Qué es y cómo se ve el abuso religioso
Muchas iglesias se resisten a ver que esto ocurre en su interior. ¿En la tuya pasa? (más…)
Los cristianos, la ideología de género, la tolerancia y el pecado.
Los 17 de mayo son el Día Internacional de la lucha contra la homofobia y, en general, contra el odio a homosexuales, transexuales, lesbianas y a quienes no ejercen la heterosexualidad.
En el mundo se ha promovido establecer las prácticas no heterosexuales como una opción más entre lo que llaman preferencias sexuales. Ya hace décadas la Organización Mundial de la Salud pidió retirar a la homosexualidad de las listas de enfermedades mentales. En México, desde 2014 el 17 de mayo es el Día nacional contra la homofobia para promover la no discriminación a estos grupos de personas.
Los cristianos evangélicos creemos en el Dios vivo y verdadero llamado Jehová o Yahvé, según sea traducido el tetragramatón YHWH. Él no hace acepción de personas. Él bendice a todas las personas por igual con sus bienes y su misericordia. Él ama a todos y envió a Jesús a morir por todos para reconciliarnos con él. Nos pide amarle con toda nuestra mente, nuestra alma y nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a nosotros mismos. En ese sentido, los cristianos a lo largo de la historia han estado con la viuda, el huérfano, el pobre, y en su momento con las mujeres y contra el racismo porque es el ejemplo que Dios como Padre nos dio.
En este tiempo seguimos en contra de la discriminación a toda persona por creemos que fue creada a la imagen de Dios. Por ello amamos al homosexual que otros han despreciado, al bebé no nacido que otros quieren matar al pretender despojarlo de su humanidad, al que tiene Síndrome Down y humillan, a la madre soltera que explotan y de la que abusan, al ex presidiario a quien niegan una nueva oportunidad, al extranjero que odian.
Como cristianos, no hacemos distinción de personas por el pecado que practican. Creemos que todos somos pecadores. Sería negar nuestra fe dar un buen trato a unos porque sus pecados nos parecen menos malos y dar un mal trato a otros porque sus pecados nos parecen muy malos; sería una hipocresía y negar a Cristo que trató con dignidad y respeto a todos para llamarlos a reconciliarse con Dios. Pero Jesús fue implacable con aquellos que decían representar a Dios y lo negaban con sus comportamientos, diciendo de ellos que cerraban a los demás el reino de los cielos y ni entraban ni dejaban entrar a los que intentaban hacerlo.
Para el colectivo LGBT, que asegura representar a personas no heterosexuales, el concepto ideología de género es ofensivo. Por lo menos los cristianos lo usamos con fines descriptivos.
La consideramos ideología porque consiste en un conjunto de ideas que caracterizan el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, político, etcétera. Es un sistema de conceptos y creencias debido a que hace afirmaciones que se dan por ciertas acerca de la identidad de las personas, aunque sin base científica. Esa es la razón por la que consideramos que no debemos aceptarla como un imperativo, aunque sí respetamos a quienes simpaticen son ella.
¿Cuáles son dichas afirmaciones? De acuerdo con los lineamientos de la Organización de la Naciones Unidas (lee el documento aquí):
Sexo: es el conjunto de características físicas, biológicas, anatómicas y fisiológicas que definen como varon o mujer a los seres humanos. El sexo está determinado por la naturaleza.
Género: es el conjunto de carácterísticas sociales, culturales, políticas, sicológicas, jurídicas y económicas que las diferentes sociedades asignan las personas de forma diferenciada como propias de varones o de mujeres. Son construcciones socioculturales que varían a través de la historia y se refieren a los rasgos sicológicos y culturales y a las especificidades que la sociedad atribuye a lo que se considera masculino o femenino.
Además, hay otros conceptos derivados de la idea de que un hombre o una mujer no debe comportarse como tal, sino como lo que deseé o según la percepción que tenga de sí.
Orientación sexual: es la atracción hacia alguien sin importar el sexo de ninguna de las dos partes.
Identidad de género: la expresión del género tal como cada persona desea hacerlo.
El problema con la ideología de género es que, desde la política, quienes la profesan impulsan leyes que imponen esta forma de pensamiento a quienes no simpatizamos con ella.
Algunas leyes son positivas, como regular las uniones civiles entre parejas del mismo sexo para el disfrute de los beneficios legales entre quienes las integran, como extender la seguridad social a la pareja que no goza de esa protección, por ejemplo. Sin embargo, pretenden reclamar el derecho de la adopción, cuando no existe tal cosa y jurídicamente debe ser defendido el derecho del menor a tener un hogar como el que perdió, donde un hombre y una mujer pueden proveer lo que dos personas del mismo sexo no pueden.
Se pretende obligar a quienes no profesamos la ideología de género a hacer cosas en contra de la nuestra libertad de conciencia como aceptar su enseñanza en los programas educativos ––aun cuando es ideología y no ciencia––, proveer servicios que comprometen nuestras creencias, renunciar al derecho de los padres y las madres a enseñar a sus hijos sus valores y sus creencias, a que se renuncie a su derecho a solicitar la ayuda médica, psicológica y espiritual que se considere pertinente para volver a ejercer su sexo y también se quiere prohibir a médicos, psicólogos y líderes espirituales a prestar el servicio aún cuando les sea solicitado. Estas pretensiones son anticonstitucionales.
Mientras que para el colectivo es necesario hacer una distinción entre sexo y género para justificar los comportamientos de aquellos a quienes pretenden representar, para el cristiano el sexo de las personas determina sus comportamientos, sean masculinos o femeninos. Aunque reconocemos que existen comportamientos de uno y otro sexo impuestos por la cultura, cuando hablamos de lo masculino y lo femenino hablamos de lo que es propio de una naturaleza y de otra.
Cierto es que hay comportamientos afeminados en la caso de algunos hombres y masculinizados en el caso de ciertas mujeres, pero de ninguna manera ello indica que por eso deban buscar relaciones con personas del mismo sexo o que deban tener la percepción de ser del sexo opuesto. Los hombres y las mujeres que han elegido comportarse como si tuvieran el sexo opuesto niegan la existencia de Dios para adorar sus propios dioses o hacerse a sí mismos su propio dios, definiendo lo que es bueno y lo que es malo.
La masculinidad o la feminidad que Dios creó tiene propósitos benéficos específicos. Dios hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, con igual valor, dignidad y capacidad. No obstante somos diferentes en diversos aspectos y admitir esas diferencias de ninguna manera significa que uno valga más que el otro. Él está hecho para ella y ella para él en lo biológico, anatómico, mental, emocional y seguramente en otros aspectos. Hay resaltar que estos son hechos observables, comprobables y medibles, a diferencia de los aspectos ideológicos, sin base ni fundamento científico, y por lo tanto racional.
Lo que hace hombre a un hombre y lo que hace mujer a una mujer no son los roles que las sociedades le han dado a uno y a otro a lo largo de la Historia en cada civilización. El pecado ha llevado a unos y otros a distorsionar estos conceptos. Son esas distorsiones de lo que identifica a un hombre y lo que identifica a una mujer lo que llaman “constructos culturales” o lo que las culturas han dicho que es un hombre y una mujer. Los cristianos no defendemos esas distorsiones.
En cambio, creemos que ser creados a imagen de Dios nos proporciona la racionalidad que nos permite reconocer la igualdad pero la riqueza que aportan las diferencias entre hombres y mujeres. Esto nos ayuda a evitar la homosexualidad, el lesbianismo y otras prácticas sexuales no heterosexuales. Es el uso del sentido común. De ninguna manera, nuestro desacuerdo debe traducirse en odio hacia quienes tienen prácticas sexuales no heterosexuales.
Este párrafo resume una perspectiva sobre lo que creemos:
¿Quiénes son cristianos? Aquellos que hemos creído esta buena noticia y vivimos en congruencia con ella. Quien se dice cristiano vive como Cristo; quien llama “Padre” a Dios se compromete a imitarlo.
1 Por tanto, imiten a Dios, como hijos amados. 2 Vivan en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, de aroma fragante. Efesios 5 (RVC)
6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. 1 Juan 2 (RVC)
Si usamos nuestro raciocinio con las evidencias disponibles podemos comprobar que las prácticas no heterosexuales no son naturales, sanas ni de sentido común. Por esa razón comprendemos que son pecado, porque dañan nuestra mente, emociones y cuerpos al apartarse de lo que Dios ha creado como algo bueno. Al argumento de que las prácticas heterosexuales también son riesgosas respondemos que lo son cuando están fuera del orden, propósito y naturaleza dados por Dios: relaciones sexuales indiscriminadas con múltiples parejas, adulterio, uso sexual de órganos no sexuales, entre otros.
En resumen, no se nos puede culpar de ser congruentes con lo que creemos.
Tomé una cita al azar de la apertura del Foro “Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Lesbofobia” realizado en 2019 que tiene como uno de sus objetivos denunciar la discriminación a esos grupos. La entonces senadora Citlali Hernández dijo lo siguiente:
Ustedes habrán visto en redes sociales que con el hashtag “menos clóset más amor” se buscó que, no solo la población LGBTTI contara su historia y adoptara el hashtag, sino que además también la población en general pudiera dar un mensaje a una sociedad que lamentablemente todavía es conservadora y todavía tiene mucho que aprender en la capacidad de amar al otro, de aceptar las diferencias y la pluralidad, y entender que lo más bello de esta humanidad justamente es la diversidad, la pluralidad y la diferencia.
Este discurso es sumamente peligroso, por decir lo menos. Ella dijo que los conservadores deben dejar de serlo porque tienen “mucho que aprender”. Esto ofende, descalifica y menoscaba la dignidad de un sector de la población que no coincide con la ideología de género. Además, divide a la sociedad.
En su discurso, Hernández generaliza y relaciona lo que llama ser conservador ––los que no piensan como ella y los que representa–– con la incapacidad de amar. Irónicamente, tal afirmación demuestra incapacidad de amar a los que piensan diferente. No se trata de amor, sino de una agenda política que impone un pensamiento único a través de las legislaciones federales y estatales. Por ejemplo, la Reforma Educativa que impone en la educación primaria y secundaria ––probablemente desde la preescolar–– contenidos derivados de la ideología de género.
De esta manera, se hace evidente que el discurso y las acciones del colectivo promueven la diversidad sexual pero en realidad procuran suprimir la diversidad de pensamiento. Un discurso discriminatorio en un evento contra la discriminación es lo menos pensado. No obstante, como cristianos también debemos asumir nuestras incongruencias en la práctica y en el discurso con el fin de ser íntegros y abandonar la hipocresía. Así evitaremos discursos peligrosos, como los que se dictan desde el poder político.
Lo cierto es que no somos enemigos. Somos vecinos, somos colegas, somos compañeros de estudio, somos conciudadanos, somos familias. Somos humanos. Sería necio desear que la otra parte no exista. Existe. ¿Qué vamos a hacer a pesar de tener creencias distintas?
No aprobar las prácticas no heterosexuales no nos autoriza a odiar o actuar en contra de quienes las realizan. Ese no es el ejemplo de Cristo.
Creemos que la homosexualidad es un pecado debido a que es otra manifestación, entre muchas, de que el ser humano ha decidido rechazar a Dios: su diseño, su orden, su propósito. Eso no nos hace homofóbicos. Nos quieren hacer creer que el desacuerdo es antagonismo. Esa sería una actitud dictatorial. Si no piensas como yo, eres mi enemigo. Nuestras creencias nos impiden odiar a cualquiera. Si un cristiano odia a un homosexual, te pido que no lo consideres como tal.
Algunos supuestos cristianos tienen una doble moral que consiste en amar su propio pecado mientras odian al practicante de otro pecado solo por ser diferente al suyo. No tiene sentido. De hecho, el propósito de la iglesia es ser el canal para que las personas que viven alejadas de Dios se reconcilien voluntariamente con él.
El cristiano cree y vive un mensaje de reconciliación de las personas con Dios, hemos comprendido que el fin es apartarnos de nuestras verdades personales y vivir según su verdad.
Hemos dejado de practicar el pecado (practicar: llevar a cabo pecados habitualmente, sin remordimiento ni arrepentimiento, con conciencia e intención) no por creernos mejores que los demás – lo cual sería tonto y absurdo–, sino porque ahora entendemos que eso nos hacía enemigos de Dios. Vivir así no nos hace moralmente superiores ni mejores que otros. Vivir así nos hace congruentes con lo que creemos.
Finalmente, vivir lo que hemos creído no tiene el propósito de alejarnos de las personas ni de alejarlas de Dios. El evangelio es una buena noticia de que Dios ha tenido la iniciativa en Cristo de reconciliarse con el pecador dándole libertad para no pecar: es un mensaje de reconciliación, no de separación. No obstante, cada uno elige aceptar o rechazar la oferta.
Por esta razón:
4 El que dice: «Yo lo conozco», y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso, y no hay verdad en él. 5 El amor de Dios se ha perfeccionado verdaderamente en el que obedece su palabra, y por esto sabemos que estamos en él. 1 Juan 2
Si creo en Dios, vivo según su voluntad. Entonces, él nos transforma, no porque seamos buenos, sino por ser malos. Es lógico que ese Dios en el que no hay maldad, sino amor y verdad, nos transforme para tener comunión con él, rota en el pasado por haberle rechazado.
9 Por carta ya les he dicho que no se junten con esos libertinos. 10 Y no me refiero a que se aparten del todo de los libertinos mundanos, o de los avaros, o de los ladrones, o de los idólatras, pues en ese caso tendrían que salirse de este mundo.11 Más bien les escribí que no se junten con los que se dicen hermanos pero son libertinos, avaros, idólatras, insolentes, borrachos y ladrones. Con esa gente, ni siquiera coman juntos. 1 Corintios 5 (RVC)
Como leemos, los cristianos no salimos corriendo ante la presencia de un pecador no arrepentido porque somos muy santos o muy buenos; al contrario, extendemos hacia él el amor recibido y enseñado. Si conoces a uno que condene a otros en vez amarlos, no lo llames cristiano, no lo es.
Pero como parte de nuestra vocación de reconciliar a la gente con Dios, nunca a punta de gritos, insultos ni nada parecido, llamamos a los homosexuales a vivir según la verdad como lo haríamos con cualquiera, no a ellos especialmente.
Respetar y amar a quienes han decidido practicar la no heterosexualidad mientras afirmamos que no estamos de acuerdo con ella. Esa es la tolerancia. Una cosa no excluye a la otra. Tolerancia no implica estar de acuerdo en todo. No pueden obligarnos a aceptar su postura, tal como no podemos obligar a nadie a aceptar la nuestra. Por lo tanto, el simple hecho de no estar de acuerdo con la homosexualidad no es homofobia. De la misma manera, quien no está de acuerdo con el cristianismo no es cristianofóbico.
La iglesia local es la comunidad sanadora, no para curar a la gente como consigna, sino para que la gente que desea dejar de vivir según su verdad para vivir en la verdad de Dios lo haga en compañía de otros que tienen el mismo propósito. Por eso la intolerancia no cabe en las iglesias.
Respetamos el derecho a la gente a decidir sobre sus propias vidas en el marco de la legalidad, tal como demandamos se respete nuestro derecho a la libertad de creencia, según las leyes mexicanas. Estamos en contra de la homofobia, tanto como de la cristianofobia y otras expresiones similares de odio a otros.
¿Podremos convivir así?