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Lecciones para la Iglesia al revelarse el pecado del apologista.
Luego de años de un juicio, filtraciones y rumores, la organización Ravi Zacharias Internacional Ministries (RZIM) dio a conocer una investigación privada que encargó al despacho Miller & Martin PLLC. Hecha pública el pasado 9 de febrero, el documento de 12 páginas concluye que uno de los más importantes apologistas cristianos del tiempo presente tuvo durante años una doble vida de comportamientos sexuales inapropiados.
Ravi Zacharias murió en mayo de 2020.
Escucha en el Ep17 T2 de mi podcast “La historia de la persona más solitaria del mundo”, inspirada en este caso. Búscalo aquí.
El reporte comprobó que el apologista sostuvo relaciones con una gran cantidad de mujeres en un plazo que podría ser de alrededor de una década. En algunos casos fueron contratados servicios sexuales provistos por masajistas, en otros casos manipuló a otras para que lo hicieran voluntariamente valiéndose de sus dotes persuasivas y de su reputación espiritual.
Fue accionista silencioso de, por lo menos, un spa en el que intentó convencer a masajistas de proveerle servicios sexuales. Lo hizo exitosamente en algunas ocasiones. A una de ellas la convenció de viajar con él a sus conferencias internacionales ofreciéndose a pagar la escuela de sus hijos y otros gastos. Por lo menos enfrentó una demanda relacionada con estos hechos, la cual terminó en un arreglo privado que obligaba a la demandante a no hablar del asunto. Hizo otras cosas deplorables más y no pretendo ahondar en detalles.
Debemos recordar que el comportamiento pecaminoso de un hombre de gran reputación en el cristianismo no desacredita al mensaje del evangelio de Jesucristo. Creer lo contrario es como pensar que por un mal médico la Medicina no sirve y que todos los hospitales y los médicos son inútiles.
También recordemos que la apostasía es posible. De hecho, a nuestro alrededor ha habido muchos que un día conocieron y caminaron en la senda de la verdad y se alejaron de ella. Y no solo eso. Algunos hoy reniegan, blasfeman del camino y animan a otros a rechazar a Dios. Siempre habrá personas que caminaron en la verdad y la negaron al ser seducidos por sus propios deseos descontrolados.
Eso me lleva a la siguiente reflexión. Muchos simplemente tropezarán. El caso de esta publicación nos debe llevar a meditar en la importancia de perseverar para evitar que nuestra conciencia sea un callo tan duro que nos impida sentir siquiera remordimiento, ya no digamos contrición por ofender a Dios y al prójimo. No sabemos si Ravi se arrepintió; solo Dios, y no tiene caso especular al respecto. En cuanto a nosotros, nos es necesario pensar en esto y llenar nuestras lámparas de aceite, pues muchos están siendo negligentes y no están velando.
Sin duda, esto provocará que muchos blasfemen el bendito nombre de nuestro Señor. Esto no debe desanimarnos en el ejercicio de nuestra vocación de hacer discípulos. Al contrario, debemos demostrar con nuestras propias vidas que Dios hace nuevas todas las cosas, que es poderoso para dar vida a los muertos que un día andaban presumiendo vida.
Nuestras vidas deben reflejar el brillo del precioso evangelio de salvación, no solo para una vida futura, sino de salvación de nosotros mismos en esta vida y salvación de la corrupción del mundo que lleva a la condenación. Por el contrario, Jesús vino a salvar lo que se había perdido y muchísimos están esperando escuchar las buenas nuevas de salvación para reconciliarse con Dios y así vivir en libertad de la esclavitud que los oprimía y oprime al mundo.
La historia de Ravi nos recuerda que nadie que haya confesado haber creído en Jesús puede simplemente creer que puede dejar de perseverar, que puede dejar de decidir cada día adorar a Dios en todo lo que hace. Todos mostramos la eficacia del poder de Dios, el cual, a pesar de los tropiezos sigue perfeccionando el carácter de Cristo en cada uno. Cuando uno esclavizado conoce a uno que ha sido libertado por medio de la fe en Jesús tiene esperanza de que Dios también le salve, restaure y sostenga.
Hoy más que nunca es fundamental que en nuestras iglesias ejerzamos el discipulado en el que cuidamos los unos de los otros a través de relaciones amorosas en las que el consejo bíblico es su brújula, con el fin de que nuestras comunidades favorezcan la restauración y eviten la complicidad, la religiosidad y el disimulo alimentado por la obsesión de cuidar nuestra reputación espiritual y no nuestra comunión con Dios.
Como iglesias consideremos la realidad del pecado, de las tentaciones, de la lucha espiritual y de la apostasía para evitar que alguno tropiece, pero para restaurarnos con humildad y amor si alguno es sorprendido en pecado.
Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. 2 Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo. 3 Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Cada cual examine su propia conducta; y, si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie.
Gálatas 6
Oremos por la restauración de la familia Zacharias, por la organización y sus autoridades, así como las víctimas de estos reprobables hechos.
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