Restauración… ¿para qué?
La restauración es volver a comenzar. ¡Descubre cómo! (más…)
El objetivo del perdón es aprender a aborrecer el pecado, no a tolerarlo.
El objetivo de la vida cristiana no es obtener perdón de nuestros pecados. Dios perdona nuestros pecados para que dejemos de estar esclavizados a ellos, no para darnos una licencia para pecar. Entonces, podremos tener comunión con Dios, que es Santo, y ese es el objetivo de todo.
Efectivamente, Dios es amoroso y perdonador, mas debemos entender qué espera de nosotros una vez que nos perdona.
Apenas los primeros seres humanos se habían rebelado en contra en Dios y leemos que Abel y Caín le invocaban y ofrecían ofrendas. Dios aceptó la de Abel y rechazó la de Caín. La explicación que da es la siguiente:
4 Abel también trajo una ofrenda de los primogénitos de sus ovejas, lo mejor de ellas. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda. Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante. 6 Entonces el SEÑOR dijo a Caín: —¿Por qué te has enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante? 7 Si haces lo bueno, ¿no serás enaltecido? Pero si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá; pero tú debes enseñorearte de él. Génesis 4 (RVA2015)
Caín estaba pecando y Dios no admitió que le adorara como si nada estuviera ocurriendo. Con gran misericordia, el Señor le daba otra oportunidad a Caín para que, más que seguir invocándole mientras hacía lo malo, abandonara su pecado y buscara a Dios.
Cuando el rey David pecó, Dios lo llamó a cuentas, pero lo perdonó (2 Samuel 12:9-13). Muchas veces el Señor perdonó a Israel sus muchos pecados y les dio oportunidad para el arrepentimiento. Cuando la maldad de Israel llegó al colmo, Dios los entregó a sus enemigos, pero continuó teniendo misericordia al conceder perdón a un remanente que creyó al Evangelio (Romanos 11:1-10).
El perdón es otorgado para permitirnos reconciliarnos con Dios con el propósito de no volver a vivir en aquellas cosas que nos alejaron de él en un principio. Es una nueva oportunidad.
Esa oportunidad inmerecida es la gracia. Dios ha tenido gracia con nosotros para que no seamos juzgados por nuestras malas obras, cuya sentencia es la muerte. La condición del perdón es el arrepentimiento de pecados y así libramos el castigo, confiando en que Cristo lo ha pagado por nosotros.
46 y les dijo: —Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; 47 y que en su nombre se predicara el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones comenzando desde Jerusalén. Lucas 24 (RVA2015)
Así como Jesús predicó el arrepentimiento de pecados, Dios nos da de su gracia con el propósito de que no pequemos más. Un ejemplo claro es la mujer adúltera, a quien le dijo “vete y no peques más” (Juan 8:1:11).
La buena noticia del Evangelio es que la paga del pecado es muerte, pero Dios nos da una nueva oportunidad para no morir, sino vivir eternamente (Romanos 6:23). Precisamente, Romanos 6 nos habla de que o estamos esclavizados al pecado o somos siervos de la justicia para nuestra santificación.
El Evangelio enseña que no se puede estar en ambos bandos. Estamos en uno o en otro. El propósito de la gracia es darnos la oportunidad de reconciliarnos con Dios aunque no la merecíamos para que, una vez reconciliados, perseveremos en su amor alejados del pecado que nos esclavizaba.
Dios nos perdona no para seguir pecando, sino para ahora vivir en obediencia a su verdad, en correspondencia al amor que nos ha dado.
15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! 16 ¿No saben que cuando se ofrecen a alguien para obedecerlo como esclavos son esclavos del que obedecen; ya sea del pecado para muerte o de la obediencia para justicia?
Dios nos da libertad de nuestro pecado mediante la fe en Cristo para ya no practicar el pecado. El que vive esclavizado al pecado necesita libertad para obedecer a Dios.
Judas habló en su carta de quienes convierten la gracia en libertinaje y nos recuerda que el Señor ha destruido a los rebeldes (v. 4-16). El que dice “Dios me perdona” y continúa practicando los pecados de siempre rechaza el Evangelio, a Jesucristo mismo, y a quien le envió.
También podría interesarte:
¿Quieres comentar algo o necesitas restauración? Escribe abajo o a contacto@restauraministerios.org. Te recomendamos nuestro libro 40 días en el desierto para Restaurar tu Comunión con Dios.
Efraín Ocampo es consejero bíblico, escritor, ex periodista y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona a reconciliarse con Dios y con su prójimo.