Cómo orar por los enfermos
Cuando no sabemos qué decir podríamos decir algo equivocado. (más…)
Si no adoras a Dios terminarás adorando a algo o alguien.
La Ilustración prometía un futuro en el que Dios no sería necesario. El movimiento procuraba descristianizar, secularizar, desacralizar por medio de la razón humana, la cual se entendía como la llave para liberarse de las cadenas de la religión que lo dominaba todo: el cristianismo. Desde un principio, la ilustración fue el esfuerzo por crear un concepto de la vida no alternativo al religioso, sino en contra de la fe y solo basado en el razonamiento como si fe y razón se opusieran.
Esto ocurría en un contexto en el que religión y opresión eran casi sinónimos. Los reyes, la nobleza y sus gobiernos habían usado la Biblia y la fe cristiana para satisfacer su apetito de ambición y poder, nada más alejado de quién es Dios. Esta ridiculización de la fe fue necesaria para llamar al género humano a la sublevación en contra de la religión. Por eso la Ilustración desembocó en una violenta revolución política, social y espiritual.
Los ilustrados decían que la imposición de la razón ayudaría al establecimiento de una verdadera humanidad. Claro, la religión cristiana había sido usada para oprimir, hacer maldades en nombre del bien y satisfacer la ambición de unos pocos. Los enemigos a vencer eran la religión, la monarquía y la nobleza. Se entendía que liberar al ser humano consistía en más humanismo y menos Dios (menos religión cristiana). Lo que siguió fue, por el contrario, más de lo mismo.
Nunca reconocieron que el mal está en el ser humano y que fue él mismo el que corrompió a la fe, las instituciones y a las sociedades mismas. La buena voluntad de una sociedad mejor, sin Dios, aprovechó en ese siglo y en los venideros lo mejor de los valores cristianos, ya secularizados. No obstante, la maldad del ser humano produjo el fascismo, el nazismo, el comunismo y con ello millones y millones de muertes debido al exterminio que ejecutaron los regímenes totalitarios en todo el mundo, así como las guerras mundiales.
El daño colateral del humanismo fue la deshumanización pese a los muchos bienes que hubo, aunque más como producto de la herencia cristiana que por el dominio del ser humano como amo del mundo. La gran diferencia entre la Antigüedad, previa al cristianismo, y la era Moderna es que en la primera la deshumanización no distinguía nada. Un padre de familia podía desechar a su propio hijo en los tiraderos a las afueras de la ciudad si tenía una deformidad o si no le daba la gana reconocerlo; las mujeres, los ancianos y los niños no tenían valor ni dignidad humana; igualmente los presos y los que padecían enfermedades consideradas impuras; los derechos y los privilegios eran para unos cuantos y los gobernantes eran déspotas. En cambio, los valores cristianos transformaron a las personas, sus sociedades y sus gobiernos al humanizar, sin embargo el hombre quiso controlar la fe se repitiera el pasado deshumanizador.
El fin de la adoración a Dios en Europa abrió la puerta a la idolatría. Sí, es verdad que no todos adoraban a Dios y ese fue el problema durante la expansión y consolidación del cristianismo en Occidente. No obstante, ya que la Ilustración impulsó a esta parte del mundo a un futuro sin Dios, han tomado su lugar las ideologías humanas, políticas, económicas, sociales, religiosas, espirituales, raciales, militares y hoy día naturales y sexuales.
Sin Dios, la humanidad se repite a sí misma en su historia: sus ambiciones, sus miedos, sus odios, sus rencores, sus mentiras, sus horrores, sus necedades. Como concluyó Sloterdijk en Crítica de la razón cínica, lo terrorífico que debía ser evitado surge de nuevo y lo hace desde dentro del remedio. Es el factor “humano” del cambio, aun cuando ese cambio trae la bandera del cristianismo, de la fe en Dios, del evangelio de Jesucristo.
Aquello por lo que se sustituye a Dios va cambiando a medida en la que surgen nuevas ideologías, causas, revoluciones. El ser humano no ha entendido que el reinado de Jesucristo en la vida personal trae amor, bondad, paz y justicia, todo lo cual se replica a otros a través del ejercicio de la fe en Cristo en las relaciones con otras personas. En la medida en la que Jesucristo reina en más seres humanos estos se humanizan y pueden traer el reino de los cielos a los deshumanizados. Estas nuevas personas imitan a Dios y así pueden ser realmente humanas, porque viven con el propósito para el cual fueron creadas.
Se pretendió que la razón fuera el sustituto de Dios y también la ciencia. Esto es ridículo, ya que la razón viene de Dios y él diseñó las leyes de la naturaleza que la ciencia descubrió y usa para explicar y hacer más ciencia (mira aquí por qué la fe en Dios es usar la razón). Muchos científicos ateos y agnósticos han creído en Jesucristo por esas razones. No obstante, siguieron surgiendo ideologías políticas, económicas, sociológicas, filosóficas, espiritualistas, psicológicas, y motivacionales han sido levantadas como la explicación, la solución y la respuesta a las problemáticas humanas.
Hoy día la ecología y la ideología de la autopercepción o de género, como muchos la llaman (yo mismo usaba ese término, pero me parece ambiguo), han ganado terreno en Occidente y se posicionan como sustitutos. La ideología de la autopercepción explica desde la sexualidad al ser humano y es contradictoria al establecer que nadie nace hombre o mujer, pero sí pueden nacer homosexuales, lesbianas, transgénero o con alguna de las decenas de géneros disponibles. Nadie debe ni puede acceder a tratamientos mentales, emocionales ni espirituales para ser hombres ni mujeres pero sí deben ser sometidos a ellos, e incluso quirúrgicos y hormonales para ser cualquier otra cosa, según su autopercepción.
La colectivización es un subproducto de dicha ideología. Dicta que todos pertenecemos a un colectivo y esa identidad es la que nos define. No hay voluntades, opiniones o posturas personales derivados del análisis, la reflexión y la crítica, sino que un extraño y abstracto colectivo las establece. Al pertenecer a él es borrada la individualidad. Esto es posible de comprobar al ver los colectivos feministas (radicales, hegemónicos), anarquistas, raciales, así como LGBT+. Se apegan a ciertos ideólogos que son incuestionables y que uniforman el pensamiento. Paradójicamente, combaten las desigualdades pero las intensifican y profundizan, censurando al que se opone como enemigo no solo de ellos, sino de un supuesto bien a la humanidad que, como es de esperarse, ellos proponen.
El evangelio trastorna al mundo porque Dios transforma las vidas de quienes lo creen y viven conforme a la verdad. Él nos creó iguales, pero por la corrupción del pecado esto cambió. Por eso, en Cristo nos redime de las supuestas diferencias que el hombre ha inventado. Fíjate lo que dice este texto bíblico:
26 Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, 27 porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. 29 Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.
Gálatas 3 (NVI)
En Cristo, Dios ha hecho a una nueva humanidad sin nada de todo lo que nos ha separado, dividido, distanciado: las diferencias raciales y religiosas, las sociales y económicas, y las sexuales. Por medio de la fe en Jesucristo, Dios nos ha hecho uno solo en el Hijo. En cambio, todos los sustitutos de Dios amplían las diferencias, no las eliminan. La verdad en Cristo nos lleva a ser verdaderamente humanos. Por eso, mientras él estuvo en la carne, nos mostró que la reconciliación con Dios es reconciliación de la divinidad con la humanidad. La Historia nos ha enseñado que la humanidad que pretende sustituir a Dios está condenada a alejarse de aquello que anhela y a repetir sus errores.
Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros.
Encuentra más sobre este tema en su libro de Restauración de Iglesias “La Iglesia Útil“. También lee el libro de Restauración de Relaciones “Amar como a mí mismo” y de Restauración Personal “40 días en el desierto“. Descarga gratuitamente su último libro “Las iglesias del covid-19”.