Hacemos evangelismo pero lo hacemos para llenar edificios, no para que Dios transforme vidas.

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En nuestra experiencia sirviendo a personas, matrimonios, familias e iglesias en Restauración y Consejería hemos identificado dos errores en el evangelismo.

Para ilustrarlo, déjame contarte que una congregación que nos recibió estaba en campaña de evangelismo. En la predicación se animó a los creyentes a salir a evangelizar a las calles. Al final, Paola y yo estábamos dando información a los interesados en Restauración y Consejería. Un matrimonio nos dijo no entender cómo los mandan a evangelizar sin asegurarse de que conozcan el evangelio o de que lo vivan. Desde su punto de vista, esas son dos razones por las que la gente no evangeliza. ¡No puedo estar más de acuerdo!

Evangelismo e ignorancia

Al dar Consejería, la mayoría de las personas acepta no conocer el evangelio aunque se reúne con una iglesia. No saben si son salvos, no saben cómo pueden vivir en libertad en Cristo, cómo dejar de ser esclavos de sus pecados, cómo hacer la voluntad de Dios. Sí, precisamente por eso buscan ayuda. Si estuvieran viviendo el evangelio harían cualquier otra cosa. Sin embargo, esto nos dice dónde se encuentra una gran debilidad en la iglesia.

Tenemos ideas de lo que es el evangelio, pero ¿podemos explicarlo? No podemos creer algo que no podemos explicar y tampoco podremos vivirlo.

Justo conversaba en la semana con alguien que me decía que se sentía mal por compartir el evangelio a sus conocidos, sabiendo que no lo vivía. Reconocía la triste realidad de saber de Jesús pero no hacer lo que Jesús enseñó. Aquí el problema es que ignora cómo vivir el evangelio a pesar de conocerlo.

Me identifiqué inmediatamente. Yo mismo desempeñé cargos en la congregación aun cuando no conocía el evangelio realmente y enseñé el evangelio a otros cuando no era una realidad en mi vida. Hoy día, es normal que esta condición prevalezca, pero no está bien.

Evangelismo sin transformación personal

No obstante, seguimos haciendo campaña para traer a más personas al edificio en el que nos reunimos. Los llevamos a nuestras actividades, pero no necesariamente a Dios. ¿Cómo llevar a otros a Dios si no conocemos el evangelio o si este no nos ha cambiado?

El Evangelio primero debe transformarnos para luego ser divulgado. Una de las consecuencias de hablar de un mensaje que transforma a las personas cuando quienes lo difunden no han sido transformados es que el mundo no tome en serio lo que hablamos. Si lo que predicas no te ha servido a ti, ¿por qué perder el tiempo en eso? Es lo que la gente se pregunta.

El evangelismo es la anunciación del evangelio. Anunciación no es solo predicarlo con palabras, con nuestras bocas. Ser discípulo de Jesús es demostrar a otro que el evangelio es poder de Dios a todo aquel que cree. Anunciamos con la vida misma, y eso incluye nuestras bocas, que es la verdad porque lo que Dios ha dicho es una realidad en nuestras vidas.

Inconscientemente, cuando evangelizamos y alguien llega a la iglesia donde encuentra a gente no transformada por el evangelio, comunicamos el mensaje contradictorio de que puede quedarse como está, que eso está bien y que no va a pasar nada. Pero Dios nos redime y salva no para dejarnos como estamos, sino para sanarnos y santificarnos.

Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.»

Juan 3 (RVC)

Conclusión

Jesucristo mismo da testimonio de que la mejor manera de evangelizar es discipular. En cambio, hacemos campaña pretendiendo que el discurso supla lo que una vida no renacida no puede lograr. Testificar no es predicar un discurso de memoria, testificar es ser testigos de Jesús y dar el testimonio de lo que ha hecho en nuestra vida. Si no podemos decir la diferencia entre nuestra vida antes de Jesús y cómo es con Jesús, esforcémonos por vivir el evangelio. Hagámoslo por amor a Dios, porque cuando alguien dice que no es cristiano porque son hipócritas no nos ataca a nosotros, sino que blasfema en contra de Dios al decir que no tiene el poder para sanar la vida, para renovar la mente, para dar libertad del pecado, para dar propósito y vida.

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Más sobre el propósito del Evangelismo y malas prácticas en el libro La Iglesia Útil, de venta en librerías de México y Centroamérica.
Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona a reconciliarse con Dios y con su prójimo. Fue periodista y es autor de los libros de Restauración “40 días en el desierto“, “Amar como a mí mismo” y el éxito de librería “La Iglesia Útil“.

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