Iglesia, matrimonio gay e intolerancia religiosa
Hoy la iglesia evangélica en México está en un momento histórico. (más…)
Este consejo bíblico puede hacer la diferencia en tu matrimonio.
Existen muchos casos de personas que se casaron antes de conocer a Jesucristo y, en el camino, una de ellas llegó a la fe, por la cual han tenido desacuerdos adicionalmente a los que de por sí todas las parejas tienen.
Es muy común que el cónyuge creyente se sienta desesperanzado y al ver que su pareja no quiere saber de Dios. Hay casos en los que el no creyente pide al creyente hacer cosas vergonzosas o le incita a pecar de diversas maneras, incluso al provocarle a pelear. En otros más la vida y salud del creyente está en riesgo por los abusos y la violencia.
La pregunta es: ¿qué puede hacer el cónyuge cristiano en tal situación?
Primero que nada, estamos hablando de aquellos que viven en matrimonio, no de quienes viven en lo se conoce como unión libre sin que hayan hecho votos al Señor y el uno al otro. En este último caso de fornicación, el de vivir juntos sin casarse, el creyente debe poner su vida en orden al separarse de su pareja. Lo importante es orar por ella y estimularla a que conozca a Jesús, pues lo que necesita el no creyente es al Señor, no casarse.
En cuanto a los casados, el apóstol Pablo recuerda que el Señor pide no separarse del cónyuge. Ya a título personal pide a los creyentes no abandonar al cónyuge incrédulo, pero aclara que si estos deciden separarse, que lo permitan. La idea de permanecer juntos es abrir la posibilidad a que el cónyuge no creyente rinda su vida a Cristo por el testimonio del creyente (1 Corintios 7).
El apóstol Pablo pide a los cónyuges creyentes permanecer en el matrimonio con el no creyente con el fin de que por su palabra y su vida llegue a conocer a Cristo.
Una vez que el cónyuge no creyente conozca el evangelio y ponga su fe en el Señor comenzará a cambiar su vida por su arrepentimiento del pecado.
El gran error que cometemos los creyentes es intentar que el esposo o esposa no creyente entienda las demandas del evangelio y que se comporte como un creyente cuando no lo es. La presión y la insistencia provocará únicamente resistencia y aversión a Dios y a la iglesia.
¿Hasta dónde debe ceder el creyente cuando vive con un incrédulo? Cuando el cristiano vive para agradar a Dios el límite es su conciencia. Como creyente ama a tu pareja que no cree y ora por ella, actúa con sabiduría al perdonar cuando recibas ofensas, al pedir perdón cuando tú seas quien ofende, al amarle cuando no lo merezca, no pagando mal por mal, no pecando al ser dominado por la ira y, de muchas formas más, al vencer al mal haciendo el bien, como manda el Señor.
Si por el abuso, la violencia o porque por su comportamiento te incita a pecar tu primer obligación es con Dios, por lo que deberás tomar medidas tales como pedir mediación de un consejero-pastor, la separación temporal mientras el cónyuge recibe la ayuda espiritual y médica necesaria o acudir a las autoridades civiles, según sea el caso.
No dudes en pedir ayuda a tu familia o a personas de mucha confianza.
Generalmente, son más las mujeres creyentes las que lidian con esposos no creyentes, pero este consejo del apóstol Pedro aplica para ambos cuando el cónyuge no es cristiano:
Así también ustedes, las esposas, respeten a sus esposos, a fin de que los que no creen a la palabra, puedan ser ganados más por la conducta de ustedes que por sus palabras, 1 Pedro 3:1
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