Iglesia y matrimonio gay
¿Qué debemos hacer como cristianos frente al matrimonio gay? (más…)
Descubre qué es la libertad y cómo usarla en 7 puntos.
“Libertad” es una de esas palabras que más escuchamos entre los amigos, en la escuela, en donde vivimos (con los vecinos), cuando nos reunimos con la iglesia, los líderes de opinión a través de las redes sociales, la televisión, la radio y otros espacios… en fin, en todos lados.
Como seguidores de Jesucristo, ¿qué debemos entender por ese concepto y eso qué implica para nuestras vidas?
En la misión de Jesús algo crucial fue poner en libertad a los cautivos y a los oprimidos, es decir, a todos (Isaías 61:1). Por lo tanto, nadie es libre y todos necesitamos la libertad que da Jesucristo.
Sí, porque todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado, según explicó el Señor (Juan 8:34; 2 Pedro 2:19). ¿Qué es pecado? Hacer de cualquier cosa o persona un Dios ––incluido a ti mismo––, hacer injusticias y callar cuando somos testigos de ellas, no practicar la misericordia ni la compasión ni la fidelidad a lo que es bueno. La primera carta de Juan (cap. 3) es más específica y habla de la práctica del pecado y aquí hay una diferencia entre llegar a cometer pecado y su práctica constante y deliberada, la cual no podemos abandonar solo con fuerza de voluntad sino principalmente por medio del arrepentimiento de nuestra maldad, para que así el poder de Dios detone su obra regeneradora en el ser humano que ha decidido abandonar la práctica del pecado para hacer el bien y lo justo, en otras palabras, las obras de Dios por medio de la fe en el evangelio de Jesús.
Dios dio la ley a Israel, la cual les daba a conocer el pecado, esto es, qué prácticas son malvadas. También dio a conocer que estas merecen castigo, pues la paga por el pecado es muerte, pero que la voluntad de Dios no es condenarnos, sino reconciliarnos con él. Asimismo, nos comunicó cuáles son las buenas obras de misericordia y justicia que podemos y debemos practicar con el prójimo. Así, fue evidente que la observación de normas no perfecciona a las personas. Revela qué es la maldad, pero no da libertad de ella al que la practica. En Cristo, Dios hizo lo que para la ley era imposible al condenar al pecado en la débil naturaleza carnal al venir su Hijo en la condición del hombre pecador, pero sin haber pecado. Por eso, quienes anden conforme el Espíritu tendrán la libertad de su pecado para hacer morir las obras carnales (Romanos 8:3-4) y vivir así en la libertad para la que fuimos creados. Esto no significa que nunca pequemos, pero al ser libres de nuestro pecado podemos elegir hacer lo bueno y lo justo en cada oportunidad. Dios ha hecho que esto sea posible para nosotros aunque no hemos hecho nada para merecerlo. A eso se llama gracia. Entonces, la libertad es para obedecer al Señor dejando de vivir en las maldades que practicábamos.
Cada uno debe conocer la verdad de Dios y vivir por ella, pues Cristo no murió y resucitó para que sigamos esclavizados, sino para que por el mismo poder que lo levantó de los muertos también podamos morir a nuestra carne y vivir en el Espíritu. Este poder se perfecciona en nuestra debilidad para que todos sepamos que es Dios quien nos ayuda a perseverar y quien nos sostiene (Juan 8:31-32; Romanos 8:11; 2 Corintios 12:9; 1 Pedro 1:3-5), no nuestra fuerza de voluntad. Si poníamos de pretexto nuestra debilidad para pecar, ahora que sabemos que Dios nos fortalece cuando somos débiles nos ha dado lo que necesitamos para agradarle (2 Pedro 1:3).
Jesús te hace libre del poder del pecado para que hagas morir las obras malas, las de la carne, y vivas conforme a lo que es bueno, justo y agradable a Dios. Como libres, debemos perseverar para no volver a la esclavitud del pecado. Dios tiene el poder de guardarnos y sostenernos hasta nuestra redención completa. Nosotros lo único que debemos hacer es vivir según la fe que hemos confesado creer (1 Juan 3:5-10; 1 Pedro 1:13-23; Romanos 8:1-15).
La libertad no debe ser usada como pretexto para pecar. No podemos decir “ya soy libre para hacer esto o aquello sin condenarme”, como si ahora tuviéramos el visto bueno de Dios para pecar. La finalidad práctica de la libertad en esta vida es honrar a Dios, adorarle con nuestra vida, servir a los demás y demostrarles así el amor de Dios (Gálatas 5:13; 1 Pedro 2:16).
Sí. Alguien maduro en esta fe en Jesuscristo sabe en su conciencia que no se condena por hacer o abstenerse de ciertas cosas, pero el débil en la fe procura hacer obras o abstenerse de cosas que no condenan porque cree que así agrada a Dios. Debemos ser prudentes y procurar usar nuestra libertad cuidando que los débiles en la fe no sean confundidos para evitar que tropiecen. Nuestra libertad nos ayuda a escoger siempre lo que es bueno y justo, nunca lo malo, pues si ese fuere el caso no sería libertad, sino esclavitud. A veces debemos renunciar a nuestro derecho a elegir por amor a otra persona que no tiene la misma libertad que nosotros (Romanos 14:22; 1 Corintios 8:9, 11 y 12).
¿Ves? Libertad no es hacer lo que quieras, más bien eres esclavo de aquello que no puedes dejar de hacer. Es imposible hacer lo que desees y no dañar a otros. La ley del amor nos permite pensar en otros, además de pensar en nosotros mismos. La libertad la obtienes al conocer la verdad de Dios para asumir tu responsabilidad y vivir por ella. Ahora que ya lo sabes, permanece firme en ella cada día de tu vida, y ayuda a otros a hacerlo.