Identifica qué distingue a un maestro cristiano de alguien que no lo es.

Maestro: sus palabras y su vida son congruentes con el carácter de Dios, el ejemplo de Jesús y con el fruto del Espíritu Santo. Si llega a tropezar, se examina a sí mismo, reconoce su pecado, acude al trono de la gracia y ofrece su debilidad para fortalecerse en Dios, hace los ajustes para no practicar lo malo y andar en la libertad que le da Cristo para hacer lo bueno y lo justo.

Falso Maestro: habla de Dios pero no lo conoce ni obedece porque se hace a sí mismo Dios al obedecer sus propios deseos. Justifica lo malo que hace, lo llama bueno y nunca se responsabiliza de su mal proceder. Se hace a sí mismo el parámetro a imitar (porque no imita a Cristo) y se compara con otros para mantener su imagen.

Maestro: hace de conocer a su Dios para adorarle el propósito de su vida y practica lo bueno y lo justo porque así es Dios y así es como tiene comunión con él.

Falso maestro: dirige la atención de la gente a sí mismo, no a Dios, y enseña para tener autoridad sobre otros y buena reputación para que la gente haga lo que él dice, no lo que dice Dios. Aunque habla de Dios, sirve a muchos dioses, de los cuales él es primero.

Maestro: enseña para que la gente tenga las herramientas que les ayuden a conocer a Dios y adorarle por ellos mismos y no a través de él. Así podrán relacionarse directamente con su Señor.

Falso maestro: enseña a las personas una versión de Dios como él lo entiende o lo imagina y procura que la gente dependa de su enseñanza para relacionarse con Dios.

Maestro: enseña que Dios hace nacer de nuevo al creyente y que le da su Espíritu para conocerle y obedecerle, tener sabiduría y aprovechar la revelación dada al ser humano en Jesucristo por medio de la fe.

Falso maestro: da a entender que solo él tiene la revelación y el conocimiento, y que para tener acceso a ello los demás lo necesitan a él.

Maestro: predica el evangelio y centra la enseñanza en Cristo.

Falso Maestro: centra su predicación en él y en el ser humano. Enseña a usar a Dios para que las personas obtengan beneficios de él pero solo se engañan a sí mismos.

Maestro: enseña y da ejemplo de por qué y cómo amar a Dios y al prójimo a través de la obediencia al Señor para servirle y servir a otros.

Falso Maestro: enseña no a amar a Dios y al prójimo, sino a las tradiciones, al activismo, a los rituales, a los mandamientos de hombres y a que el seguidor le sirva al líder.

Maestro: sabe que solo es un medio del amor, gracia y cuidado de Dios para con la gente y que las personas no son de su propiedad, pues Dios usa a otros muchos para enseñar a los suyos.

Falso maestro: busca controlar a la gente con su enseñanza para que piensen y hagan lo que dice, y ve con celos y envidia a otros que enseñan.

Maestro: conoce, vive y habla la verdad con amor; denuncia la herejía.

Falso maestro: hace de la herejía su verdad y la impone a otros.

Maestro: estimula a las personas a que piensen por sí mismos lo que creen.

Falso maestro: impone a otros sus puntos de vista. Ve al desacuerdo como una amenaza y lo condena.

Maestro: escucha antes de enseñar y enseña lo que la gente necesita oír.

Falso maestro: enseña lo que quiere que otros crean y hagan, y habla lo que la gente quiere oír.

Maestro: se capacita para ser más útil.

Falso maestro: enseña que capacitarse es malo para justificar su pereza, su necedad e ignorancia.

Maestro: sabe que la información solo es un medio para conocer a Dios y procura que la gente conozca la información, pero que sobre todo sean sabios al ponerla en práctica y compartirla.

Falso maestro: lo que dice es la máxima autoridad y enseña para que la gente repita sus frases e ideas.

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