Cuando el Evangelio se parece a otras creencias
El evangelio que algunos predican no es diferente a las religiones y filosofías de moda. (más…)
Hay que discernir el estrés espiritualmente para afrontarlo espiritualmente. Sin duda, nos estresamos. Es normal poner nuestros sentidos, enfoque, energía y habilidades en resolver problemas. Los empleos consisten precisamente en eso. Nos pagan por estar en estrés.
En el argot informático se estresa el CPU de la computadora para probar cómo responderá a cargas de trabajo intensas, como la reproducción de un videojuego con gráficos de alta resolución o la edición de un video o audio en un programa profesional. El sector salud define el estrés como tensión física o emocional. Es la respuesta de la mente a un desafío o peligro, luego, el cuerpo sufre los efectos.
En el caso de quienes confiamos en Jehová/Yahvé, además de lidiar con el estrés en nuestro empleos, llegamos a experimentar angustia, incertidumbre, tristeza o agotamiento ya sea por las diversas circunstancias de la vida, o por llevar nuestra mente y cuerpo al límite tratando de cumplir compromisos adquiridos con la iglesia, algo muy común entre los ministros. No obstante, las situaciones de la vida que Dios permite y que nos afligen tienen el propósito de probar nuestra fe en él.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia y mediante la resurreción de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, 4 para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera. Esta herencia les está reservada en los cielos 5 a ustedes, que por medio de la fe son protegidos por el poder de Dios, para que alcancen la salvación, lista ya para manifestarse cuando llegue el momento final.6 Esto les causa gran regocijo, aun cuando les sea necesario soportar por algún tiempo diversas pruebas y aflicciones; 7 pero cuando la fe de ustedes sea puesta a prueba, como el oro, habrá de manifestarse en alabanza, gloria y honra el día que Jesucristo se revele. El oro es perecedero y, sin embargo, se prueba en el fuego; ¡y la fe de ustedes es mucho más preciosa que el oro! 1 Pedro 1 (RVC)
El texto bíblico encierra numerosas verdades. Por el momento, nos centraremos en una sola, la relativa a ser probados. Dice que la meta de la fe es nuestra salvación, que no es otra cosa que librar la condenación para la cual estábamos destinados de una eternidad sin Dios, para acceder a una eternidad con Dios. Esto será una realidad en el futuro, cuando todas las cosas lleguen a su cumplimiento. Mientras tanto, como la fe es la materia prima usada por Dios para sostenernos con el fin de que alcancemos salvación, debe ser probada con el fin de purificarla, tal como el oro. Las pruebas, como dice Pedro, están acompañadas de aflicciones, estas estresan.
No precisamente. Él nos prueba para que confiemos más y más en su poder, y menos en nuestra inteligencia, capacidades, fuerza o sabiduría. Lo hace para destruir nuestra supuesta autosuficiencia y así encontrar nuestra suficiencia total en Cristo.
De modo que las pruebas de la vida, como las diferencias entre esposos, hermanos, prójimos, con los hijos, con los padres, con los jefes, los problemas, los accidentes, las injusticias, la persecución por causa de nuestra fe, y todas las situaciones que vivimos, deben cumplir dicho objetivo.
Pedro dice que las aflicciones del creyente son temporales, porque el sufrimiento producido por ellas perfecciona la fe y nos libra de pecar, y por consecuencia, nos libra también del sufrimiento generado por vivir angustiado, impaciente, triste, amargado, insatisfecho, afligido, etcétera. ¿Ves? Una cosa es sufrir por la adversidad, lo cual martilla nuestro carácter para asemejarlo más al de Cristo, y otra sufrir por las consecuencias de confiar más en ti mismo que en Dios. Lo primero da fruto al depurar tu fe, lo segundo es un sufrimiento estéril que enferma tu mente y tu cuerpo, aunque también Dios puede usarlo para hacerte volver a él.
La prueba (problemas, aflicciones, sufrimiento, enfermedades…) forma nuestro carácter con el fin de parecernos más a Cristo y descansar en el Padre.
Ejemplos bíblicos de estrés
Si bien el concepto del estrés es moderno y no se halla en la Biblia, sí encontramos los efectos del sufrimiento y la aflicción en forma de emociones como dolor, remordimiento, tristeza, angustia y congoja, entre otros.
Una gran cantidad de Salmos de David reflejan esta realidad:
16 Mírame, y ten misericordia de mí,
Porque estoy solo y afligido.
17 Las angustias de mi corazón se han aumentado;
Sácame de mis congojas.
18 Mira mi aflicción y mi trabajo,
Y perdona todos mis pecados. Salmo 25 (RVR1960)
Incluso vemos a Jesús en un episodio amargo antes de su crucifixión:
32 Al llegar a un lugar llamado Getsemaní, Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy a orar.» 33 Se llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse. 34 Les dijo: «Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos.» Marcos 14 (RVC)
El evangelio de Lucas dice incluso que el Señor sudaba como gotas de sangre por su angustia. Así que sin duda todos llegamos a estrenarnos por las situaciones de la vida y el ministerio, mas es preciso dejar nuestra carga en Dios como Cristo que dijo –no se haga mi voluntad, sino la tuya–, y como Pablo, quien escucho las palabras –con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad–. Entonces, más vale considerar y entregar nuestra debilidad, para que el poder de Dios repose en nosotros, y en nuestras aflicciones y sufrimientos por hacer lo justo y lo bueno, todo lo agradable al Señor.
El Salmo 25 explica muy claramente la relación entre las aflicciones humanas, el pecado, el perdón y la confianza y fe en Dios. Al rey David le angustiaban sus pecados y sus enemigos. El estrés, por llamarlo así, es humano, sin embargo, eligió acudir a Dios en vez de lidiar por su cuenta con ello, y abrazar la verdad divina para entender y conocer a Dios.
¡Ese es el propósito de la fe! Si no sabes quién es Dios, ¿cómo tendrás fe en su salvación temporal y eterna? ¿Cómo esperarás en él? ¿Cómo sabrás que sus misericordias y piedades son perpetuas como David mismo reconocía (v. 6)? Sabía que aunque pecó, encontraba perdón en su Dios, pero también sabía que su misericordia es para quienes guardan su pacto (v. 10), y viven en integridad y rectitud (v. 21). ¡Le afligía su pecado porque sabía que ofendía a su Dios!
Finalmente, permite que su aflicción fortalezca su fe en su Dios y lo lleva a ponerse a cuentas con él. Así es como podemos ser restaurados.
Si tu fe no te lleva a conocer a Dios, no podrás regocijarte en él, ignorarás el propósito de tus pruebas, vivirás estresado y pecando por desechar al Señor y ponerte tú en el asiento del piloto de tu vida.
Las consecuencias del estrés las verás en tu mente y en tu cuerpo:
Pingback: Lo que es y lo que no es el contentamiento - Restaura Ministerios | Restaura Ministerios