Cambia la cultura de condenación por una de restauración
¿Las iglesias condenan al pecador más de lo que lo restauran? (más…)
Un esclavo prófugo busca ayuda pero Dios hace más y le restaura.
Dios hace cosas maravillosas en todos, no importa si es alguien importante en la sociedad, rico y con títulos o si es una persona de campo, con pocos estudios que no saldrá en los diarios. La historia de Onésimo, como la de todos los que tememos a Dios, es extraordinaria porque Dios es extraordinario. Es un esclavo que huyó de su amo Filemón, que era cristiano.
Un buen día, el apóstol Pablo recibió la visita de este prófugo. En el Imperio Romano de este tiempo, un esclavo no se pertenecía a sí mismo, no tenía un solo derecho, ni siquiera sus hijos eran suyos, sino de su amo. Huir era de las peores cosas que un esclavo podía hacer y su castigo podría ser la muerte en caso de ser encontrado si el amo lo decidía. No se conocen las causas que llevaron a Onésimo a fugarse, pero incluso halló la manera de salir de su país, Colosas, y llegar a Roma a donde Pablo vivía en prisión domiciliaria. Sin duda esto fue providencial. Pablo escribió a Filemón para que recibiere nuevamente a Onésimo y le ofreció pagar las deudas del esclavo o los daños que haya ocasionado. Pablo invirtió en la vida de Onésimo el tiempo que vivió con él.
Onésimo era esclavo de un cristiano que acogía en su casa, como era costumbre, a una iglesia. A veces los esclavos de la casa conocían el evangelio y lo creían, pero este no era ese caso. Probablemente, Onésimo conoció a Pablo en Colosas cuando Filemón y su familia pusieron su fe en Cristo y comenzó una iglesia ahí. Este incrédulo fugitivo llegó con el apóstol Pablo, por lo que podemos ver la gracia de Dios para con él. El Señor los reunió.
Dios le anda buscando para reconciliarse con él porque al Señor no le importa nuestra posición social, Cristo murió por todos. Sin embargo, Onésimo ya ha rechazado a Dios antes, en casa de Filemón. Dios usó a Pablo para darse a conocer a Onésimo, quien irónicamente experimentó la verdadera libertad en Cristo siendo esclavo prófugo y en una casa utilizada como prisión. Se identificó con las cadenas de Pablo y entendió, como nunca, que su problema no era ser esclavo ante la sociedad, sino a sus pecados. Entonces, usó su libertad para hacer lo bueno y lo justo al regresar a su amo, pero sobre todo para amar a Cristo durante su vida.
Onésimo es alguien que huye. Está desesperado y desesperanzado, no tiene paz. Sus emociones descontroladas e inestables lo llevaron a tomar una decisión radical que tendría graves consecuencias para él. Nada peor que ser un esclavo prófugo en un imperio en el que no tienen valor.
Pablo está en la recta final de su vida y de su ministerio. Es un hombre profundamente espiritual y con gran experiencia ministerial y en la vida. ¿Cómo hubiera reaccionado Pablo en el pasado? Lo cierto es que lo recibe, lo acoge, lo discipula, lo pastorea. Esta misma situación ponía en peligro a Pablo si se llegaba a saber que como preso hospeda a un fugitivo, y peor aún, esclavo. En cambio, ama a Onésimo. Mientras en esta cultura nadie habría siquiera dado un vaso con agua a alguien así, el amor de Dios en Pablo lo lleva a poner su propia vida para ayudarle, orientarle y darle valor y propósito en Cristo.
Ama al prójimo al desechar tus prejuicios. No lo veas con tus ojos, míralo como Jesús nos ve a todos: desamparados, necesitados, desorientados, condenados, pero receptores de su misericordia, compasión y gracia porque a pesar de lo anterior en Jesús tenemos valor. Ten paciencia con el rebelde, pero sobre todo, amor. Haz a un lado tus pretextos para no servir a otros y aprovecha cada oportunidad para compartir la esperanza en Cristo, aun en las circunstancias más adversas. Acoge al rechazado con el evangelio de Jesucristo, el cual nos proyecta hacia una realidad de dignificación, adopción, redención, salvación, perdón, libertad, amor, vida plena presente y futura.
Síguenos en Facebook.com/restauraministerios/