Esto enseña Jesús en el décimo sexto capítulo de Lucas.

Jesús contó la parábola de un administrador astuto que había malgastado los bienes de su patrón y había sido llamado a cuentas. Contactó a cada deudor para reestructurar sus deudas con su patrón para recuperar algo y que no fueran solo pérdidas. Así, este hombre tendría opciones de trabajo si su patrón lo despedía. Jesús anima a sus oyentes a usar las riquezas de este mundo, pero sobre todo a usarlas para hacer bien y así estar a cuentas con Dios, pues esos recursos no durarían por siempre.

Si administramos bien las falsas riquezas, se nos confiarán las verdaderas. La mejor manera de administrar el dinero, enseña Jesús, es que este sirva al hombre y no que el hombre sirva al dinero y el hombre que sirve a Dios no sirve al dinero porque ya no es su esclavo. Aquello que es lo más preciado para los hombres, para Dios es basura.

Cuando Jesús enseña sobre el matrimonio en la dimensión del reino de los cielos, pretende ayudarnos a poner en perspectiva qué es lo importante y qué no lo es. Por eso, el divorcio tiene consecuencias destructivas. La parábola del rico y Lázaro refuerza esta idea: lo que hagamos y no hagamos en esta vida tendrá consecuencias eternas. Aunque se levante un muerto para avisarnos de esto, no lo escucharán. Ahí está el testimonio de Jesús y el de los profetas. Escuchémoslos.


Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.