Cómo lograrlo? Si somos vencidos por lo malo terminaremos haciendo lo malo. Debemos hacer el bien para tener la victoria sobre el mal en nosotros mismos. La fe es activa, actúa en favor del bien. Eso nos transforma y logra que nuestra esperanza en Jesucristo no se quede solo en palabras, por lo tanto, también transforma nuestro ambiente y a las personas que nos rodean.

21 No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien.

Propósitos:

Enero: Ejercita disciplinas espirituales

Febrero: Practica la examinación personal

Marzo: Sé discipulado

Abril: Involúcrate con tu iglesia local

Mayo: Sé un buen administrador

Junio: Ama a tu familia y amigos no cristianos

Julio: Practica la examinación personal (parte 2)

Descripción de todos los propósitos

Efraín Ocampo es consejero bíblico, escritor, ex periodista y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona a reconciliarse con Dios y con su prójimo. Ha escrito tres libros sobre Restauración: 40 días en el desierto, Amar como a mí mismo y La Iglesia Útil.

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