Esta pregunta sigue siendo muy común y la Dios tiene la respuesta.

Teólogos, filósofos, ateos, agnósticos, cristianos… todos alguna vez nos hemos hecho esta pregunta.

Es célebre el caso de Steve Jobs, quien siendo un adolescente preguntó al pastor de la iglesia a la que asistían sus padres si Dios sabía lo que acontecía a los niños que morían de hambre en la efímera República de Biafra, en África. Según la biografía oficial de quien años más tarde fundaría Apple y Pixar, el pastor respondió con una evasiva, diciendo que el jovencísimo Jobs no lo entendería.

Pareciera lógico pensar que si Dios todo lo sabe y todo lo puede, entonces debería intervenir sobrenaturalmente en cada una de las injusticias cometidas en el mundo. Eso es una manera ridícula de justificarnos a nosotros mismos. ¡Queremos que Dios haga lo que cada uno tiene la responsabilidad de hacer! Los mismos que hacemos maldades e injusticias pedimos que Dios arregle el mundo que nos empeñamos en corromper. Gente muriendo de hambre no es intervención divina, sino la falta de intervención humana y la evidencia de la avaricia, la codicia y el egoísmo.

No tiene que ver con la capacidad de Dios para detener el mal y las injusticias, sino con nuestra incapacidad de amar al prójimo al permanecer indiferentes ante la maldad y la injusticia. ¿Por qué no podemos hacer el bien y lo justo, y evadimos nuestra responsabilidad culpando a Dios?

¿De dónde vienen las cosas malas?

Bien, pues nuestra respuesta comienza citando el primer capítulo de la carta a los Romanos. Ahí se hace un recuento de cómo la humanidad llegó a ser lo que es. En el verso 18 y hasta el 25 se explica que Dios estableció un orden de las cosas, definido como la “verdad”, la cual es obstruida por la maldad de los hombres.

Tal verdad fue manifestada por Dios a toda nuestra raza al darse a conocer él mismo a través su creación, y más tarde, sus leyes. Pero los hombres prefirieron desconocer a Dios y su verdad para vivir como mejor les pareció. Entonces, adoraron a lo creado, no al Creador, e hicieron toda clase de maldades frabricando cada uno su versión de la verdad. En otras palabras, creyendo sus propias mentiras.

En el verso 26 se indica que Dios permitió a la humanidad llevar a cabo estos males y entregarse a ellos porque esa ha sido la elección de cada integrante de nuestra especie. ¿Cómo cuáles maldades? La lista incluye injusticia, avaricia, envidia, homicidio, peleas, engaños, perversidades, chismes, hablar mal de los demás, soberbia, vanidad, orgullo, desobediencia a los padres, necedad, deslealtad, deshonestidad, sin cariño por otros, sin compasión. Así es, la maldad es nuestra elección. La maldad en el mundo es el resultado de rechazar a Dios.

¿Quién ejecuta el mal?

Estoy seguro de que has hecho algo de la lista… y ni siquiera te conozco. ¿Por qué tengo esa seguridad? Dios sabe de qué somos capaces y porque también soy humano y me conozco. Testificamos que la razón de la maldad en el mundo es cierta al hacer lo que nos conviene y parece mejor a cada uno en lugar de vivir en la verdad haciendo lo bueno y lo justo.

Lo asombroso es que, según la verdad de Dios, el que miente es tan malo como el que roba, el soberbio, el asesino, el peleonero, el defraudador, el avaro, el que practica inmoralidades sexuales, el chismoso y el violador. Todos somos igual de malos a los ojos de Dios porque él es Santo y no hay ningún mal en él.

Como una respuesta parcial, diremos que los niños de Biafra no sufrieron porque Dios haya dejado de hacer su trabajo, sino porque NOSOTROS fuimos quienes dejamos de hacer lo que nos correspondía. La historia nos cuenta que el gobierno de Nigeria, del que Biafra se separó reclamando su independencia para explotar los abundantes yacimientos de petróleo, ejecutó medidas que mataron de hambre a cientos de miles de personas. ¿Fue Dios? No, fueron los hombres.

Mira lo que dice la Biblia de ti y de mí… de todos:

Pero si nuestra maldad sirve para poner de relieve que Dios es justo, ¿qué diremos? ¿Que Dios es injusto cuando nos castiga? (Hablo según criterios humanos.) ¡Claro que no! Porque si Dios fuera injusto, ¿cómo podría juzgar al mundo?

Pero si mi mentira sirve para que la verdad de Dios resulte todavía más gloriosa, ¿por qué se me juzga a mí como pecador? En tal caso, ¿por qué no hacer lo malo para que venga lo bueno? Esto es precisamente lo que algunos, para desacreditarme, dicen que yo enseño; pero tales personas merecen la condenación. ¿Qué pues? ¿Tenemos nosotros, los judíos, alguna ventaja sobre los demás? ¡Claro que no! Porque ya hemos demostrado que todos, tanto los judíos como los que no lo son, están bajo el poder del pecado, pues las Escrituras dicen:

«¡No hay ni uno solo que sea justo!
No hay quien tenga entendimiento;
no hay quien busque a Dios.
Todos se han ido por mal camino;
todos por igual se han pervertido.
¡No hay quien haga lo bueno!
¡No hay ni siquiera uno! Romanos 3:7-12 (DHH)

¿Por qué Dios no interviene en las cosas malas?

Y podría ser reformulada la pregunta de esta manera: ¿por qué si somos tan buenos, hacemos cosas tan malas? ¿No me crees? El 1% de la población mundial ha acumulado y concentrado la riqueza de la mitad de los habitantes de este planeta, y tan solo 8 familias tienen tanto dinero como 3 mil 600 millones de personas pobres del mundo. ¿Dios ha hecho esto o la avaricia humana?

¿Y por qué Dios permite que seamos malos? Toda la Biblia es la historia sobre cómo el ser humano ha despreciado a Dios y cómo el Creador, por su misericordia y paciencia, nos ha llamado a través de numerosas personas para que nos volvamos a él y abandonemos nuestras maldades. Incluso, envió a Jesucristo. Si nos arrepentimos de nuestras maldades haremos el bien que tanto necesitamos y que tanto necesita el mundo.

De acuerdo con la FAO, en el mundo hay suficiente alimento no solo para dar de comer a los hambrientos, ¡hay comida para que todo el mundo se alimente! El problema es que unos acaparan lo de todos. ¿Por qué si es tan poderoso no para las guerras? Eso sería lo más fácil y lo más conveniente para quitarnos responsabilidad. Pero la tenemos y nos será demandada.

¡Así que Dios sí está haciendo algo radical! Él busca que nos reconciliemos con él para así transformar una voluntad corrompida y esclavizada al pecado en una que, abandonando nuestras maldades, haga el bien y lo justo, como él es bueno y justo. Uno a uno Dios está haciendo algo nuevo. Sería muy sencillo intervenir para arreglar nuestro desastre, pero como somos malos lo volveremos a arruinar. Él va a la raíz del problema: nosotros. Y por eso nos hace nuevos.

El mal que sufrimos como consecuencia del mal que hacemos

Sabemos cuál es la diferencia entre lo malo y lo bueno. ¡Podríamos hacer las cosas diferentes! Quien se pone en el banco del juez para evaluar el trabajo de Dios cree que el problema es Dios y de esa manera se hace pasar a sí mismo como justo. Esto es una hipocresía total.

Están equivocados quienes creen que merecen algo de Dios aparte de su ira, pues el mal del mundo es ocasionado por nuestras maldades. Sin embargo, lo que recibimos es su paciencia y misericordia para arrepentirnos de nuestros pecados y darnos un nuevo comienzo.

Por supuesto, cuando hacemos maldades vivimos las consecuencias de nuestras malas decisiones y generalmente otros las sufren también. Nuestra maldad demuestra que existe la verdad de Dios y que el mundo la necesita para cambiar la injusticia por la justicia.

Y, ¿los desastres naturales?

Bien, Dios quiere reconciliarnos con él para hagamos el bien y lo justo y el mal en el mundo vaya cediendo, pero queda una pregunta por responder: ¿qué hay del mal que sobreviene a la gente ocasionado por los desastres naturales? ¿No manda Dios eso? ¿No puede hacer algo al respecto y evitar el sufrimiento de tanta gente?

Dios ha dicho (Ro 8:19-25) que, cuando hombre y mujer decidieron vivir su vida sin Dios y su verdad, no solo ellas como criaturas se corrompieron, sino la creación entera y eso incluye lo que hay en el universo. El clima y cómo funciona la tierra en sus capas tectónicas al liberarse grandes cantidades de energía en las rocas, en fin, nuestro planeta Tierra y lo que hay en él, no es lo que originalmente Dios hizo. Al igual que nosotros, experimenta los efectos de la corrupción por el pecado y también, al igual que nosotros, será libertada para ser lo que él quiso desde un principio.

No obstante, las tragedias pueden evitarse y se puede aminorar los efectos de desastres naturales si el ser humano cumple con su responsabilidad de construir con responsabilidad y con materiales de buena calidad. El número de muertes se eleva cuando hay injusticia, codicia, corrupción y, en suma, maldad de parte de algunos. Además, ante los desastres naturales y ante toda clase de mal, también es nuestra responsabilidad responder con bien y justicia para aliviar el sufrimiento causado por la la corrupción resultante del pecado.

Jesús es la respuesta a la maldad

Jesucristo es la respuesta para terminar con la maldad definitivamente, así como con sus efectos. Su muerte fue necesaria para pagar por el pecado de todos y que, creyendo en Jesús y arrepentidos de nuestras maldades, las abandonemos. Así el castigo que merecíamos lo sufrió él, por cuanto Dios es justo y el pecado merecía ser juzgado (Romanos 3:21-26).

La fe en la muerte y resurrección de Cristo no solo nos libra de las consecuencias de nuestras maldades, también somos librados del poder del pecado para que ya no vivamos esclavizados a nuestras maldades y practiquemos lo justo y lo bueno. Dios no nos deja como nos encontró.

De esta manera, Dios actúa para que la maldad ya no prevalezca. No obstante, quienes amen y vivan por la verdad continuarán padeciendo injustamente por causa de la justicia, debido a la injusticia de quienes continúan amando la mentira, en tanto llega el momento del restablecimiento de todas las cosas.

Efraín Ocampo es consejero cristiano y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.
Encuentra más sobre este tema en su libro de Restauración Personal “40 días en el desierto“. También lee el libro de Restauración de Relaciones “Amar como a mí mismo” y de Restauración de Iglesias “La Iglesia Útil“. El ensayo “Las Iglesias del Covid-19“ habla sobre cómo reaccionaron las iglesias en la pandemia y cuáles son los retos que tienen por delante.

2 Comments

  1. Hector

    Hola:
    Mi pregunta es, porque hay gente buena que les pasan muchas cosas malas entre ellos niños inocentes y hasta los mismos parrocos.
    Donde esta la proteccion de dios hacia ellos?

    1. Efraín Ocampo

      Gracias por escribir Héctor. Me parece que el artículo responde tu pregunta. Te animo a leerlo con mayor detenimiento. Puedo decirte mientras tanto que la pregunta no es por qué Dios no protege a los más vulnerables, él nos ha dado sus mandamientos para que los cumplamos y, haciéndolo, protegemos a los que más lo necesitan. Nosotros somos responsables de cuidarlos y Dios nos pedirá cuentas de ello y de todo cuanto puso bajo nuestra responsabilidad. Sería impactante que Dios interviniera sobrenaturalmente para defender a un niño de su agresor, pero ha permitido la maldad para que su justicia sea manifiesta cuando comparezca cada persona ante el trono. Todos tenemos responsabilidades que cumplir y Dios no lo va a hacer por nosotros. El sufrimiento del justo no implica injusticia de parte de Dios, sino de la persona que hizo sufrir al justo, quien recibirá la recompensa por su justicia y será consolado de todas las injusticias que padeció, pero el injusto será condenado por las cosas malas que hizo. Saludos.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.