Esto necesitan nuestras iglesias para ser un lugar seguro para las familias.

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He visto mil veces cómo iglesias locales le dan la espalda a la familia. Es ridículo, considerando que las iglesias está conformadas por familias. Entonces, ¿cómo puedo decir semejante cosa? Consideremos las siguientes preguntas:

  • ¿es la iglesia local un lugar en el que la familia encuentra un lugar seguro?
  • ¿es una comunidad que escucha a todos los miembros de la familia y atiende sus necesidades al interior y al exterior de la familia?
  • ¿es una organización que en lugar de integrar a la familia la separa en departamentos?
  • ¿es una organización pensada para papá y mamá pero que no ofrece nada a los hijos?
  • ¿provee a los hijos actividades para entretenerlos o los mejores recursos a su alcance proporcionados por las personas más idóneas para ayudarlos a conocer a Dios?
  • ¿la iglesia es una comunidad que tiene entre sus prioridades que los miembros de cada familia sean acompañados en su reconciliación con Dios, su restauración si han fallado, su cuidado, su discipulado, su ánimo, consolación, corrección cuando alguno ha faltado a su familia?

Amenazas a la familia

Por una parte está el hecho de que las familias son la base de la sociedad y de la iglesia local; por otra, que son fuertemente atacadas por el pecado, los vicios, la cultura predominante y, en ocasiones, por la misma iglesia cuando tiene una cultura de condenación en lugar de una de restauración.

En cuanto al pecado, es nuestra naturaleza. Cuando los miembros de la familia viven esclavizados a sus pasiones desordenadas resulta en padres que exasperan y hacen enojar a sus hijos e hijos desobedientes que no honran a sus padres, pelean, se dividen, sufren violencia, abandono físico o emocional, abuso, en fin.

Es la familia la comunidad que debería ser la más segura, la más amorosa, en la que aprendemos las cosas importantes de la vida, pero la cultura nos enseña que lo único importante es uno mismo y que hay que ignorar lo que otros piensan y sienten, incluidos los padres y nos dice que hagamos lo que nos venga en gana porque nuestra vida nos pertenece y solo hay una, porque -supuestamente- uno sí sabe lo que le conviene, entre otras muchas distorsiones que hacen egoístas e individualistas.

Por tales motivos, los vicios se multiplican y, además de la drogadicción o el alcoholismo, hay adicción a los videojuegos, a las redes sociales, a la pornografía, a los dispositivos móviles. Los vicios nos enferman, nos separan, nos aíslan. Por último, en algunos casos, la iglesia nos dice que somos malos, que somos hijos del diablo y que solo pueden pertenecer a ella los que nunca fallan, los buenos que aman a Dios y cumplen con todo lo que los líderes mandan -aunque no siempre coincida con lo que Dios dice-. Creamos un ambiente de condenación en el que un padre, una madre, un hijo no puede pedir la ayuda que necesitan porque serán condenados.

Realidad de la familia como parte de la iglesia

Esta mezcla, ante todo, deshumaniza a sus miembros. Dejan de cumplir el propósito para el que fueron creados como seres humanos, el cual es ser imagen de Dios para adorarle. Todo lo anterior debilita a las familias al socavar la autoridad del padre, primeramente, y de la madre también, les despoja de su valor y de la importancia de que la dinámica de sus relaciones sea evidencia de la nueva naturaleza espiritual que Dios ha dado a cada uno.

Son muchos los cristianos los que acuden al psicólogo en busca de alivio a sus múltiples problemas. Sin duda, lo obtienen en muchos casos, pero en otros, son alentados a “afirmar su personalidad” aun a costa de su propia salud mental y emocional, de su fe y de su familia. Esto pasa en buena medida porque las iglesias han cedido su vocación sanadora, restauradora, consoladora, orientadora, de guía a la verdad a la psicología que, si bien aporta muchas cosas, se le ha delegado lo que naturalmente la iglesia debería ser y hacer. Esto es porque nadie tiene tiempo para colaborar en la sanidad de otros. Renunciamos a ser la comunidad sanadora que estamos llamados a ser.

¿Qué debería ser y hacer la iglesia local? Un conjunto de familias que, a pesar de su pecado, de sus limitaciones y de su pasado busca reconciliarse con Dios como respuesta a la iniciativa divina de enviar a Jesús a pagar por sus pecados. Las familias que procuran amar a Dios y amarse luego de que se han lastimado y ofendido son las que componen la iglesia y así tienen acceso a un nuevo presente y a un nuevo futuro. La iglesia son las familias que ejercitan la gracia, la compasión, la misericordia, la restauración, el amor.

La iglesia es resultado de familias restauradas y las familias restauradas son el resultado de ser y hacer iglesia como Jesús y los apóstoles nos enseñaron.

Obstáculos para las familias y las iglesias

El cristiano se ve a sí mismo como incapaz de lidiar con sus problemas y ¡lo es! Pero tiene acceso directo a Dios y a su verdad, así como al Espíritu Santo y al poder que obra sobrenaturalmente en quienes son sus hijos.

Debido a la cultura de condenación fuertemente arraigada en nuestras iglesias, las familias callan sus conflictos en lugar de afrontarlos y resolverlos. Al ignorarlos, comienzan a crecer y a hacerse más complejos hasta que estallan, sea en forma de separación o divorcio de los padres, en violencia mental, emocional o física, adicciones, relaciones enfermizas, en abandono del hogar y en la renuncia a la fe en Cristo. 

La iglesia local necesita instaurar una cultura de restauración para que sea lo que las familias necesitan y provea un espacio seguro específicamente para prevenir y atajar oportunamente las problemáticas que les afectan comúnmente cuya respuesta es el evangelio de Cristo. Sin embargo, estamos habituados en las iglesias a “apagar fuegos”, a intentar corregir -una vez que han estallado- problemas que tienen muchos años profundizándose.

Dios y las familias

Dios hizo todo bueno, creó al hombre y a la mujer con anatomía, aptitudes y naturalezas específicas para formar familias y sociedades sanas que hacen su voluntad. Él proveyó de un orden para la familia que facilita su funcionamiento en el que el servicio y el amor es su fundamento y dinámica (Génesis 2).

El pecado esclaviza al ser humano y esto afecta a las familias y a las sociedades, por lo que encontramos en ellas manifestaciones de la imagen de Dios pero también distorsiones de ella y corrupción (Génesis 3-6). Jesús crucificó nuestro pecado en la cruz. Entonces, cuando nosotros mismos crucificamos nuestra naturaleza pecaminosa con Cristo en la cruz, el poder del pecado ya no determina lo que somos y lo que hacemos. En Jesús somos libres para hacer lo bueno y lo justo, esto es, la voluntad de Dios desde la familia (Romanos 6:5-8).

El evangelio anuncia la reconciliación del ser humano con Dios por medio de Jesucristo y ello impacta a la familia. La promesa dada a Abraham es que en su simiente, esto es Jesús, serían benditas todas las familias de la tierra, lo cual también se entiende como todas las tribus de la tierra (Gn 12:1-3; 17 y 18:18; 22:1-19).

En la Iglesia Primitiva, ya en el Nuevo Pacto, las familias eran su base. Cuando dice que vendían sus propiedades y posesiones, y que compartían sus bienes según la necesidad de cada uno, indudablemente había muchas familias entre ellas que vivieron intensamente que en Cristo todas las cosas son hechas nuevas. Las conversiones incluían a familias enteras (Hch 2:41-47; 8:3; 10:23-27). El Señor da instrucciones específicas a las familias por medio de sus apóstoles (Ef 5:21-33 y 6:1-4; Col 3:18-25).

Para terminar

Echa un vistazo nuevamente a las preguntas del inicio del artículo y propóngase responderlas en tu iglesia para ser iglesia que ama a las familias, no solo a las de los actuales miembros, sino a cualquier familia cuyos miembros que viven esclavizados al pecado, atrapados en los vicios, según la cultura predominante.

¿Qué ajustes necesitamos hacer para que cada miembro de nuestras familias conozca a Dios, crea en Jesús, sea reconciliado con él, viva la vida nueva

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Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.

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