Lo que es y lo que no es el amor a Dios
Todos dicen amar a Dios, pero ¿qué hace quien realmente lo ama? (más…)
Todos pasamos por esta etapa algunas veces en la vida, y quizá tú estás en ella.
Primeramente, quiero decirte que es normal no tener ganas de orar ni de leer la Biblia. Sin embargo, eso no justifica nada. Eso no va a terminar bien. Esto te llevará a alejarte de Dios. Quizá sigas participando en las actividades de la iglesia y creas que estás cerca de él, pero tu corazón estará muy muy lejos de Dios.
¿Recuerdas cuando Jesús le dijo a los religiosos de su época que de labios honraban a Dios, y que en vano lo adoraban porque su adoración era una mentira? (Mateo 15:1-10)
Y aunque las lleves a cabo, tampoco es una garantía de que tengas comunión con Dios. Hacerlas es el principio para saber qué piensa Dios sobre ti y hagas lo necesario para obedecerle cuando claramente no lo estás haciendo.
Aunque sabemos que practicar la oración y la meditación en la Biblia no sirve de nada si no haces lo que efectivamente agrada a Dios, debemos empezar por el principio. Por ello te doy tres consejos si has dejado de hacer diariamente estas cosas, quizás alguno de ellos te sea útil.
Algunos que oran y leen su Biblia han estado haciendo lo malo desde hace un tiempo. Esto ha sido gradual y han llegado a un punto en el que, como reconocen su situación de abierta desobediencia, para no ser hipócritas dejaron de buscar a Dios. Primero cerraron su corazón y luego cerraron sus Biblias. ¿Para qué leer si no vas a hacer lo que dice? Todos lo hemos pensado alguna vez.
Lejos de ser algo congruente sabes que irás de mal en peor y, mientras más tiempo pase, más te alejas del Señor y más difícil se vuelve oír su voz y claro, obedecerla.
CONSEJO: Sé que no quieres parecer un religioso, un creyente falso, y eso está bien. Lo que no está bien es creer que un buen día comenzarás a hacer lo correcto y de pronto te darán ganas de buscar a Dios. Así no funciona. Oblígate a hacerlo, no esperes a invocar a Dios cuando todo se ponga realmente feo. Orar y meditar en las Escrituras son disciplinas espirituales y las disciplinas se practican para fortalecer el carácter para hacer cosas que necesitamos hacer aun cuando no queramos. La disciplina se ejercita y luego viene el ánimo, pero si esperas siempre tener ánimo para ejercitar las disciplinas eso nunca va a pasar.
Hay muchas razones para dejar de buscar a Dios en oración o su consejo en su Palabra. Muchas veces simplemente nunca adquirimos el hábito de hacerlo todos los días. Pensamos que con escuchar la predicación del domingo tendremos lo necesario para el día a día. Probablemente enseñamos a otros el domingo o entre semana y pensamos que por ello estamos alimentándonos o que estamos cerca de Dios, pero no es así pues también necesitamos nuestro tiempo con Él.
La práctica del pecado provoca que nuestra conciencia esté cauterizada, esto es encallecida, que deja de sentir dolor por el pecado practicado (1 Timoteo 4:2). Pero orar y meditar en la voluntad de Dios ayuda a poner tu voluntad en sintonía con la de Él (Salmo 119:11).
CONSEJO: Debes darte cuenta de que perder el ánimo y el gozo de orar y leer la Biblia es un síntoma de una deteriorada salud espiritual. Como todos tú también requieres examinarte a la luz de la Palabra y saber qué pecados probablemente están encalleciendo tu conciencia. Recuerda, estábamos alejados de Dios por nuestro y nos ha buscado para reconciliarnos con él, pero si tropezamos y volvemos a practicar el pecado será difícil volver si no estamos expuestos a su voz. ¿Qué te está alejando de él? ¿Qué te impide volver?
En ocasiones no necesitamos estar haciendo cosas malas, simplemente el desánimo o la rutina podrían habernos alejado poco a poco de la oración y la meditación en la Palabra.
Quiero decir que, muchas veces, es muy sutil nuestro “enfriamiento” espiritual y no nos damos cuenta de lo que está pasando. Un día no tuvimos tiempo de buscar a Dios, se nos juntaron compromisos, la cantidad de trabajo, nos sentimos cansados o agobiados y de pronto llevamos un año o dos así.
A veces pensamos que estamos bien, pero en realidad nos esforzamos en creer y hacerle creer a la gente que no pasa nada, aunque estar desanimados indica que algo está pasando.
CONSEJO: Crees que estás bien porque sigues congregándote y sirviendo a la iglesia, participando y haciendo cosas buenas. No trates de convencerte de este engaño. Jesús nos recordó que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Examina tus pensamientos, tus emociones, tu comportamiento, y pon atención especial a tus motivaciones al servir. ¿Lo haces para Dios o para ti? ¿Qué hay detrás de tu desánimo para buscar a Dios en oración y para conocerle por ti mismo a él y a su voluntad? La respuesta que encuentres, sea la que sea, debe hablarte de lo que realmente te pasa. ¡No lo ignores! Pide a Dios que te dé dirección.
Estos son únicamente tres ejemplos de actitudes e ideas que tenemos cuando dejamos de practicar disciplinas como orar y meditar en la Palabra. Recuerda, si no estás alimentando tu mente de la voluntad de Dios, la estás llenando de algo más. Quizá podrían ser cosas buenas, pero no es lo que realmente necesitas. Entonces comenzarás a aprobar ideas opuestas a Dios sin que lo notes.
Muchas veces no tendremos ánimo de orar y leer la Biblia, no importa, de cualquier manera practícalas, sobre todo si te sientes así. ¡Es cuando más lo necesitas!
No seas un cristiano solitario. Platica con el ministro responsable de ti, tu discipulador, tu consejero o tu pastor y apóyate en ellos. No lo olvides, buscar a Dios es solamente la mitad del trabajo, ¡también debes poner manos a la obra!
Finalmente, deseo recuerdes este texto y que Dios lo use contigo:
11 En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. Salmo 119 (RVA 2015)
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