Morir por Cristo o vivir sin Cristo
¿Qué enseña el dolor y la muerte de otros cristianos al otro lado del mundo? (más…)
Así trata un cristiano a quien lo ofende y agrede sin razón.
Texto: Mateo 26:47-50.
Personaje: Judas Iscariote.
Jesús y sus discípulos están en el huerto de Getsemaní luego de celebrar la Pascua y minutos antes de ser entregado por Judas, quien acompañado de una turba entregó al Señor para llevara preso y someterlo a juicio.
Judas fue el hombre que entregó al Señor para que fuera maltratado, crucificado y muerto y así se cumplieran las Escrituras. Al igual que los otros discípulos, dio muestras de dureza de corazón y falta de entendimiento, como cuando dijo que el perfume con el que el Señor fue ungido previamente a su sacrificio debió ser vendido en mucho dinero para dárselo a los pobres. Su intención era que llegara a sus manos para sustraer de ahí como lo había hecho antes (Juan 12:5-6). Luego Judas acuerda con los jefes de los sacerdotes y los capitanes del templo la entrega de Jesús. No está claro qué pudo pasar para que tomara una decisión como esa, pero su claro deterioro en su condición espiritual se muestra una vez más en su reacción a la noticia de la condena de Jesús al terminar quitándose la vida.
Que Judas Iscariote entregara a Jesús a sus enemigos es el resultado de una mala condición espiritual y emocional. Casi nada se dice de él, pero vemos a un hombre desequilibrado que traiciona a su amigo, a su Maestro, al que se había mostrado como el Mesías. Es algo horroroso de por sí y, en apariencia, está relajado y sin remordimientos durante la Pascua. Moja su pan en el plato con Jesús preguntando con cinismo ––¿seré yo maestro?–– cuando el Señor afirmó que uno de los 12 lo traicionaría. Judas había planeado bien cómo entregaría al Señor y recibió su paga por ello. Necesitó sangre fría para fingir que todo estaba bien mientras estaba con los 12 y con Jesús. Esto muestra a una persona no solo perversa, sino ambivalente a tal grado que puede engañarte para que pienses que es buena, pero si la descubres podrá convencer a todos de que tú eres malpensado, malintencionado o el malo.
El Señor fue paciente con Judas en todo momento. Ni siquiera cuando tuvo oportunidad, Jesús exhibió el doble ánimo de Judas, aunque Juan sí lo hizo. Aun cuando denunció ante los otros 11 que uno lo traicionaría no lo descubrió. Cuando Judas se presentó con la guardia del templo para que lo arrestaran Jesús recibió su saludo con un beso y Mateo consigna que le llamó “amigo”, aunque según Lucas le reclamó que lo traicionara de esa manera. Esto deja muy claro que cuando lidiamos con una traición debemos ser ecuánimes, pacientes y amorosos. Jesús mostró dominio propio ante su agresor y nunca lo ofendió con palabras ni acciones.
Cuando lidiamos con enemigos debemos conducirnos con dominio propio para no permitir ser controlados por las emociones ni el pecado ante las amenazas o las ofensas. Hay que tratar con dignidad al enemigo pues es una persona hecha a imagen de Dios y Jesús también murió por ella. Este trato demuestra nuestra esperanza en su salvación y conversión, que es mucho más importante que nuestros sentimientos ante sus agresiones. Debemos tratarle como a un amigo, con amor, de una forma sincera y honesta porque Dios nos amó aun cuando éramos sus enemigos.