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No manipules la Biblia para dar sustento a tus propias ideas.
Así es. El Evangelio se ha extendido, principalmente en Iberoamérica, y con ello más gente está expuesta a la Biblia. Lamentablemente, cuando predican o enseñan muchos no la estudian con el cuidado requerido y terminan diciendo cosas que no están escritas como si estuvieran escritas.
En ocasiones, creyentes defienden ideas que contradicen a las propias Escrituras, mas no pueden darse por enterados. Ellos fueron adoctrinados.
En otras palabras, alguien establece qué se debe creer y numerosos cristianos adoptan esas creencias y repiten sus enseñanzas de manera mecánica, no porque por su meditación en la Biblia el Espíritu Santo los haya llevado a esas conclusiones.
Esta situación apunta a una realidad preocupante: los creyentes terminamos defendiendo las ideas de alguien o las propias, no a la Verdad. Por eso compartimos contigo 4 métodos para comprobar que interpretamos bien la Biblia.
Si alguien asegura que un texto de la Biblia enseña tal o cual cosa o si tú crees algo que supuestamente la Biblia está diciendo, lee otra vez y comprueba que efectivamente el texto LO DIGA o que NO DIGA lo que piensas que dice.
Por ejemplo, hay cristianos que aseguran que Josué 1 es para todos los creyentes. El Señor le dijo a Josué que todo lugar que pisare la planta de los pies del pueblo de Israel se los daría en posesión.
El texto dice lo que Dios hará con Israel durante la conquista de la Tierra Prometida, lo que no dice es que por siempre Dios daría a todos sus hijos todo lugar que pisare la planta de sus pies. Claro, suena genial eso de reclamar para nosotros los lugares en los que caminamos, pero no es una interpretación bíblica.
Esa promesa es para nosotros si somos parte del pueblo de Israel, si vamos a conquistar por primera vez Canaán y si somos comandados por Josué. Como no es tu caso ni mi caso, entonces la promesa no es para nosotros, como muchos aseguran equivocadamente.
¿Cómo saber si lo que entiendes es bíblico? Cuidado, no es bíblico porque alguien te lo enseñó usando un texto de la Biblia o porque entendiste algo al leer cierto texto.
Por ejemplo, los falsos maestros usan 2 Corintios 9:6-8 para vender milagros y timar a los creyentes pidiéndoles dinero para que, supuestamente, Dios los colme de dinero y bienes materiales.
Si interpretas que te deben dar dinero o que con ese argumento debes dar dinero para recibir mucho más, comprueba si esa enseñanza o interpretación es errónea o cierta leyendo el contexto del pasaje. Al leer completo el capítulo 9 y el capítulo 8 encontramos que es errónea. Habla de donativos a un caso específico de ayuda a otros cristianos que pasan necesidad.
Para comprobar si tu interpretación es errónea o cierta, otra opción es verificar si tu conclusión contradice o no otras porciones de las Escrituras.
Por ejemplo, algunos dicen que la salvación se obtiene al hacer una oración para recibir a Jesús como Salvador fundamentando esa creencia en Romanos 10:9-10. Ellos entienden la acción de “confesar” mencionada en el texto bíblico como hacer esa oración. Tal interpretación puede ser comprobada o rechazada con los dos anteriores métodos, pero cede más claramente ante este.
Si fuera verdad, ¿cuáles serían las implicaciones? Una es que esa persona es declarada salva no por Dios sino por otras personas; y otra supondría que, haga lo que haga, viva como viva, no puede perder su salvación. Debemos probar esa interpretación con otros pasajes de la Escritura y, si estos contradicen esa creencia, concluiremos que es falsa.
Son numerosas las citas que desmienten la interpretación, tomando en cuenta que esa oración para recibir a Jesús generalmente no implica llamar al arrepentimiento a las personas –abandonar la práctica de los pecados–, lo cual sí es requisito para la salvación (Mateo 4:17; Lucas 13:5 y 24:45-47; Hechos 2:36-38 y 3:18-20; Romanos 6 y 8; 1 Corintios 15:1-2; Efesios 5:6-7; Colosenses 1:21-23 y 3:1-17; Hebreos 10:26-29; 1 Pedro 2:1-3; 2 Pedro 2:18-22 y 3:11-17; 1 Juan 2:3-6 y 3; Judas 1:4 y muchos, muchos más).
Como cristianos coincidimos en que Dios y Cristo son los protagonistas del Evangelio, no nosotros. Si tu interpretación centra el evangelio en ti y no en Dios, ten por seguro que no es correcta.
Por ejemplo, algunos usan Romanos 4:17 para entender que el creyente debe declarar o decretar, práctica también conocida como confesión positiva por su origen no bíblico.
Si bien dicha interpretación pudiera ser aceptada o refutada con los 3 métodos anteriormente descritos, fácilmente comprobamos su falsedad identificando que el entendimiento de este texto en ese sentido centra el Evangelio en nosotros, no en Dios.
Al atribuirnos la capacidad de llamar lo que no es como si fuera, poniendo de pretexto la fe o que tenemos fe, pretendemos apropiarnos de una facultad propia de Dios, como sí DICE el texto. El Evangelio siempre nos dirige a Dios y a su Cristo, y la fe tiene el mismo propósito. Una fe que consiste en reclamar la soberanía que les pertenece es un evangelio centrado en mí.
Si no está escrito, no hay por qué creerlo
Si la interpretación que obtuviste no puede ser comprobada por ningún texto bíblico o puede ser desmentida por diversos textos bíblicos, podría ser resultado de deducciones, sospechas y conclusiones lógicas, no de lo que sí está escrito en la Biblia.
Es muy importante distinguir si tu interpretación es resultado de lo que lees en las Escrituras o de un adoctrinamiento por parte de alguien. Una persona podría decirte en qué creer, pero SIEMPRE debes corroborar que sea la Biblia la que lo enseña, no un ser humano.
10 Entonces, sin demora, los hermanos enviaron a Pablo y Silas de noche a Berea; y al llegar ellos allí, entraron a la sinagoga de los judíos. 11 Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así. Hechos 17
¿Hay algún método que te ha ayudado y no mencionamos? Comenta abajo o escribe a contacto@restauraministerios.org. Podrás encontrar más sobre este tema y otros similares en el libro La iglesia útil.
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Efraín Ocampo es consejero bíblico, escritor, ex periodista y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona a reconciliarse con Dios y con su prójimo.