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Conformismo es aspirar a nada; contentamiento, ser feliz sin tenerlo todo.
En esta época posmoderna muchos cristianos se preguntan si su fe está peleada con el éxito, la felicidad o las riquezas. El contentamiento resuelve este dilema.
¿Son el éxito, la riqueza y la felicidad malas en sí mismas? Sí cuando estas cosas son el objetivo principal de la vida. Si el ser humano piensa o siente que no las obtuvo vive en amargura, en frustración y en falta de propósito y significado. El Señor Jesucristo vino a recordarnos que tenemos propósito y significado cuando adoramos a Dios, porque podríamos perder el éxito, las riquezas podrían acabarse y lo que consideramos que es felicidad podría terminarse, pero Dios nunca cambiará, pues es el mismo por la eternidad.
El ser humano ama tanto el éxito, a las riquezas y procura tanto ser feliz que pretende usar a Dios para adorar esas cosas. No siempre ese trío va unido. Algunas personas son exitosas y no tienen riqueza, pero son felices. Algunos son felices, pero no tienen riqueza y otros tantos son ricos, aunque carecen de felicidad y éxito en las áreas de la vida más importantes.
Hay que decirlo: buscar éxito, riqueza y felicidad “a toda costa” es la diferencia entre la plenitud y la frustración. Quien pretende el éxito a toda costa sacrifica su felicidad en el camino. Quien trabaja para alcanzar la riqueza a toda costa, sacrifica el éxito en diversas áreas de su vida y, por lo tanto, su felicidad. El contentamiento guarda el equilibrio entre el éxito y la felicidad.
Y aquí viene el tema del conformismo y el contentamiento. Lo primero se asocia comúnmente a la falta de iniciativa, de ambición por alcanzar nuevas metas o es simplemente indiferencia hacia todo; lo segundo, es un valor originado en el agradecimiento a Dios por lo recibido. ¿Te suenan igual ambos conceptos? Sigue leyendo.
Mientras que unos persiguen la felicidad como el gato al ratón, la Biblia enseña que el hijo de Dios es feliz hoy pues tiene contentamiento. No quiere decir que en el futuro debe permanecer tal como está, sino que no le añadirá ni le restará felicidad lo que le falta ni lo que tendrá. En este momento es feliz, y si le preguntan en 10 años también lo será. Con lo que tiene hoy es feliz y con lo que tendrá mañana también lo será.
El problema es cuando alguien vive amargado porque hoy no tiene con lo que sueña en el futuro. No vive agradecido con lo que Dios le ha dado y, por lo tanto, no estará agradecido con lo que obtenga después debido a que algo le seguirá faltando. Quien no tiene contentamiento vive en un estado permanente de amargura e insatisfacción.
La cultura nos enseña a ser ambiciosos en el sentido de ir siempre por más, más y más. Nunca es suficiente. Cuando estudias deseas trabajar para tener dinero, y cuando trabajas desearías tener un mejor trabajo, y cuando tienes un mejor empleo no lo valoras al ver cuánto gana tu jefe y en dónde pasa las vacaciones, pero cuando llegas ahí el salario con el que soñabas no alcanza para cumplir tus anhelos. Asimismo, el soltero piensa en encontrar el amor, mas cuando lo tiene luego empieza a buscarlo en otra parte. ¿Cuándo estará pleno?
Quien tiene contentamiento es feliz con lo que tiene, sin embargo, eso no significa que no tenga ambiciones. Ambiciona ser un mejor esposo, ambiciona tener una vida de mayor obediencia a los mandamientos de Dios para hacer lo bueno y lo justo, ambiciona mejorar su negocio para tener más dinero con el que pueda sustentar a su familia y ayudar a otros que tienen menos, ambiciona ser un mejor profesionista para servir a otros con sus habilidades y capacidades, y en fin, ambiciona ser un servidor de otros porque reconoce la bondad y misericordia de Dios para con él.
De esta manera, quienes tenemos contentamiento no perseguimos la felicidad, vivimos en un estado de plenitud al entender que nuestro mayor éxito, riqueza y felicidad es Dios, en Cristo. Ambicionar es una de esas palabras muy pervertidas en nuestra actualidad. Significa sencillamente anhelar algo con vehemencia. ¿Cuáles son tus anhelos? Los que tenemos como humanos son efímeros y egoístas, pero son cambiados por los de Dios, que son eternos y buenos. Cada día debemos decidir vivir procurando sus anhelos, que siempre son mejores que los nuestros.
Mira algunos textos de la Biblia:
“10 Grande ha sido mi gozo en el Señor de que al fin han reanudado ustedes su cuidado por mí. Claro, la disposición la tenían, pero les faltaba la oportunidad.11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a estar contento en cualquier situación. 12 Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que para sufrir necesidad; 13 ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”, Filipenses 4 (RVC)
“6 Pero la piedad es una gran ganancia, cuando va acompañada de contentamiento;7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, si tenemos sustento y abrigo, contentémonos con eso. 9 Los que quieren enriquecerse caen en la trampa de la tentación, y en muchas codicias necias y nocivas, que hunden a los hombres en la destrucción y la perdición; 10 porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores.”, 1 Timoteo 6 (RVC)
“7 Cuando la gente salía para que Juan los bautizara, él les decía: «¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? 8 Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor, y no vayan a decir entre ustedes: “¡Nosotros somos descendientes de Abraham!”; porque les aseguro que incluso a estas piedras Dios puede convertirlas en descendientes de Abraham. 9 Además, el hacha ya está lista para cortar los árboles de raíz. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego.»
10 Entonces la gente le preguntó:
—¿Qué debemos hacer?
11 Juan les contestó:
—El que tenga dos trajes, dele uno al que no tiene ninguno; y el que tenga comida, compártala con el que no la tiene.
12 Se acercaron también para ser bautizados algunos de los que cobraban impuestos para Roma, y le preguntaron a Juan:
—Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?
13 Juan les dijo:
—No cobren más de lo que deben cobrar.
14 También algunos soldados le preguntaron:
—Y nosotros, ¿qué debemos hacer?
Les contestó:
—No le quiten nada a nadie, ni con amenazas ni acusándolo de algo que no haya hecho; y confórmense con su sueldo.”, Lucas 3 (DHH)
Quien carece de contentamiento estará expuesto a la tentación de amar al dinero o a las cosas que puede comprar, al éxito y a la permanente búsqueda de la felicidad sin encontrarla. Es por eso que tener contentamiento ayuda al que lo tiene pero también al prójimo. En lugar de tener resentimiento por nuestro pasado, insatisfacción por nuestro presente y ansiedad por el futuro podemos tener paz, gozo y hallamos libertad y sanidad del miedo, la angustia, la codicia, la avaricia y el orgullo, por ejemplo.
Si entiendes la felicidad como un futuro y no una realidad, vivirás insatisfecho siempre. Dios enseña en su palabra a estar agradecido por el presente y ver el futuro como una oportunidad para darle la gloria que merece mediante una vida de adoración al Creador y Redentor de nuestras almas, y también para tener gozo en nuestras vidas, amar a otros, compartir lo que tenemos, hacer un buen uso de nuestros recursos y soñar con formas para generar un mayor bien en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean.
Cuidado con quienes pretenden usar a Dios para obtener su éxito, riqueza y felicidad personal fuera de él, como lo hacen los humanistas utilizando las religiones, las filosofías de superación personal y autoayuda, el coaching, la sicología y aun la Biblia.
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