Cómo saber si tomaste una buena decisión
Queremos agradar a Dios, pero ¿debes confiar en sentir paz al tomar decisiones? (más…)
Cuando los cristianos dejan de ser luz con el pretexto de no contaminarse.
Facegloria.com es una nueva red social dirigida únicamente a los cristianos. Nació en Brasil y en menos de un mes ya tenía 100,000 usuarios en aquel país.
Llama mucho la atención que los cristianos intentan hacer comunidades exclusivas con el aparentemente piadoso objetivo de evadir lo mundano, sea en línea o en la realidad.
Según reportó la agencia de noticias AFP, el diseñador web de Facegloria, Atilla Barros, dijo que en Facebook hay mucha violencia y pornografía, y que prefieren una red en la que sólo se hable de Dios y de su palabra. A muchos creyentes que conozco esta razón bastaría para salir de Facebook e irse a Facegloria.
Por defecto en esta red social de cristianos es imposible hablar con palabrotas debido a que está configurada una lista negra con cientos (o quizá ya miles) de términos. Además, tampoco es posible publicar contenidos violentos, eróticos o en los que aparezcan homosexuales.
Sus propios fundadores reconocieron que decenas de voluntarios patrullan Facegloria para censurar todo aquello que consideren inmoral.
Esto me hace recordar las palabras de Jesús: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”, (Juan 17:15, RVR1960).
Los ‘facegloria’ en las iglesias son comunes y son una trampa. Pueden hacernos sentir mejor que los demás y despreciar así la gracia que de forma inmerecida hemos recibido. Pueden hacernos olvidar de dónde venimos y nuestra realidad, pues el sano no necesita de médico, sino los desahuciados. Pueden hacernos negar nuestra misión, que es hacer discípulos en todas las naciones enseñando las cosas que hemos recibido de nuestro Señor Jesús. Pueden apartarnos del mundo cuando ni Jesús mismo pidió esto, pues si lo hiciéramos ¿cómo podrán conocer a Dios y cómo sabrán de Jesús? Pueden llenarnos de religiosidad para dejar de ver las necesidades del mundo y su urgencia de Dios (tal como vivíamos antes), lo cual ya ocurre cuando nos encerramos en nuestros templos y nos olvidamos de los que sufren afuera de ellos.
Y sí, no dejemos de congregarnos, procuremos la comunión y nuestras reuniones, pero no cerremos la puerta por dentro y dejemos de ser sal ni de ser luz.
Cuando lo que prometemos como iglesias es superioridad moral, y no pasar de muerte a vida al arrepentirnos de nuestro pecado, entonces tenemos necesidad de crear ‘policías espirituales’, como la de Facegloria. ¿Necesitaremos algo así cuando se supone que ya morimos a nuestro pecado y a nuestra carne para vivir como santos, haciendo lo justo, sirviendo al prójimo?
Y el enfoque es equivocado. Dejar de hacer lo malo NO es igual a hacer lo bueno, no significa santidad ni justicia. Lo que importa es que Dios regenere nuestra vida y que haya fruto a consecuencia de ello, no tratar de mantener una reputación espiritual. El objetivo es adorar a Dios con nuestra vida y abandonar nuestra maldad es una consecuencia. Aborrecemos nuestros pecados porque nos separaban de Dios.
Seamos cuidadosos: pensamos, hablamos y hacemos según lo que somos. En el mundo, en nuestro empleo, escuela, casa, iglesia, vida o en el Facebook mismo estamos expuestos a la tentación, pero no por eso vamos a salir huyendo. El creyente practica la justicia, y no el pecado, porque es hijo de Dios, no del diablo, y se prueba a sí mismo cuando lo acosa la tentación y no cae en ella. La luz resplandece donde hay oscuridad, porque donde hay luz, ¿para qué se necesita?
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 1 Juan 3:8 (RVR1960)
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