Lo malo que te ocurre, ¿Dios lo quiere?
Una cosa es lo que Dios quiere para mí y otra el resultado de mi rebeldía. (más…)
Falta de discipulado es la razón del sufrimiento en nuestras iglesias. No quiero ser simplista. En las iglesias sufrimos por una diversidad de factores, como la tolerancia al pecado, la predicación de un evangelio muy parecido al bíblico que no lo es, la ausencia de regeneración espiritual y mental del creyente, así como las múltiples manifestaciones de nuestra carnalidad, entre otros más.
Que los creyentes vivamos así convierte, en apariencia, a la iglesia de Jesucristo en una opción más entre las religiones disponibles en el mundo. Bien reza el dicho “la gente no busca a Dios porque no conoce a un cristiano… o porque lo conoce“. Detrás de esa frase se encuentra la triste realidad de personas que simpatizan con el evangelio, pero no lo viven como es. Pareciera que la iglesia, ante los incrédulos, son esos montones de simpatizantes que dicen creer, mas sus obras son malas. No lo es.
Todo sería muy diferente si los que amamos a Dios y al prójimo comenzáramos a invertir tiempo en otros no solo para enseñarles mucha información, sino para compartir la vida con ellos y que realmente nos conozcan cómo somos cuando estamos alegres, cuando tenemos problemas, cuando sufrimos, cuando encaramos la muerte de un ser amado, cuando perdemos el trabajo, cuando obtenemos uno, cuando tenemos mucho, cuando tenemos poco, cuando nos ofenden y nos hacen mal, cuando nos bendicen…
No son los cursos, escuela dominical o institutos bíblicos de las congregaciones. El discipulado se resume en el siguiente verso:
14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios…, Marcos 3 (RVR1960)
El pasaje relata no sólo lo que hizo Jesucristo, sino sus motivaciones. Es fascinante que él nombra a sus 12 discípulos de sus decenas y cientos de discípulos. Hace unos años pensaba que Jesús estaba solo y reclutaría a 12 para comenzar su ministerio, pero la Biblia indica que Jesús ya tenía muchos seguidores para este momento y únicamente a 12 les pide seguirlo. ¿Para qué? Para que estuvieran con él y capacitarlos.
Ya con el Nuevo Testamento completo, entendemos que discipulado es:
¿Nuestro discipulado replica estos principios ejercitados y enseñados por nuestro Señor Jesucristo y sus discípulos? Más bien imita el sistema académico/escolarizado del mundo. Está muy bien tener espacios formales de aprendizaje de las cosas santas, pero imaginemos qué tan ridículo sería que el Maestro hubiera discipulado a sus 12 exclusivamente tal como nosotros lo hacemos.
¿Eres discipulado? Yo tampoco lo era. Vivía mi fe de manera solitaria aunque me encontrara con otros creyentes en cada reunión 2 o 3 veces a la semana, aunque atendiera mis clases del instituto bíblico, aunque ministrara de una u otra forma, aunque participara en las actividades. Nadie dedicaba tiempo a mi vida espiritual simplemente porque a nadie le interesaba. ¿La verdad? Yo tampoco lo hacía.
A los ministros a quienes les rendía cuentas les interesaba que no faltara a las reuniones, que hiciera todo como se me exigía, que dedicara mi tiempo y esfuerzo a la obra (proyectos personales que poco o nada aportaban realmente a la obra), que hiciera las llamadas, que escribiera los reportes, que me presentara a las juntas de planeación, que ejecutara sin excepción mis responsabilidades, que preparara los estudios/clases/predicaciones, que fuera a los ensayos, y un largo etcétera.
Admitámoslo, en nuestras congregaciones predomina un ambiente empresarial. Estamos dedicados a realizar tareas, no a las personas, con un cuidado de sus vidas, con la procuración de su crecimiento espiritual o de su comunión con Dios. ¿Cómo puedo estar tan seguro? Porque hice mi rol de empleado y de jefe en este esquema administrativo-eclesiástico. Si fuéramos un poco honestos, admitiríamos que en nuestras organizaciones cristianas servir en la obra de Dios no implica tener comunión con el Dios de la obra. Esto debe cambiar.
Debemos vivir el evangelio. Si somos transformados por el evangelio, sin duda seremos usados para que Dios transforme las vidas de otros. Esto ocurrirá si somos la evidencia misma del poder del evangelio. Eso es obra del Espíritu Santo, quien usa nuestro arrepentimiento y obediencia como materia prima.
¿Cómo hacer posible esto? Debemos ser discipulados por un creyente más maduro en la fe que nosotros. Ser humildes y recibir la exhortación, la enseñanza, el ánimo, el consuelo o la corrección de alguien que sabe por qué estamos pasando, y sobre todo, que conoce bien la Palabra de verdad y vive conforme a ella.
Entonces, la iglesia seguirá trastornando al mundo, como decían de los seguidores de Cristo que llegaban a una ciudad (Hechos 17:6). Somos iglesia no nada más porque tenemos una fe, un bautismo y un Dios, sino también porque somos un cuerpo, y eso, lo dice todo. No andamos como brazos o dedos con vida propia.
Para cumplir la gran comisión, el discipulado es SER y HACER, primeramente uno mismo; no difundiendo verbalmente un evangelio que no vivimos. Asimismo, podremos discipular a otros con nuestro ejemplo y frutos. Quien no hace estas cosas es nada más un simpatizante del evangelio.
1 Yo, que estoy preso por causa del Señor, les ruego que vivan como es digno del llamamiento que han recibido, 2 y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor. 3 Procuren mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 4 Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos. Efesios 4 (RVC)
Lee también:
Encuentra más sobre este tema en el libro de Restauración de Iglesias “La Iglesia Útil“. También lee el libro de Restauración Personal “40 días en el desierto” y el libro de Restauración de Relaciones “Amar como a mí mismo”.
Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.
Discipulado por Dios
Quisiera compartir mi experiencia ya que estoy siendo discipulado por Dios por increíble que parezca.
Desde pequeño, tanto en la iglesia como en el colegio siempre me trataron como si fuera alguien superior, decían que era muy inteligente, para mi edad y todo eso, esto ha sido así hasta hoy que estudio en la universidad. Mis compañeros me han comentado “Es que tú eres más inteligente que nosotros.” y la verdad nunca ha sido algo que me agrade ser tratado así.
Sin embargo debo admitir que sus afirmaciones aunque exageradas tienen algo de verdad, no soy un joven estudioso, sino que lo opuesto, y aún así siempre he destacado académicamente, también en debates, etc…
Esto me ha afectado muchísimo en mi vida, ser tratado siempre como alguien superior siempre me ha limitado en cuanto a pedir ayuda a los demás, muchas veces tenía dudas que nadie era capaz de responder, a veces simplemente se negaban a responderme aludiendo que yo debería saber porque “tú sabes más de eso que yo”.
En cuanto a las iglesias, nunca me he conformado con lo que enseñan, puedo decir que a todas las iglesias que he ido enseñan religiosidad tal y como está descrita en esta página.
Todo esto ha creado en mi un deseo constante de buscar un guía espiritual, por un tiempo me imaginé viajando y visitando diversos líderes espirituales que me guiaran a obtener la paz.
Específicamente en cuanto a discipulado, nunca conocí a nadie que fuera discípulo y sé que me sería difícil de encontrar.
Durante años me consideré ateo, a pesar de haber ido a la iglesia de pequeño, pero siempre existió esa curiosidad en mi acerca de Dios y dioses, religiones, mitologías antiguas, etc… Pero la Fe era algo que veía muy lejano.
Para no alargar tanto esto, hace muy poco recibí el llamado de Dios, claro, no fue a través del teléfono ni una voz desde el cielo, sino una inquietud que no me dejaba ni siquiera dormir, lo primero que hice fue buscar a Dios, pero no hallaba razones para creer incluso en su existencia, pero decidir tener Fe, mi Fe humana no se comparaba en nada a la Fe que creía que Dios podía dar, aún con dudas oraba cada día para que el Señor me diera Fe y empecé a leer la Biblia, pasaron algunos días y el señor empezó a obrar en mi.
Pero todas sus obras no se han detenido ni por un segundo hasta el día de hoy, siempre me imaginé que Dios cambiaría mi vida de un día para otro y luego no se manifestaría más en ella o lo haría en contadas ocasiones, pero hoy lo veo trabajar en mi vida todos los días, formándome y guiándome, incluso actuando a través de mi para guiar a otros.
Sabía que debía empezar a congregarme, pero había tenido tantas decepciones con la iglesia que veía cada iglesia con escepticismo y nunca me atreví a entrar, después de un tiempo logré comprender la misión que Dios tenía para mi, tal y como dijo Pablo yo debía “siendo libre para con todos” debía hacerme “siervo de todos”, ya no debía buscar una iglesia a pertenecer, porque nunca encontraría la iglesia perfecta, sino que debía servir a todas las iglesias para “restaurar” a la Fe a quienes han sido engañados con doctrinas religiosas de hombres cegados por la autoridad.
Cuando por fin decidí contarle esto a alguien me sentí un poco raro, con dudas, ¿Por qué Dios me diría que haga algo distinto a lo que les pide a todos los demás? ¿Qué tenía yo de especial? Como dije al principio, siempre la gente me había tratado como alguien superior o especial pero yo nunca me consideré así, a pesar de ser consciente de lo que decían y sus razones. Sabía además que Dios no elige al que es apto sino que hace apto al que es elegido.
Pero seguía con mis dudas ¿Y si todo lo que me han dicho me ha hecho creer que soy más especial y que tengo una misión que me he dado yo mismo y no Dios?
Obviamente hice lo más sabio que podía hacer y fue orar para que Dios me entregara de uno u otro modo la respuesta, y mientras oraba recordé una oración especial que había hecho hace un tiempo.
Cuando por fin Dios empezó a darme Fe y tranquilidad luego de haberlo buscado hubo una oración en especial, estaba pensando mucho en la muerte… Me veía a mi mismo, anciano, luego de haber vivido una vida absolutamente normal, creyendo en Dios, pero enfrentado ante la agonía de la muerte.
Me imaginaba agonizando y pensando ¿Qué hay después de la muerte? Y el pánico se apoderaba de mi, pero por un instante recordé a todos los mártires en Cristo, aquellos que por no negar su Fe eran capaces de aceptar hasta la muerte. Claro, yo no quería ser torturado ni asesinado, pero quería una Fe tan fuerte como la de ellos.
Entonces oré, y le pedí a Dios que si tenía una carga para mi me diera una carga pesada; me conozco a mi mismo y sé que una carga liviana es algo que pronto me olvidaría, sin embargo una carga pesada está ahí, cada día recordándote que está, sabía que nunca tendría Fe verdaderamente con una carga liviana, solo creyendo y llevando una vida normal.
Mientras le preguntaba a Dios por qué recibiría alguien como yo una misión especial o distinta al resto, por qué me revelaba cosas que a otros no, por qué actuaba a través de mi que no era ninguna autoridad me recordó esa oración y entendí que todo esto fue lo que yo pedí.
La Fe que tenía cuando pedí esa carga no se compara con la Fe que tengo ahora, y a pesar de que mi vida se ha vuelto muy ajetreada por ayudar a otros y guiarlos dejando que Dios hable a través de mi (y no dando de mi opinión) el gozo que siento al ver que Dios me sigue formando cada día es algo que nunca habría imaginado antes de vivirlo.
Todo esto es algo muy reciente, no me podría considerar a mi mismo un discípulo formado, aún veo a Dios revelándome cosas nuevas, formándome, etc… Aún no me he congregado en una iglesia formal, pero he compartido con Cristianos de todas las denominaciones y ofrecido mi ayuda a todos por igual, no como autoridad sino como siervo.
Hoy en día oro a Dios pidiéndole que no me deje perder la humildad y caer en la soberbia, puesto que nada de lo que he podido hacer en este tiempo me lo debo a mi, sino a él.
He pensado muchas veces que todo debe ser producto de mi imaginación, que no hay manera que Dios me eligiera a mi para hacer algo especial, pero siempre que oro confiando en él me demuestra que realmente esto es lo que él quiere para mi.
Sentí que sería bueno compartir esto, no con la intención de exaltarme ni nada por el estilo, sino para compartir mi testimonio acerca de lo que Dios ha hecho conmigo, toda la gloria sea para Él.
Amo al Señor mi Dios con todo mi corazón, toda mi mente y todas mis fuerzas! Amen!
Que Dios los bendiga 🙂
Gracias por escribir Felipe. Le animo a formar parte de una iglesia local. Es peligroso andar por la vida sin rendir cuentas a nadie. Usted dirá que le rinde cuentas a Dios, pero Jesús dejó una iglesia por muchas razones muy importantes. Usted y yo formamos parte de un gran cuerpo de creyentes de toda la historia que compartimos nuestra fe en el Dios vivo, pero la comunidad local, donde él nos ha puesto, es muy importante porque ahí practicamos la sujeción a otros, la humildad, ponemos en práctica los dones y muchas cosas más que por ahora usted cree que no necesita, pero es bueno que lo haga porque sí lo necesita aunque aún no lo sabe. Dios en su misericordia nos pastorea a los que andamos como ovejas sin pastor, pero para eso está la iglesia y debemos poner manos a la obra para discipular y pastorear a otros. Sea manso y humilde como su Señor y busque una iglesia local en la cual ser un siervo. Dios lo bendiga.