7 mitos en los matrimonios cristianos

Descubre qué mito sobre el matrimonio te provoca problemas.

En nuestra experiencia en consejería para matrimonios y prematrimonial hemos identificado estas siete ideas erradas sobre el Pacto Matrimonial que la gente cree pero están ocasionados estragos en sus relaciones. Esas formas de pensar las han aprendido del mundo y de predicadores más influenciados por las filosofías de moda que por el evangelio de Cristo.

Identifica qué mitos sobre el matrimonio has creído para dejar que el Verbo cambie tu manera de pensar.

Mito 1: la felicidad es nunca discutir y evitar el conflicto

Parece lo más “cristiano” y “espiritual” evitar los conflictos con la meta de estar bien. Pensamos que, si no peleamos, entonces estaremos bien. Eso es un gran engaño. Todo tipo de desacuerdo entre los esposos es un conflicto y puede ser desde algo sencillo como cuál será el platillo de la comida de esta tarde, un tema financiero, bíblico, relacionado con la educación de los hijos o con un comportamiento que no corresponde al de un hijo de Dios.

Primeramente, el propósito del matrimonio no es la felicidad, sino adorar a Dios siendo uno entre ellos al ser uno con Dios. Si el esposo es uno con Dios y con la esposa, ambos hallarán la plenitud, sin importar las circunstancias que viven. Asimismo, sabrán que al discutir por un desacuerdo deberán hacerlo como santos que son en amor, sinceridad, respeto, gracia, humildad, en sometimiento al Señor en todo.

Mito 2: lo que necesitamos es comunicación, detalles, escuchar…

Las filosofías de moda han sacado a Dios de los matrimonios y, al no poder hablar de unidad con Dios y entre el esposo y la esposa, hablan de cosas superficiales que les ayudarán a estar alegres un corto tiempo pero que no les ayudarán a lidiar con su problema fundamental que es el pecado y sus diversas manifestaciones y consecuencias en la relación.

He escuchado muchísimos predicadores y pastores enseñar a ser detallistas, tener comunicación, saber escuchar y a hacer cosas que están bien, es verdad. Sin embargo, muchos matrimonios que procuran hacer estas cosas continúan ignorando que el fundamento de su relación debe ser el evangelio de Jesús y que para vivir según su fe deben abandonar sus prácticas pecaminosas y hacer lo bueno y lo justo, lo cual cambiará por completo su matrimonio. Por lo tanto, están agotados y frustrados ante estas estrategias “bonitas” que no funcionan por mucho tiempo, debido a que no les ayudan a cambiar su naturaleza pecaminosa y solo los estimulan superficialmente.

De hecho, al no cambiar nada en ellos, ser controlados por sus emociones y seguir manejando mal sus conflictos se frustrarán porque las cosas empeorarán en su relación. Lo peor es que no entenderán por qué. Lo primero que necesitan es someterse al Señorío de Cristo, cada uno. Entonces, podrán hacer actos de amor sin esfuerzo y espontáneamente, no de manera forzada o artificial.

Mito 3: servir a otros compensa mis pecados

Conozco muchísimos matrimonios que son muy activos en sus iglesias locales pero su relación está estancada, olvidada y hasta hecha pedazos. Por lo general piensan que el servicio a Dios y a la iglesia arreglará mágicamente sus problemas. De hecho, muchos usan el servicio para evitar abordar los profundos conflictos que tienen.

Aunque esposo y esposa desagradan al Señor con sus vidas, algunos sienten que al servir a otros compensan los pecados que practican en su matrimonio y como padres. Se han olvidado de lo verdaderamente importante y la religiosidad los ha engañado y esclavizado. El servicio comienza en casa: de un esposo hacia su esposa y sus hijos. Este hombre sirve a Dios así, usando sus habilidades, capacidades y dones para bendición de su familia y de otros, viviendo y compartiendo el evangelio de Jesús. Habiendo hecho esto, está mejor capacitado para servir a otros fuera de su familia.

Mito 4: servir a Dios y a la iglesia es más importante que mi matrimonio

El anterior mito consistió en pretender “lavar” los pecados propios haciendo buenas obras a otros mientras se abandona a la familia, pero el cuarto mito consiste en justificar el abandono emocional, espiritual y físico al cónyuge y a la familia con el pretexto de que la iglesia (Dios) es más importante. Al lastimar así a la familia, ¿se pone primero a Dios o al poner primero a Dios se puede bendecir tanto al matrimonio y la familia como a la iglesia local? Jesucristo no nos da a elegir entre unos y otros, pero algunos líderes religiosos sí al distorsionar la Biblia. Citan a Jesús para manipular a las personas con el fin de que hagan lo que piden para sus fines egoístas, disfrazados de piedad.

Cristo amó a la iglesia y así el esposo debe amar a su esposa. Un esposo que ama a su esposa así es útil a la iglesia, pero si no ama así a su esposa será inútil a su iglesia, porque no tiene que decidir entre una y otra (Efesios 5). Servir a Dios no es ponerte al servicio de los objetivos y caprichos de un hombre que te dice que Jesús quiere que abandones a tu familia para ponerlo a la “iglesia” como prioridad, aunque en realidad se trata de sus intereses. Sí, el Señor es nuestra prioridad y por el matrimonio y la familia es la primera comunidad que ve y se beneficia del resultado de adorar a Jesús. Ser candil de la calle y oscuridad de la casa sería hipocresía.

Mito 5. La igualdad de los esposos en el matrimonio

Sí, claro. Dios hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, cada uno con igual valor, dignidad y capacidad. No obstante somos diferentes en diversos aspectos y admitir esas diferencias de ninguna manera significa que uno valga más que el otro. Él está hecho para ella y ella para él en lo biológico, anatómico, sexual, mental, emocional y seguramente en muchos otros aspectos más.

Dios dio autoridad al hombre para servir a su esposa y a su familia. Algunos varones siguen creyendo el mito de que la mujer debe hace lo que él dice, aunque sea un hombre carnal, centrado solo en sí mismo y sus necesidades, caprichoso, infantil y malvado. Esa no es la autoridad que aprendimos de Jesús, la que recibimos. Dios da orden en el matrimonio, no para esclavizar a la mujer al hombre, sino para que sometiéndose el hombre a Cristo ayude en su hogar a que haya armonía y confianza. Un hombre que teme a Dios cuenta con su esposa para decidir sabia, responsable, amorosa y consideradamente por el bienestar de todos. Hombre y mujer son iguales, y ambos disfrutan del orden de Dios.

Mito 6. El adulterio justifica el divorcio

Es una de las mentiras más frecuentes que escucho en torno al matrimonio. Se debe a un mal entendimiento de las palabras de Jesús en Mateo 19:1-12. La palabra en griego traducida como adulterio es porneia y se refiere al matrimonio donde hay infidelidad espiritual. Aludió a la ordenanza en la ley en la que se permitía a un israelita divorciarse de un pagano. Este criterio lo corroboró Pablo en 1 Corintios 7. Para conocer más sobre el adulterio y el divorcio entre cristianos, lee más aquí. Para conocer sobre el tema cuando se trata de un creyente y un no creyente, lee más aquí.

La ley estipulaba que el adúltero debía sufrir apedreamiento hasta la muerte, por lo que no era causal de divorcio. Para Jesús el adulterio no es causa, sino consecuencia del divorcio cuando el que estaba casado se vuelve a casar, a menos que enviude o si el no creyente se divorcia del creyente. El Padre diseñó el pacto matrimonial como una promesa de unidad entre el hombre, la mujer y Dios. Esto hace sagrado a este compromiso. De manera que quien se divorcia y casa de nuevo, adultera. ¡Así de sagrado! No obstante, a menos que sea mejor estar separados es posible divorciarse con tal que no se casen de nuevo, de acuerdo con las Escrituras citadas.

Mito 7. Dios escogió a mi pareja

Es un mito muy popular. Esta idea no tiene base bíblica, pero lo que sí tiene fundamento es la libertad de los creyentes de decidir según el temor de Dios para ser responsables, siendo buenos administradores de lo recibido de Dios y haciendo lo que es bueno y justo.

Es romántico pensar que Dios nos dio a nuestra pareja, pero muchos que creen esto hacen lo que Adán. El hombre le echó la culpa a Dios por haberle dado a la mujer que lo indujo a pecar y fue su cómplice en su rebeldía (Génesis 3). En cambio, debemos ser responsables por las elecciones que hacemos y honrar a Dios a través de ellas. ¡Eso es poner en práctica el evangelio! Lee más sobre este tema aquí.

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Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.

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