¿Cuál es el Jesús que sigues?
Algunos eligen lo que desean creer sobre Jesús y lo que no. (más…)
Dios siempre tiene una solución y siempre es mejor que la nuestra.
Texto: 1 Samuel 12:1-25
Personaje: El pueblo de Israel.
Israel había vivido prácticamente en la anarquía durante cuatro siglos. A veces buscaban a Dios y a veces no. Como terminaban esclavizados a otras naciones, en la miseria y perdiendo guerras, Dios levantaba jueces que los sacaban de esta condición. Entonces, el profeta Samuel convocó al pueblo para proclamar rey a Saúl.
El pueblo de Israel venía de alrededor de 400 años de apostasías recurrentes interrumpidas por el gobierno de jueces que fueron usados para hacerlo volver a Dios. Cuando había un cambio generacional el pueblo se volcaba a los ídolos y se olvidaba del Señor. Gobernó el último juez-profeta, llamado Samuel, y envejeció sin que sus hijos siguieran su ejemplo. Es cuando el pueblo pidió rey sobre Israel, lo cual fue un acto más de rebeldía al Señor. Samuel se los hizo saber y los confrontó con la voluntad de Dios. El pueblo reconoció que había pecado y el Señor los toleró al darles un rey humano.
El pueblo viene de muchos años de rebeldía para con Dios. Ha sufrido como consecuencia de la pobreza, las guerras y el sometimiento a otras naciones. Samuel les da señal de que habla de parte de Dios y ellos sienten temor hacia el Señor y contrición por su pecado, pero la confianza que están poniendo en un rey humano les dará un ánimo engañoso y pasajero.
Samuel les recordó lo que Dios había hecho con sus antepasados, les hizo ver su pecado y al mismo tiempo los consoló comunicándoles que Dios iba a cumplir su pacto y que los mantendría como su pueblo si dejaban su maldad, no se apartaban del Señor y le servían fielmente, de todo corazón. Recordar esto puede ayudar a iglesias que han sufrido o están sufriendo.
El que ama y cuida de la gente intercede ante Dios por la comunidad, predica la voluntad de Dios, habla del pecado que sus miembros han hecho en contra del Señor, exhorta al arrepentimiento, a temerle para servirle de todo corazón y advierte sobre las consecuencias de continuar pecando.