Navidad 14: La humildad en el reino de Dios
Mira lo que enseñó Jesús en el decimocuarto capítulo de Lucas. (más…)
Una reflexión en las palabras de Jesús sobre no juzgar y sobre juzgar. Es muy común que algunos cristianos digan “no hay que juzgar”. Tienen razón. Hay otros que promueven juzgar… y también tienen razón.
Esto es lo que el Señor dijo en una ocasión:
“No juzguen, para que no sean juzgados. 2 Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que miden, serán medidos. 3 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo?4 ¿Cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes una viga en el tuyo? 5 ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”, Mateo 7
Jesús hace un llamado a detener la hipocresía, porque había quienes criticaban el comportamiento del prójimo mientras ellos mismos hacían cosas peores; eso da a entender con la metáfora de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
El Señor advierte que es mejor no juzgar porque con ese mismo juicio seremos juzgados. Es lógico, si llamamos la atención a alguien por mentiroso, es porque hablamos verdad, y si hablamos mentira los demás se encargarán de juzgarnos de la misma manera. ¿No es lo primero que hacemos cuando nos corrigen? Si alguien nos dice “eres orgulloso y está mal”, le recordamos fecha, hora y situaciones cuando fue orgulloso y le decimos que no tiene la autoridad para reprendernos. Es mejor no juzgar… si no eres congruente.
Muchos manipulan este texto para enseñar que juzgar es malo. Falso. Juzgar es ayudar a discernir el bien y el mal en nosotros y otros.
No dijo esto en ningún momento. Más bien alertaba que, para juzgar a alguien, se debía ser íntegro. Para evitar la hipocresía al corregir al prójimo es necesario juzgarse a uno mismo primero. Cuando examinamos nuestra vida a la luz de la verdad de Dios es esta la que nos juzga y muestra nuestro pecado con el fin de arrepentirnos de él. Cuando ayudamos a otros, usamos esa verdad para que el otro examine su conciencia. No según lo que nos gustaría, el parámetro no es el nuestro, lo que consideramos justo, bueno, santo o agradable a Dios, ¡es lo que Dios ha dicho que es justo, bueno, santo o agradable a él!
El objetivo de juzgar nuestra conducta es obedecer los mandamientos de Dios y el propósito de ayudar al otro a juzgar su comportamiento es el mismo. Según el Señor, juzgar no es andar hablando de los pecados del otro, eso sería un juicio hipócrita.
Juzgar nuestro propio pecado para no cometerlo más y juzgar el pecado de nuestro hermano con el mismo propósito es el objetivo de la Consejería Bíblica, es decir, ser y hacer iglesia al discipularnos no sería posible si permitimos que el pecado nos esclavice y que esclavice a otros de la iglesia.
¿Quieres destruir a tu iglesia? No juzgues tu pecado y no juzgues el pecado de otros. Nota que hemos dicho “juzga el pecado”, no “condena a las personas”, pues son dos cosas totalmente diferentes. Juzgamos nuestro pecado y el de otros para afirmar que es pecado y que debemos arrepentirnos de él, ¿para qué? Para evitar la condenación, pues los que practican pecados serán objeto de la ira Dios. Mira lo que dice este texto:
1Por tanto, sean imitadores de Dios como hijos amados, 2 y anden en amor, como Cristo también nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio en olor fragante a Dios. 3 Pero la inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia no se nombren más entre ustedes, como corresponde a santos; 4 ni tampoco la conducta indecente ni tonterías ni bromas groseras, cosas que no son apropiadas sino, más bien, acciones de gracias. 5 Porque esto lo saben muy bien: que ningún inmoral ni impuro ni avaro, el cual es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6 Nadie los engañe con vanas palabras, porque a causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. Colosenses 5
Juzgar tiene mala fama porque quienes andan juzgando a los demás piensan ser superiores y critican desde la vestimenta hasta la forma de hacer las cosas. Todo les produce inconformidad y nadie hace las cosas mejor que ellos. Jesús reprueba los juicios superficiales (Marcos 7:1-23). En otros fragmentos de la Biblia los apóstoles animan a los discípulos de Jesús a juzgar a otros que habían tropezado con el fin específico de ayudarlos en su restauración (Gálatas 6:1; 2 Corintios 5:18-21 y 6:1-2; 1 Tesalonicenses 5:11 y 14; Romanos 15:14; Colosenses 3:16, entre otros). En Gálatas se dice que solamente alguien espiritual puede hacerlo.
Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado. Gálatas 6:1
Jesús enseñó a juzgar no siendo hipócritas juzgando a otro, cuando nosotros mismos estamos peor. Tampoco enseñó a callar para esconder el pecado del otro y voltear para otro lado, sino a colaborar en la restauración de quien tropezó. Es bueno juzgar nuestro pecado y el del otro, según la verdad, para mantenernos firmes y para evitar que alguien se condene por no arrepentirse (Santiago 5:19-20).
Si dejas pecar a tus hermanos es porque tú mismo toleras tus pecados y no te arrepientes, ¿no es cierto? Por eso debemos vivir en integridad y en amor, paciencia y misericordia ayudar en la restauración de otros. De eso se trata la iglesia, de ayudarnos unos a los otros a mantenernos perseverantes en la fe.
19 Hermanos míos, si alguno entre ustedes es engañado, desviándose de la verdad, y otro lo hace volver, 20 sepan que el que haga volver al pecador del error de su camino salvará su vida de la muerte y cubrirá una multitud de pecados. Santiago 5
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