Malos padres, hijos resentidos y la solución de Dios
Esto hizo Dios para detener la espiral de la violencia. (más…)
No es justo odiar a padres, hijos, vecinos, jefes y gobernantes malos.
Como Consejero Bíblico escucho que todo tipo de personas justifican su odio a esposos, familiares, colegas, gobernantes que hacen todo tipo de maldades. Se justifican al decir que tienen la razón. Pero como cristianos, ¿tener la razón nos dará la razón ante Dios cuando odiamos?
Imagínalo por un momento. Un gobernante que manda a la policía a disparar en contra de la población; un padre o una madre que abusa de su autoridad en contra de sus hijos; un jefe que en el trabajo perjudica a sus subordinados; o un vecino que no se cansa de perjudicar a los demás buscando únicamente su bien.
En casos como esos, ¿es justo no perdonar? Aparentemente es justo, pero desde la perspectiva de Dios es una injusticia por la que pagaremos. Debo decir que no perdonar equivale a odiar, porque si amas, perdonas.
La única manera de ver la realidad con los lentes de Dios es creer el Evangelio, mediante el cual comprendemos que nuestra rebeldía y pecado nos llevó a hacernos nuestro propio dios para no tener que rendir cuentas a Dios. Esto derivó en nuestra depravación: más pecado produce más pecado.
De manera que nos constituimos en enemigos de Dios y condenados, debido a su decreto de que la paga del pecado es muerte. Cuando pensamos en la persona que hace tantos males que nos afectan pensamos que lo justo es desearle mal, que pague por sus acciones.
No obstante, Dios nos regala la oportunidad de enmendar el camino para no ser sujetos de su justo juicio sin que hayamos hecho algo para merecerlo. De la misma manera en la que somos perdonados si nos arrepentimos, sin merecerlo, Dios manda a amar y perdonar a otros sin que lo merezcan.
Por su gracia, nos ama. ¿Es porque somos muy buenos? De ninguna manera, es por su misericordia. Él tendría toda la razón a su favor para odiarnos y abandonarnos a nuestra suerte, pero no lo hace.
Al contrario, actúa en nuestro favor. Si Dios nos odiara por la multitud de nuestros pecados estaría perfectamente justificado, porque él es Santo, Bueno y Justo, pero no lo hace.
Así que nos ama y nos pide amar de la misma manera a nuestros enemigos, a quienes nos hacen mal.
23 Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. Romanos 6 (RVC)
Creemos que es justo desear el mal, odiar y no perdonar a las personas malvadas. La Biblia nos muestra que lo justo es perdonarlas y amarlas como Dios lo hace con nosotros. Podemos seguir justificándonos nosotros mismos en nuestra mente y asegurar tener la razón. Sí, nadie niega la maldad de quienes te hacen daño, pero no se trata de lo que tú crees justo, sino de lo que Dios dice que es justo.
El Señor te va a hacer justicia, por eso no te preocupes, pero tú tienes que hacer lo que tienes que hacer como hijo de Dios. Si tú haces venganza, no esperes su justicia, sino su juicio por tu pecado.
23 Por eso, el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Cuando comenzó a hacer cuentas, le llevaron a uno que le debía plata por millones. 25 Como éste no podía pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer y sus hijos, y con todo lo que tenía, para que la deuda quedara pagada. 26 Pero aquel siervo se postró ante él, y le suplicó: «Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.» 27 El rey de aquel siervo se compadeció de él, lo dejó libre y le perdonó la deuda. 28 Cuando aquel siervo salió, se encontró con uno de sus consiervos, que le debía cien días de salario, y agarrándolo por el cuello le dijo: «Págame lo que me debes.» 29 Su consiervo se puso de rodillas y le rogó: «Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.»30 Pero aquél no quiso, sino que lo mandó a la cárcel hasta que pagara la deuda.31 Cuando sus consiervos vieron lo que pasaba, se pusieron muy tristes y fueron a contarle al rey todo lo que había pasado. 32 Entonces el rey le ordenó presentarse ante él, y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella gran deuda, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú tener misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?» 34 Y muy enojado, el rey lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de todo corazón a sus hermanos. Mateo 18 (RVC)