7 mitos en los matrimonios cristianos
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La iglesia local debe hacer frente a esta amenaza a la unidad. Durante las predicaciones del domingo está distraído. Podría incluso decir “amén” a una frase que dijo el pastor pero, cuando llega la noche, difícilmente recuerda cuál fue el tema expuesto. Total, que el mensaje le entró por una oreja y le salió por la otra.
Muchas veces no está de acuerdo con lo que se predica. De hecho, lo que se hace en la congregación no es lo suficientemente bueno para este creyente. Nada está a la altura de las enseñanzas aprendidas en YouTube, del predicador de YouTube ni de la fabulosa iglesia de los videos de YouTube.
Estos creyentes generalmente no leen su Biblia por su cuenta porque prefieren atender lo que otros predicadores enseñan en internet o en la radio. Por lo mismo, no saben si lo que oyen, ven o leen es bíblico o no. Este fenómeno se llama adoctrinamiento y también ocurre cuando se cree todo lo que el pastor dice y está prohibido cuestionarlo.
Está adoctrinado por enseñanzas de hombres aquel que se llama cristiano y solamente se alimenta de lo que escucha, ve y lee en todos lados, sin escudriñar las Escrituras por su propia cuenta. Cree ser guiado por el Espíritu, no obstante, obedece y repite lo que sus líderes dicen.
Dice frases como “fulano dice que…”, “como dice zutano…”. No importa si esos predicadores citan la Biblia, si este cristiano solo cita a sus predicadores favoritos ––llámese Cash Luna, Maldonado, Miguel Nuñez, John Piper o el pastor local o maestro dominical–– está siendo adoctrinado.
La única manera de evitar el adoctrinamiento, por muy buenas o malas enseñanzas que sean, es tener el hábito de estudiar las Escrituras por uno mismo.
Este adoctrinamiento endurece el corazón. En cambio, amar la voluntad de Dios lo ablanda para que el Espíritu le enseñe, consuele, redarguya, corrija e instruya para conocer la verdad y hacer obras de justicia; lo hace humilde y sabio para reconocer cuando se equivoca y poner por obra los mandamientos.
Los adoctrinados nunca reconocerán alguna equivocación. No procuran entender la Biblia ni defender las Escrituras, solamente hacen apología de las afirmaciones de sus líderes.
Cuando discuten difícilmente citan la Biblia porque no la conocen, y cuando lo hacen, todas las respuestas se resumen en un puñado de versos memorizados con el objetivo de defender el adoctrinamiento. Hablan del mismo tema siempre y usan citas descontextualizadas para reforzar su adoctrinamiento.
El creyente adoctrinado no quiere saber la verdad, quiere que la gente piense como él. Así es como repite en otros el adoctrinamiento recibido.
Estar adoctrinados consiste en convertir en verdad las enseñanzas de hombres sin confrontarlas con la Biblia. Nuestra tarea es acudir a la verdad para discernir toda enseñanza. Pero si seguimos ciegamente a los predicadores, por muy en lo cierto o muy equivocados que estén, seremos de tropiezo.
Es necesario hacer nuestra la fe en Cristo y evitar vivir de la fe de alguien más. Cuando el Señor nos llame a cuentas no podremos culpar a nadie de haber creído una mentira o de haber estado sinceramente equivocados. Es responsabilidad de cada uno andar en la verdad y eso constituye la unidad.
Entonces, al defender puntos de vista personales la unidad deja de ser importante. Todos debemos renunciar a nuestras opiniones para encontrarnos en el Evangelio de Cristo. Por ello, amemos las Escrituras, a nuestra iglesia local y, si conducta es de siervos de Cristo, sujetémonos a nuestras autoridades e imitemos su fe colaborando con ellas en cumplir nuestro propósito.
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