Mira de un vistazo lo que ha dicho Dios sobre ella.

En México, los católicos conmemoran cada 12 de diciembre la aparición de María, la misma que habría concebido a Jesús por el Espíritu Santo, al indígena Juan Diego. Guadalupe es la adaptación al español de una palabra que pudo haber tenido origen náhuatl, Coatlayopeuh, pero también hay evidencia histórica de que los españoles se referían a la virgen María también como Guadalupe. Además, Guadalupe dio instrucciones para que le construyeran un templo en el mismo cerro, el del Tepeyac, donde los mexicas o aztecas adoraban a su diosas Tonantzin. Ver más aquí.

Me di a la tarea de escribir este breve texto con el fin de exponer lo que la Biblia dice de ella, que no es lo mismo que dice de su persona el catolicismo. Esta religión atribuye a María, erróneamente, características divinas como haber nacido sin pecado (inmaculada concepción), haber sido siempre virgen, ser la madre de Dios (encubó y dio a luz al cuerpo de Jesús hombre; Jesús también es Dios por el poder divino que lo engendró y la naturaleza divina que recibió) e incluso haber ascendido al cielo (asunción y que nunca pecó). De esta manera, la hacen igual a Dios, aunque al mismo tiempo dicen que solo es una criatura suya.

Lo cierto es que no puede ser divina y al mismo tiempo humana, las cuales son naturalezas que solo convivieron simultáneamente en Jesucristo. De hecho, el cristianismo no veneraba antes a María ni le reconoció desde sus inicios lo que hoy se le imputa. Tuvo que pasar más de medio siglo de cristianismo, y en el caso del dogma de la asunción, casi 2000 años. Sorprendente, ¿no? Fue una serie de desafortunadas decisiones las que endiosaron a una mujer común elegida para desempeñar una tarea extraordinaria.

Las profecías

En Génesis 3:15 no se habla de María propiamente, sino de que un hombre, es decir, uno nacido de mujer, sería el Salvador que diera la posibilidad a la humanidad de reconciliarse con Dios, quien estaba ejecutando el juicio de que la paga del pecado sería muerte. La profecía realmente trata sobre Jesucristo.

El nacimiento del Redentor de la humanidad que dijo ser uno con Dios debería ser algo sobrenatural. El profeta Isaías asegura que una manera de identificar al Cristo es que nacería de una virgen, una mujer que aún no tendría relaciones sexuales con su prometido (Isaías 7:14), lo cual tuvo su cumplimiento en María (Mateo 1:18-25; Lucas 1:26-38). Las profecías, entonces, no eran sobre ella, sino de cómo nacería el Señor Jesús.

La virginidad de María

En el texto de Mateo 1:24-25 la palabra clave es hasta, aduciendo que José no tuvo relaciones sexuales con ella sino hasta después del nacimiento de Jesús, por lo que su virginidad perpetua no es un hecho que enseñe la Biblia. Si ella era virgen no era por una cualidad o virtud divina, sino porque aún no se había casado, y una vez casada tendría relaciones sexuales con su esposo, como es lo natural.


La profecía había dicho que el Mesías nacería de una virgen como señal. No se refería a la virtud de una mujer en especial, sino a la de una condición temporal de una mujer que concebiría sin haber tenido relaciones sexuales previamente para ser señal de que era obra de Dios. Ser una mujer judía virgen antes del matrimonio no era extraordinario, como hoy día, sino más bien algo común.

La Biblia enseña que Jesús tuvo hermanos y los menciona por nombre, excepto a las mujeres, si es que las hubo (Mateo 13:53-56; Marcos 6:2-3; Juan 2:12; Hechos 1:14; 1 Corintios 9:-5; Gálatas 1:19). Como la palabra griega (ἀδελφός) usada en Mateo se refiere a hermanos hijos de los mismos padres y a primos hermanos, la doctrina católica prefiere afirmar que se hablaba de los primos de Jesús. No obstante, y a pesar de que hubiera sido de suma importancia aclarar que se trataba de primos, y no de hermanos, ni los evangelistas ni Pablo lo especificaron. Por supuesto, no era su intención aclarar nada, pues hablaban de los hijos de José y de María.

Lo que Jesús dijo de María

Cuando María y sus hijos buscaban a Jesús en un lugar donde estaba enseñando, el Señor no dio preeminencia a la mujer que le había concebido, sino que la puso en igualdad a cualquier otro creyente (Mateo 12:46-50).

Cuando una mujer alaba a la progenitora de Jesús, en congruencia con lo dicho en el texto bíblico citado anteriormente, responde que no es ella la dichosa, sino quienes escuchan la palabra de Dios y la obedecen (Lucas 11:27-28). Así impide que María se lleve la gloria que no le corresponde.

Lo que el ángel dijo de María

En Lucas 1:26-38 el ángel que se le aparece para anunciarle el nacimiento de Jesús le dice “salve” (χαίρω), que en griego es un saludo común y no está relacionado con alguna cualidad de la persona a quien se saluda.

También le dijo “muy favorecida” o “llena de gracia” (χαριτόω). En griego esta expresión indicaba que la persona estaba siendo objeto de una distinción especial, pero tal cosa no se concede por los méritos o virtudes de la persona, sino por los de quien da la distinción. Esta idea del verso 28 se repite en el verso 30.

En ese sentido, por eso le dice “el Señor es contigo” y “bendita”. La razón: tendría un hijo sin haber tenido relaciones sexuales con hombre alguno. Esta señal milagrosa de Dios en ella para dar a luz al Mesías era el gran favor hacia ella. Si bien era una mujer virtuosa, en la salutación el ángel no menciona un solo mérito de María, sino que Dios la estaba favoreciendo con tan grande bendición como mujer (Lucas 1:34-35).

Lo que María dice de sí misma, de Dios y de Jesús

Ella se identifica como sierva o esclava de Dios (Lucas 1:38), es decir, en ningún momento se asume sin pecado. De hecho, el único ser humano sin pecado fue Jesús y no tuvo pecado para ser el sacrificio “sin mancha” y “perfecto” para la expiación de los pecados (Hebreos 10). Si María no hubiera tenido pecado Dios estaría mintiendo cuando las Escrituras dicen: “10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”, Romanos 3.

La actitud de María de someterse a Dios contradice las suposiciones de que ella sea la “madre de Dios”. De hecho, no tiene lógica alguna que Dios, el Creador de todo, tenga una madre y que su madre sea una mujer que él mismo creó. Jesús es el Hijo de Dios, siendo Dios mismo con él, pero cuando se encarnó para ser Dios con nosotros (Emanuel) necesitó de una matriz humana. Por eso es absurdo concluir que por tener una madre esa misma mujer sea la madre de Dios.

Ella misma se reconoce como una persona que debe obediencia al Señor y se refiere a su condición como ταπείνωσις, que puede ser traducido como bajeza o vileza (Lucas 1:46-55), palabra que se refiere a la condición moral de pecaminosidad, esto es, a su indignidad como criatura pecadora, así como a la económica o social al ser pobre, en contraste con la posición suprema del Dios Santo, Creador, Todopoderoso.

Cuando se autodenomina “dichosa” manifiesta gozo al saberse elegida como un instrumento para la venida del Mesías, Jesucristo.

El papel de María en la iglesia, según la Biblia

Ella era un creyente más en el Hijo de Dios, y como tal, perseveraba con los apóstoles entre tanto la promesa del Espíritu Santo se cumplía (Hechos 1:13-14).

No se menciona más a María, implicando que no tuvo ninguna distinción especial entre los creyentes ni como persona sin pecado (inmaculada), ni como supuesta madre de Dios, ni como siempre virgen, ni como intercesora. Esto es porque ninguna de esas características es verdad. De hecho, la Biblia tampoco relata que su cuerpo muerto hubiera sido llevado al cielo.

El apóstol Pablo, quien explicó buena parte de la doctrina que la iglesia profesa, identifica a Cristo como la única persona humana con el oficio de ser mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:15). No se encuentra una sola mención en el Nuevo Testamento de que un creyente haya orado a María por intercesión ante el Padre. Jesús dijo de sí mismo que él es el único camino a Dios (Juan 14:6).

Lo que la historia dice sobre la veneración a María

Entre algunas de las tradiciones a las cuales apela el catolicismo que no son enseñanzas apostólicas se encuentra la veneración de imágenes, las penitencias, el celibato de los sacerdotes y la veneración a María. Fue el Concilio de Éfeso del siglo V que hizo la declaración infame de que María es la “madre de Dios” por el hecho de haber concebido a Jesús en su naturaleza humana.

Aunque previamente hubo intentos de endiosar a María, siempre fueron combatidos por la Iglesia. No fue sino hasta el siglo VII que se comenzó a extender de forma preocupante la veneración a María. Tal herejía fue alimentada por el establecimiento en toda Europa de un sentir de respeto a la mujer muy promovido por la cultura popular de la época, principalmente en la literatura y en la música.

Se le comenzaron a atribuir milagros y títulos abominables como Reina de los Cielos, entre otros inspirados en deidades femeninas de diversas culturas paganas de la Antigüedad. La veneración a María coincide con el combate al culto y veneración a Freya, diosa del amor y la fertilidad de los pueblos bárbaros del norte de Europa, entre ellos los nórdicos, esta y germánicos, y luego contra Tonantzin y otras diosas de la fertilidad y la muerte.

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Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.
Encuentra más sobre estos temas en sus libros sobre Restauración: 40 días en el desierto, Amar como a mí mismo y La Iglesia Útil.

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