Esto es lo que hallamos en el último capítulo del evangelio de Lucas.

El evangelio según Lucas en su último capítulo narra que después de que Jesús murió colgado en un madero y fue sepultado, no fue hallado su cuerpo. Las mujeres que prepararon perfumes y especias aromáticas para ungir el cuerpo inerte fueron a la tumba la mañana del tercer día, luego del día de reposo, para solo encontrar a dos con aspecto de hombres que les preguntaron: ¿por qué buscan entre los muertos al que vive? Les dijeron que Jesús había resucitado.

Jesús mismo se los había dicho a sus discípulos, citando las Escrituras hebreas acerca de lo que se había dicho del Mesías. Ellas fueron con la noticia a los discípulos, pero ellos no les creyeron. Jesús se apareció a unos discípulos a las afueras de Jerusalén, pero no le reconocieron sino hasta que comió con ellos y dio gracias por la comida y la bendijo. Pero cuando le reconocieron desapareció. Volvieron con los 11 para contarles y supieron que Jesús se había aparecido también a Pedro.

Fue maravilloso que la incredulidad de todos ellos se convirtió en convicción, porque estaban convencidos de que Jesús estaba muerto. Se apareció Jesús a todos aún mientras hablaban de esto y les mostró los huecos de sus manos y de sus pies que fueron atravesados por los clavos. Incluso, comió con ellos. Jesús declaró y les recordó cómo es que las Escrituras hablan de él y lo que había de ocurrirle para que se predique el arrepentimiento y el perdón de pecados por medio de la fe en él en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Finalmente, los llevó a otro lugar, donde adoraron a Jesús y luego subió al cielo. Este mismo Jesús que fue llevado, regresará por los suyos y para juzgar a todos.

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