Aunque Dios puede hacer cualquier cosa, no significa que de hecho las haga.

He escrito este artículo porque existen muchos desafíos intelectuales contra el cristianismo, algunos de los cuales parecen ser difíciles de abordar. En mi opinión, intimidan a los creyentes o los desalientan en su labor evangelística, apologética, intelectual o devocional. Incluso, para algunos puede significar alejarse del cristianismo. Al pensar que no puede dar respuestas satisfactorias a cuestiones fundamentales, la respuesta lógica es alejarse de él.

Mi objetivo con este artículo es acercar a los lectores a una de las respuestas que existen ante el reto de la supuesta contradicción en el atributo de la omnipotencia de Dios. He procurado que la redacción sea amigable con un público relativamente amplio para facilitar su lectura, evitando tecnicismos en la medida de lo posible. Rogamos a los lectores interesados completar la lectura a pesar de las posibles dificultades que son propias del tema. Para aquellos que deseen profundizar, dejo al final una versión más completa y ligeramente más académica de este artículo.

El dilema de la omnipotencia

Cuando hablamos del Dios de la Biblia nos referimos a Él como Todopoderoso u Omnipotente. Eso quiere decir que Él puede hacer literalmente todo, ¿no es así? Por eso, cuando mencionamos la omnipotencia, muchos plantean un problema como este: Si Dios es Todopoderoso, ¿puede crear una piedra tan grande que luego no pueda cargar?

Si respondemos que puede (porque puede hacer todo), eso significa que la piedra que el creó será muy pesada y no la podrá cargar; entonces, en realidad no puede hacer todo y en realidad Dios no es omnipotente. Pero si resulta que Dios puede cargar esa piedra (porque puede hacer todo), quiere decir que no pudo crear una piedra suficientemente pesada para no poderla cargar, entonces en realidad no puede hacer todo. Eso querría decir que Dios no puede ser omnipotente, lógicamente. Y aún más, eso podría significar que Dios no puede existir porque para existir debe ser omnipotente, entonces si existe y no es omnipotente, en realidad no es Dios.

Bueno, a continuación anotamos una lista de cosas que Dios en realidad no puede hacer:

  1. Dios no puede crear una piedra tan pesada que Él no pueda cargar.
  2. Dios no puede, literalmente en cuanto a su divinidad, nacer.
  3. Dios no puede, literalmente en cuanto a su divinidad, morir.
  4. Dios no puede auto-crearse.
  5. Dios no puede auto-destruirse.
  6. Dios no puede crear a otro Dios igual o superior a Él.
  7. Dios no puede ser mejor de lo que ya es porque toda la plenitud está en él.
  8. Dios no puede pecar.
  9. Dios no puede mentir.
  10. Dios no puede negarse a Sí mismo.
  11. Dios no puede olvidar.
  12. Dios no puede recordar, literalmente, algo que había olvidado.
  13. Dios no puede contradecirse o contradecir la lógica.

Esto parece ser un problema intelectual que hace al cristianismo lógicamente insustentable. ¿Acaso existe una respuesta?

Para responder debemos retroceder unos pasos y establecer cuál es nuestra fuente del conocimiento de Dios y cuál es el significado de la omnipotencia de acuerdo con esa fuente: La fuente del conocimiento de Dios en el cristianismo es la Biblia, la Revelación Escrita de Dios. Por eso las especulaciones intelectuales y las obras filosóficas no son la autoridad final, aunque se tomen en cuenta. Por supuesto, la doctrina de Dios no tiene por qué ser ilógica o irracional, pero no se fundamenta en lo que el ser humano postula, sino en lo que Dios ha revelado de Sí mismo en la Biblia.

Lo que la Biblia enseña sobre el poder de Dios

Es importante recordar que la Biblia no fue escrita originalmente en español, inglés o algun otro idioma moderno. La Biblia fue escrita originalmente en tres idiomas: en hebreo, arameo (el Antiguo Testamento) y en griego (el Nuevo Testamento). En ninguno de estos tres idiomas se utilizó un equivalente lingüístico de la palabra <<todopoderoso>> en español, aunque se haya traducido así. Las palabras utilizadas fueron “Dios poderoso” (en hebreo) y “Gobernante de todo” (en griego). Junto con otros nombres de Dios, estas palabras se usan para hablar de Dios como un ser muy poderoso, supremo, gobernador y proveedor. En lugar de postular un atributo abstracto (postulado en términos intelectualmente universales o filosóficos), la Biblia proclama los atributos de Dios en el contexto de Sus intervenciones en la historia y Su relación con el mundo y Su pueblo escogido. En este sentido, Dios puede hacer todo aquello que se ha propuesto hacer en la historia y en el mundo, especialmente para cumplir sus planes y promesas realizadas a su pueblo escogido. En la Biblia, Dios plantea que no existe algo demasiado difícil o imposible para que Él lo realice, cuando le anuncia al profeta Jeremías que cumpliría su juicio contra Jerusalén, haciendola caer en manos de Babilonia (Jeremías 32:26-28). Notemos que Dios dice esto con referencia a lo que va a hacer y a lo que puede hacer.

Lo que nosotros concluímos sobre el poder de Dios

Una vez que entendemos lo que la Biblia enseña sobre el poder de Dios, nosotros damos un paso intelectual llamado inferencia, el cual consiste en tomar diversos ejemplos, postulados y evidencias, para concluir un postulado general y absoluto: Dado que Dios puede hacer todo lo que se ha propuesto hacer en el Universo y en la historia, en realidad Dios tiene todo el poder para hacer cualquier cosa que se proponga hacer o incluso puede hacer cosas que no se propone, es decir, es Todopoderoso u Omnipotente. En realidad, la manera en la que esto se ha planteado es tomar un atributo humano bien conocido: el poder o la capacidad de llevar a cabo acciones, afirmar que este atributo es compartido con Dios y finalmente afirmar que en Dios ese atributo es supremo, máximo, sin límites: Dios es omnipotente.

Durante las reflexiones realizadas en la Edad Media, se concluyó entonces que el poder de Dios debía postularse al grado de aceptar contradicciones lógicas, aunque Él realmente no llevara a cabo esas contradicciones; aún así, no todos los Teólogos de la Edad Media afirmaron eso. Durante la época de la Reforma, cuando se restauró la autoridad de la Biblia por sobre las especulaciones intelectuales, se reformuló el entendimiento del poder de Dios de manera que se entiende como supremo e inalcanzable para las criaturas, pero nunca contradictorio consigo mismo o con otros de sus atributos divinos.

La manera adecuada es organizar nuestro conocimiento de Dios y primero afirmar que Él es Soberano sobre toda su creación (no existe nada, a menos que Él lo hay creado – Juan 1:3 – o que sea Él mismo). Como Soberano que es, tiene una voluntad Soberana y un poder Soberano: Él es libre de planear o desear todo aquello que se proponga en consistencia con su bondad, justicia y santidad. Además, tiene la capacidad de llevar a cabo todo aquello que determinó realizar.

Lo que el Salmo 33 enseña sobre el poder de Dios

A continuación revisamos el Salmo 33 y observamos cómo la Biblia misma nos postula estas afirmaciones y resuelve nuestras dudas al respecto. El versículo 6 nos instruye claramente en que todo el Universo fue creado por el mandato de Dios, así que podemos ver el asombroso poder de Dios y de su Palabra:

Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos,
y todo su ejército por el aliento de su boca.

Salmo 33:6, LBLA

El versículo 7 nos muestra que el poder de Dios no se limita a crear todas las cosas, sino que incluye gobernarlas, ordenarlas o regirlas como le place, sean los océanos o los lugares más recónditos:

Él junta las aguas del mar como un montón;
pone en almacenes los abismos.

Salmo 33:7, LBLA

El versículo 9 nos muestra de nuevo el poder inspuerable y eficiente de Dios y su Palabra:

Porque Él habló, y fue hecho;
Él mandó, y todo se confirmó.

Salmo 33:9, LBLA

Los versículos 10 y 11 nos enseñan clara e impresionantemente que el poder de Dios no se limita a hacer lo que quiere sobre los elementos de la creación, sino que aún se sobrepone a las personas y las naciones, siendo capaz de arruinar sus planes para llevar a cabo lo que Él se ha propuesto:

El SEÑOR hace nulo el consejo de las naciones;
frustra los designios de los pueblos.
El consejo del Señor permanece para siempre,
los designios de su corazón de generación en generación.

Salmo 33:10-11, LBLA

Los versículos 16 al 19 nos instruyen en algo muy importante, pues los seres humanos solemos confiar en nuestros recursos, pero el salmista nos enseña que aún nuestros recursos dependen del poder de Dios para tener éxito, así que al usarlos debemos confiar en Dios y no en las cosas o en las personas, pues su poder puede usar esas cosas, pero también puede hacerlas fracasar o ayudarnos de maneras diferentes e inesperadas:

El rey no se salva por gran ejército;
ni es librado el valiente por la mucha fuerza.
Falsa esperanza de victoria es el caballo,
ni con su mucha fuerza puede librar.

He aquí, los ojos del SEÑOR están sobre los que le temen,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar su alma de la muerte,
y conservarlos con vida en tiempos de hambre.

Salmo 33:16-19, LBLA

Finalmente, cuando entendemos la grandeza del poder de Dios sobre toda la creación, cabe preguntar, ¿Es el Rey cósmico un tirano? Muchos temen u odian este concepto, rechazan la idea de que exista tal Ser, quien es tan supremo en poder y voluntad. Si es tan capaz de hacer lo que quiera y sobreponerse a todas las otras voluntades, ¿Es horrible la realidad última? El salmista nos dice: ¡No! ¡Por el contrario, es maravillosa y hermosa! ¿Por qué? ¡Porque Dios es bueno, justo y misericordioso! Todo lo que Dios se propone, todo lo que dice y todo lo que hace es correcto:

Porque la palabra del SEÑOR es recta;
y toda su obra es hecha con fidelidad.
Él ama la justicia y el derecho;
llena está la tierra de la misericordia del SEÑOR.

Salmo 33:4-5, LBLA

Aplicación de esta verdad a la vida

Es maravilloso que al leer este Salmo, el poema primero nos dice que alabemos a Dios porque es bueno, justo y misericordioso, para después instruirnos sobre su poder inigualable. Pero, ¿qué significa esto para nosotros o qué relevancia tiene en nuestro corazón y vida? Los versículos 1-3, 8 y 20-22 nos instruyen ampliamente en que, al entender la grandeza y bondad de Dios, debemos cantarle y adorarlo con alegría, temerlo con reverencia, alegrarnos en Él y, muy importante, tener nuestra esperanza en él.

Me gustaría cerrar con el ejemplo de Jacob, el patriarca. Cuando Dios se reveló a Jacob en apariciones únicas y sobrenaturales, en una ocasión le dijo que era el Dios Poderoso (Génesis 35:11). Esa revelación es maravillosa, pero implicaba que ese poder estaba disponible para ayudarlo en su vida y en sus dificultades. Dios mismo dispondría toda circunstancia, buena y mala para cumplir su propósito en y a través de Jacob, su elegido. Eso le enseñó a Jacob a confiar en Dios, pero no significó que su vida fuera fácil, pues Jacob tuvo que huir 3 veces en su vida: De su hermano Esaú (Génesis 27:41-43), de su tío Labán (Génesis 31:17-21) y de los clanes vecinos de Canaán (Génesis 35:1).

Además, Jacob recibió como esposa a alguien que no quería (Génesis 29:23-25), la segunda esposa, a la que sí quería, no pudo tener hijos por mucho tiempo (Génesis 29:31 y 30:1-2), luego murió teniendo su segundo hijo (Génesis 35:16-19) y después su hijo favorito fue vendido como esclavo, pensando él que había sido devorado por un animal salvaje (Génesis 37:31-35). Podemos añadir que antes de que se reencontrara con su hermano Esaú, la aparición de Dios en la noche le causó una herida a su cuerpo que lo hizo cojear (Génesis 32:31). Lo único que pudo sostener el espíritu de Jacob, aún en sus mayores tristezas, dificultades y peligros, fue conocer a Dios, su gran poder y su gran bondad. Lo mismo debe ser cierto de nosotros.

Cuando hablamos del poder de Dios, que no tiene límites excepto Él mismo, nuestra mente y corazón deben ser alimentados con confianza, alegría y esperanza, llevados a la adoración reverente. Pero, además, debemos ser instruidos en que ese poder está disponible para ayudarnos en nuestras vidas de fe, para luchar con nuestro pecado, para resistir en las dificultades y para sobreponerse y vencer cualquier cosa que se oponga a Dios y a Su propósito en nuestras vidas, de manera que lleguemos a comprender que a los que aman a Dios, todas las cosas, buenas y malas, ayudan para bien, para Su propósito en nuestras vidas (Romanos 8:28).

Conclusión

Hasta aquí hemos planteado el problema que representa hablar de Dios como Todopoderoso y cómo muchos utilizan la posible contradicción para no aceptar afirmaciones sobre Dios y su existencia. Hemos mostrado cómo explicamos la omnipotencia correctamente desde la Biblia y cómo esto se aplica a nuestras vidas. Hemos establecido que la palabra Todopoderoso u Omnipotente procura expresar el poder inmenso, divino, asombroso, imponente y soberano de Dios, pero no pretende plantear un poder contradictorio con Dios mismo y el resto de sus atributos. Finalmente, aplicamos esta perfección de Dios a nuestras vidas instruyéndonos a la adoración alegre y reverente, además de llevándonos a la esperanza y confianza en el poder y la bondad de Dios en nuestras dificultades. Mientras que muchos rechacen la existencia de Dios y su poder por su aversión personal a Dios (no por que existan buenas razones lógicas para hacerlo), nuestras vidas deberían ser llevadas a una mayor comunión alegre y devota, tanto en las buenas circunstancias como en las malas. Que el poder del Señor nos lleve a eso.

Joshua Belmontes estudió Economía y Microfinanzas en la Universidad Nacional Autónoma de México, ha sido profesor de Español como Segunda Lengua para el ministerio Avance Juvenil, ha recibido cursos de Teología por parte de ministerios Ligonier y enseña en la Escuela Dominical de su iglesia local.

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