Cuando huimos de Dios por la culpa
Una reflexión sobre nuestra tendencia a alejarnos de Dios al fallarle. (más…)
Muchos están cansados de hacer lo que no deben, pero sí es posible.
Es muy común en las Consejerías Bíblicas que ofrecemos escuchar que las personas practican pecados, y aunque quieren obedecer a Dios, simplemente no pueden dejar de pecar.
Ellos están descubriendo que la naturaleza del ser humano es pecaminosa y que está esclavizada al pecado, por lo que no podemos someterla a la de Dios por pura fuerza de voluntad o por mucho que queramos.
El ser humano se rebeló a Dios. Algunos le buscan para reconciliarse con él y no pueden. Intentar agradar a Dios así como estamos es imposible, aunque tengamos el deseo.
¿Dónde está el problema? La primera posibilidad es la falta de arrepentimiento. Arrepentirnos de nuestro pecado no es sentirnos mal y decirle a Dios lo que hicimos, es decir, no es una declaración verbal. El arrepentimiento es un genuino pesar por ofender a Dios y a otros al comprender que el pecado es todo lo que se rebela en contra de Dios y que la paga es la muerte. Literalmente es un cambio de mente.
Arrepentimiento es comprender que no podemos continuar practicando los pecados que nos habían condenado y por los que murió Cristo. Si tus pecados y los míos lo llevaron a la cruz, ¿tendría sentido continuar practicándolos sabiendo, además, sus penosas consecuencias? De ninguna manera.
Este texto sintetiza lo que implica el arrepentimiento:
19 Y esta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean censuradas. 21 Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas que son hechas en Dios. Juan 3
La Palabra nos dice:
5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Romanos 8
El apóstol Pablo describe el problema de la siguiente manera:
Jesús dijo a Nicodemo que debemos nacer de nuevo para ver el reino de Dios (Juan 3). El Señor dijo que este nacimiento es del Espíritu. ¿Cómo sabemos que hemos nacido de nuevo? Como dijera Pablo, pensamos y nos ocupamos de las cosas del Espíritu. ¿Piensas en pecar y te ocupas de ello? Aún no has nacido de nuevo.
¿Podemos ser tan tajantes? Sí, Jesús no dio espacio para estar en un término medio. Luego dijo al fariseo que quien está en tinieblas es porque sus obras son malas, pero quien obra según Dios practica la verdad y está en la luz.
21 Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sea evidente que sus obras son hechas en Dios. Juan 3
¿Cuáles son tus obras? Congregarse con otros cristianos, participar de sus actividades, orar o leer la Biblia no te hace cristiano si sigues pensando en pecar y no estás practicando la verdad. Como piensas eso es lo que haces. Quien nace de nuevo en el Espíritu pensará, hablará y hará lo que es del Espíritu.
El apóstol nos describe cómo Dios actúa en nosotros. Para no vivir como los que viven en este mundo debemos ser transformados. Seremos transformados al renovar nuestra mente. Al renovar nuestra mente conoceremos y viviremos según la voluntad de Dios.
2 Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto. Romanos 12
Entonces, lo primero es renovar nuestra mente. ¿Cómo? Llenándola de la Palabra de Dios. Así pensaremos como Dios piensa y nuestras acciones serán congruentes con la voluntad de Dios, pero si leemos mucha Biblia y no hacemos lo que dice, nuestra hipocresía es la evidencia de nuestra carnalidad. Ya lo decía el salmista (Salmo 119:11). Alimentar tu mente con la voluntad de Dios nos transforma y ya no pensaremos en pecar ni haremos las obras de la carne.
Saberse perdonado si hay arrepentimiento es fundamental para superar la culpa. Debe haber un corazón contrito, que sabe que ha ofendido a Dios y le duele haberlo hecho para no repetir intencionalmente la falta (1 Juan 3:7-8). Una mente renovada no encontrará satisfacción en el pecado como antes lo hacía. Debemos perseverar en la fe para no volver a los pecados que antes practicábamos. Recuerda, si te arrepientes Dios te perdona, ahora perdónate tú.
No queremos que te engañes, nacer de nuevo no es algo que puedas hacer por ti mismo. Es algo espiritual que Dios hace en ti (1 Juan 3:9-10). Tú pon tu disposición y reconoce tu debilidad para que el Espíritu Santo haga su obra y renueve tu mente por medio de la meditación en la Biblia y su puesta en práctica. Así sabrás qué hacer, pero el poder de Dios te ayudará a hacerlo. Ya no tienes que seguir viviendo así, haciendo lo que no quieres.
” 1 Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu“, Romanos 8
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A diario vienen a mi mente malos pensamientos me duele que vengan a mi mente y esto me hace pensar si realmente me he arrepentido o no o si estoy practicando el pecado eso me perturba por favor que alguien me explique .
Eso me hace dudar de mi salvación.
Gracias por escribir. Todos pasamos por esto. Lo que pasa es que casi nadie lo admite. Al reconocerlo ya empezaste a tomar un buen camino. Enfoca tu mente en las cosas de Dios. Como dice la Biblia, pienso en todo lo bueno, en lo de buen nombre, en lo justo. Alimenta tu mente de aquello en lo que quieres pensar. ¿De qué alimentas tu mente con frecuencia? El arrepentimiento es algo muy claro en la vida cristiano. Sabes que te has arrepentido cuando has abandonado la práctica de pecados. Si aún no lo has hecho, ¡hazlo ya! Pide perdón pero también ayuda para perseverar. Dios hace lo imposible, lo que no puedes, mientras tú haces lo posible, lo que puedes, lo que es tu responsabilidad.
Conoce a tu Dios, cómo es su naturaleza, cómo es su carácter y cuál es su voluntad. Entonces, toma decisiones congruentes con ello y deja así de obedecer a todos tus deseos, tus instintos y necesidades, que te llevan de aquí para allá. A veces no estamos seguros de nuestra salvación. Tú vive como vive alguien que ama a Dios, que imita a Cristo, que es testimonio y prueba de lo que Dios hace en el pecador y ya no tendrás que preocuparte si eres salva o no porque las promesas de Dios serán para ti.