9 lecciones de 9 años de matrimonio
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Te compartimos seis principios para leer tu Biblia con mayor provecho. ¡Empieza ya!
Esta historia ficticia es un ejemplo de cómo NO leer y estudiar nuestra Biblia. Por lo tanto es un ejemplo de cómo no escucharemos la voz de Dios. Sin embargo tengo la sospecha y la preocupación de que muchas personas en las congregaciones podríamos estar cayendo en este tipo de errores al leer nuestra Biblia; quizá no estamos jugando a ver qué pasaje encontramos, pero tampoco estamos prestando atención a las características de la Biblia y nos parece más un libro “místico” u oscuro, difícil de leer y estudiar.
En esta primera serie de tres artículos me propongo exponer algunos principios fundamentales para que nuestra lectura y estudio de la Biblia sean mucho más provechosos y podamos conocer más a Dios a través de Cristo y su verdad. En el resto del artículo anotaré principios fundamentales que llamaremos “intelectuales”. Se trata de principios básicos entre la Biblia y el lector, entre un libro tan especial y una persona que se adentra a leerlo con interés, entre el mensaje y la mente.
La oración del autor es que muchas personas sean bendecidas al saber que tienen las herramientas indispensables para entrar a la mina de oro de la Palabra y avanzar en su comunión personal con Dios.
“La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma”. Salmo 19:7a (NBLH)
El mensaje de la Biblia NO es esotérico sino que es exotérico, en otras palabras, no tiene un mensaje oculto entre sus palabras, más bien nos transmite el mensaje mediante sus palabras. El mensaje es claro y abierto al lector común.
Jesús en muchas ocasiones reprochó a los fariseos que no tenían en la mente las verdades básicas y explícitas de la Escritura con la ironía “¿Nunca leyeron que..?” (Mateo 12:3, 19:4, 21:16 y 22:31; Marcos 2:25, 12:10, 12:26). En otras palabras, los mensajes de la Escritura están ahí mismo. Podemos leer la Biblia como leemos cualquier otro libro pero recordando que “Toda la Escritura ha sido inspirada por Dios…” (2a Timoteo 3:16).
Algunos libros son históricos, otros poéticos, otros proféticos y otros contienen secciones didácticas y doctrinales. Por lo tanto el mensaje es expresado en formas distintas y particulares a cada sección y género.
Muchas cosas se expresan utilizando figuras retóricas que llegan al corazón del lector aunque no sean tomadas en su valor “literal”. Por ejemplo, las olas que suben hasta el cielo y bajan hasta el abismo en el Salmo 107:25-26, hablan de una tormenta tan poderosa que hace temblar al marinero más valiente. Normalmente los pasajes doctrinales esclarecen los hechos históricos y se complementan con los poéticos.
Los libros de la Biblia fueron escritos en diferentes momentos de la historia, en diferentes idiomas y en diferentes entornos culturales. Cada libro tiene sus características peculiares y maneras diferentes de expresar las cosas, por eso es bueno leer un poco sobre el contexto de cada libro. Aún así, el mensaje del Evangelio corre con unidad milagrosa desde Génesis hasta Apocalipsis.
Entonces al leer disfrutemos el “sabor” particular de cada libro y reflexionemos cómo se conecta con, apunta a, anuncia o muestra el Evangelio de Cristo.
La Biblia muestra con claridad nuestra condición humana en su pecaminosidad y miseria. Muchas cosas malas sucedieron durante la historia de la redención, pero eso no significa que debemos repetirlas o justificarlas, sino entender el carácter Santo de Dios en oposición a los crímenes y pecados humanos, además de Su Soberanía para cumplir Sus propósitos.
Los hermanos de José hicieron algo muy malo al venderlo como esclavo, pero Dios usó eso para un glorioso propósito (Génesis 45:5 y 50:20).
Procuremos entender las frases y párrafos en el contexto general de un mismo libro y en el contexto de la historia de la Redención, así evitaremos “dar golpes al aire” con promesas y verdades fuera de contexto. También podemos usar varias versiones de la Biblia para entender fragmentos que no nos parecen tan claros.
Cuando Pablo dijo “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13) no estaba hablando de cumplir con sus metas egoístas, sino de que podía permanecer fiel a Cristo en hambre o en abundancia; cuando escribió ésto, Pablo estaba en prisión, entonces saber ésto hará que su “Carta del gozo”, o sea Filipenses, sea mucho más impactante para nuestra mente y corazón.
Los autores de la Biblia escribieron con propósitos claros y siguieron una “agenda” al escribir. En el caso de los Evangelios y las Cartas esto es muy claro. Procuremos descubrir las motivaciones, el mensaje central y la agenda del autor, para dar coherencia a las secciones pequeñas.
Por ejemplo, cuando Pablo escribió a los Colosenses estaba interesado en defender la Supremacía de Cristo sobre el mundo natural y sobrenatural, la plenitud de la iglesia mediante su unión con Cristo y cómo ésto debe guiar nuestra vida cristiana.
Estimado lector, espero que estos principios te ayuden a leer tu Biblia con más ánimo y claridad, contribuyendo a construir tus disciplinas espirituales este año. ¡Espera los próximos artículos!
Por lo mientras, considera realizar con calma las siguientes tareas para ir calentando motores:
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