Navidad 22: Se burlan de Jesús
Esto ocurre en el vigésimo segundo capítulo de Lucas. (más…)
Una serie de reflexiones de una mujer tras el deceso, temporal, de su esposo.
En casi 24 años de ministerio he participado y servido en decenas de funerales de bebés, niños, jóvenes y ancianos, así como el de mi propio padre.
Nunca es fácil consolar a alguien que llora por la pérdida de un ser amado. Bueno, como sabrás, ahora soy yo la que está en duelo por la pérdida del amor de mi vida Hiram Ramirez Caba. Solo decirlo hace que se me haga un nudo en la garganta y me cueste trabajo respirar. Pero esta publicación no tiene el propósito de “lamer mis heridas” (frase que usaba mi esposo cuando le llamaba la atención a alguien, que sólo estaba pensado en sí mismo y no en todas sus bendiciones o las necesidades de los demás), no, esta publicación tiene un propósito más práctico.
Ahora que me toca estar de este lado quisiera compartirte algunas perlas de sabiduría, porque seguramente tendrás alguna vez en tu vida la necesidad de consolar a alguien que llora por duelo o tú serás quien pase por ello.
A) Jamás le digas a alguien que llora “resígnate”. No la escuché muchas veces en los servicios funerarios de mi esposo, pero pon atención, es casi un insulto. La resignación es una aceptación pasiva frente a la adversidad y no es la forma correcta de enfrentar el duelo. No puedes decirle a alguien que está al punto de la desesperación: “ponte en modo pasivo y no luches contra la tristeza”. No hay forma de hacer eso. Cuando estás en duelo todo tu ser comienza un proceso de resistencia a la nueva realidad. Primero, activamente negando la situación o enojándote por ello. Tu mismo cuerpo se resiste. He experimentado estas semanas de manera involuntaria taquicardias y ataques de ansiedad. Créeme cuando te digo que no tiene nada de pasivo este proceso. Te sugiero decir cosas como “estoy aquí para lo que necesites”, “te amo y lloro contigo tu pérdida”. Es mejor ser empático. “Resígnate” es una forma descortés de decirle a un doliente: “deja de llorar, es suficiente” o “no sé qué hacer con tu llanto”.
B) Decir frases “cliché” como: “no somos nadie”, “a todos nos llega la hora”, “es la ley de la vida”, no son apropiadas, y aunque ciertamente no podemos escapar a esta realidad, quien está de este lado puede decirte con certeza que no hace sentir mejor a nadie que le digan lo que ya sabe. Es correcto, todos estamos en la línea esperando nuestro turno, pero no es algo que ayude al que está sufriendo, el que llora no puede rebatir esa realidad, pero el dolor sigue allí. Nuevamente te animo a pensar en el que está llorando. ¿Qué tal que le pasas un té o simplemente lo abrazas? Atrévete a llamarlo por teléfono y dile que estás pensando y orando por él, no tengas miedo de llorar por teléfono con el que está sufriendo. Eso es más humano que evadir el tema por difícil que sea.
C) En los funerales también suelen aparecer los pragmáticos que buscan ser positivos. No me estoy quejando, solo que a veces el pragmatismo de buscar siempre el lado positivo puede ser frío. Decir frases como “por fin ha dejado de sufrir” o “al fin descansa”, ciertamente coloca el enfoque en el que partió y en su mejor condición ahora, pero tampoco es un consuelo para el que sufre la pérdida porque no se puede pasar rápido la página. Es una forma poco sutil de empujar al que llora a pensar en el futuro. Y créeme, en el funeral no sabes siquiera si tendrás hambre el día siguiente.
D) Hay algunas cosas que hacemos sin pensar cuando vemos a alguien llorar. Quizás solo sucede en la cultura mexicana, pero observo como un patrón que cuando alguien llora, inmediatamente le pasamos un pañuelo. Este es un secreto no de doliente sino de esposa de pastor: no corras a darle un pañuelo al que llora, es un mensaje no verbal que dice “deja de llorar”. Si alguien está llorando acerca una caja de pañuelos y déjala cerca, quien llora tomará uno si lo requiere, llorar es uno de los mecanismos más excelsos que puso el Creador en los humanos, no tienes idea de lo liberador que es llorar a mares, puede durarme días el bienestar de haber llorado por horas, así que esta es una perla secreta: Deja de pasar pañuelos, las personas necesitan llorar más sin interrupciones.
E) Menciona las cosas que recuerdas, las especiales, las que dejaron huella, aun las chuscas. De verdad no es incorrecto reír en un funeral recordando las cosas buenas y agradables del que partió. En estos días me encanta leer historias de los que pasaron tiempo con mi esposo o de las cosas que nos vieron hacer juntos. Sí me hacen llorar mucho, pero es un bálsamo para el alma tener memorias, fotografías, audios, recuerdos… Finalmente he aprendido que no se trata de olvidar, sino de recordar lo mejor de nuestra vida juntos.
F) Regala esperanza, para mí la mejor forma de regalar esperanza es recordando las promesas de la Biblia, y hoy te regalo una. Me la compartió mi hija mayor Ana, que es la que a ella le da consuelo:
Apocalipsis 2:8 “Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: 9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.”
Espero que no tengas un funeral pronto, de verdad espero que no, pero si lo tienes, espero que estos consejos te sean útiles.
Catalina Gomez Fonseca fue esposa del pastor Hiram Ramírez, quien el 2 de enero de 2019 descansa esperando el día glorioso de la resurrección. Tuvieron 3 hijos que educaron en casa. Viven en Puebla, México. Desde hace 21 años ha servido en la Iglesia Bíblica El Camino. Es diseñadora gráfica de profesión, lingüista por hobby, maestra por vocación, apasionada estudiante de la Escritura y los idiomas bíblicos, canta desde los 9 años y está convencida de que la Biblia contiene respuesta a todas las preguntas de la vida. Es coautora del Blog Hijos de Abraham, un espacio de provocativa reflexión bíblica.