Cuando huimos de Dios por la culpa
Una reflexión sobre nuestra tendencia a alejarnos de Dios al fallarle. (más…)
Hacer la voluntad de Dios es el objetivo de la restauración.
Este es un tema muy importante y honestamente uno de los que con más frecuencia se tuercen, y esto es muy grave, porque una de las evidencias de que somos discípulos de Jesús y que hemos nacido de nuevo es que hacemos la voluntad del Padre:
Mateo 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.
Mateo 12:50 “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”.
Entonces si esto es tan relevante, deberíamos asegurarnos que estamos haciendo la voluntad de Dios.
Ahora empecemos analizando lo que no es hacer la voluntad del Creador:
Proverbios 16:9 El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos.
Proverbios 19:21 “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.”
Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Jeremías 17:5 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”.
Entonces ¿cómo hago la voluntad del Padre?
Si esto es crucial, mejor buscamos en la Escritura la respuesta a tan apremiante pregunta.
Uno de los mejores ejemplos en la Escritura de un hombre que anheló hacer la voluntad del Dios Eterno, es nada menos que el Rey David, él era un hombre como nosotros, con pasiones, debilidades y que cometió errores espantosos, pero que aprendió la lección y se dedicó a buscar y a hacer la voluntad del Eterno Creador del Universo. Escribió Salmo, tras Salmo, sobre su experiencia con Dios, y podemos aprender de sus reflexiones:
Salmos 40:8 “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”.
Tener la ley en el corazón, parece ser la clave, y podemos revisar todas las Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis y observaremos este patrón, los que aman a Dios, han disfrutado de su gracia, y tienen el poder para obedecer las instrucciones de Dios.
Hebreos 11:8 “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”.
Génesis 26:5 “Por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”.
Abraham es el padre de la fe, y su fe no fue obstáculo para vivir en obediencia, por el contrario, le dio la capacidad de guardar todas las instrucciones de Dios. –¿Cuáles?–, me preguntarás. La ley vino 430 años después. Pues las mismas, porque Dios no cambia (Malaquías 3:6).
Y tener la ley en el corazón, es la evidencia de haber nacido de nuevo, tener un deseo ardiente por seguir las instrucciones de Dios. Nuestra generación ha entendido mal el propósito de la ley de Dios, porque nunca nadie se salvó por obedecerla, siempre fue el resultado de una vida salvada:
Jeremías 31:31-33 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.
Ezequiel 36:24-27 “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.
Gálatas 5:16-18 “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”.
Si sigues leyendo todo el pasaje de Gálatas 5:16-26, vas a observar con claridad la diferencia entre andar en el Espíritu, y andar en la carne, (por cierto que no se puede ser cristiano carnal o cristiano espiritual, ese concepto no existe en la Escritura, o eres carnal (muerto) o eres espiritual (vivo), lo único intermedio se llama tibieza (Apocalipsis 3:16), pero esa le da asco a Dios. Andar en la carne es vivir quebrantando las instrucciones de Dios (1 Juan 3:4), vivir en el Espíritu, es vivir en obediencia a lo que Dios llama justo.
En el Salmo 143 leemos:
10 “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud”.
Hacer la voluntad de Dios, no es algo natural, es algo que tenemos que aprender a hacer, requiere guía, y esta instrucción de Dios produce andar en rectitud, en justicia.
Mateo 6:10 “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
Cada vez que repetimos el Padre Nuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra,” ignorantemente procedemos a hacer nuestra propia voluntad, esperando de alguna manera agradar al Padre, o que en el proceso él arreglará nuestro desastre y lo bendecirá. ¿Cuando ores pregúntale cuál es su voluntad? Así lo dijo el Mesías:
“Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre, que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho”, Juan 12:49-50
Aun cuando él hubiera preferido que fuera de otra manera, hizo la voluntad del Padre, y fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Hacer la voluntad del Padre significa obedecer sus instrucciones, y si no sabes cómo, sólo imita a Jesús (1 Corintios 11:1), un paso detrás de sus huellas, vuélvete experto en las letras rojas de la Biblia, come su polvo y estarás en la dirección correcta, porque él es la Palabra de Dios encarnada (Juan. 1:14)
Mateo 7:21-23 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre (el que obedece sus instrucciones) que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”
Mateo 7:23 “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Griego, anomía = sin ley, sin instrucción, sin Torah). (Paréntesis añadido.)
La verdadera fe produce fruto, y se llama obediencia (Gal 5, y no hay quien te acuse si vives así), porque un día estaremos en su presencia, y no podemos presentarnos delante de su trono llenos de soberbia, como lo hizo Saúl, diciendo: “hice todos estos holocaustos para ti”, o “estuve involucrado en tal o cual ministerio”, o “fui pastor de multitudes” o “hice milagros y señales”, porque al final lo único que importará es si hicimos la voluntad del Padre, si nos sometimos a su voluntad, generalmente los religiosos hacen su voluntad y no la del Padre, los fariseos son un ejemplo perfecto:
Marcos 7:6-9 Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Entonces, cuando en la vida práctica quieres tomar decisiones conforme a la voluntad de Dios, lo que tienes que hacer es preguntarte si lo que haces se alinea a la Palabra de Dios.
Romanos 7:12 “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”.
Como puedes observar, hacer la voluntad de Dios, no es un misterio, no es algo que esté oculto, es absolutamente posible saber si lo que hago le agrada a Dios, el problema quizás es que somos muy rebeldes o muy ignorantes de las Escrituras y del corazón de Dios, y por eso andamos por la vida dando tumbos.
Nuestra vida es un viaje de regreso al camino del Padre Eterno, La Biblia es el mapa, donde están las instrucciones para hacerlo y nuestro Mesías es quien habiendo pagado el precio para nuestro rescate nos libra de las consecuencias de haber fallado. Cuando creemos en Él y decidimos volver al camino de vida, entonces seguimos los pasos del Mesías, nos hacemos discípulos de Jesús y entonces haciendo la voluntad del Padre encontramos las marcas o la señalización para andar en la senda antigua de vida, pero si no leemos el mapa, ¿cómo vamos a volver a su camino?
“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos”. Jeremías 6:16
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”. Juan 14:6-7
Catalina Gómez es esposa del pastor Hiram Ramírez, tienen 3 hijos adolescentes que educan en casa, viven en Puebla, Méx. Desde hace 20 años ella y su esposo sirven en la Iglesia Bíblica El Camino, es diseñadora gráfica de profesión, lingüista por hobby, maestra por vocación, apasionada estudiante de la Escritura y los idiomas bíblicos, canta desde los 9 años y está convencida de que la Biblia contiene respuesta a todas las preguntas de la vida. Es coautora del Blog Hijos de Abraham, un espacio de provocativa reflexión bíblica.
Me parece excelente reflexión, dejo mi aportación, estoy convencida que la voluntad de Dios es que, a través de nuestras vidas Él sea glorificado, reconocido, exhaltado, anunciado, proclamado y que en esto, en nuestro actuar, en nuestro caminar de la mano con Él podamos ser luz en medio de las tinieblas y sal de la tierra.Dios nos usa como instrumentos suyos y manifiesta su poder en nosotros y a través de nosotros para tranformar nuestras vidas y las de aquellos que nos rodean, reconociendo su soberanía. La voluntad de Dios es someternos a Él en consagración, a Dios le agradan vidas cristocéntricas y no egocéntricas.La voluntad de Dios es que todos experimentemos el gozo de su plenitud viviendo en santidad, siendo renovados día a día en la intimidad con Dios.
“Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.” Romanos 12:2 (TLA).
Muchas gracias por compartir esta reflexión, es de gran bendición en mi vida.
Cuentan con mis oraciones.
Bienaventurados!