Consejos ante la muerte de un ser amado – Parte 15
¿Qué te enseñó la vida de la persona que amas que ya no está? (más…)
Revelaciones y reflexiones que descubrió el fuego en Chile.
Lee este artículo o escucha el Episodio 11 del podcast Consejos Divinos aquí.
Los edificios de iglesias católicas y evangélicas llevan ardiendo en Chile más de un año. ¿Quiénes las están quemando? ¿Por qué? Los reportes indican que los ataques no son parte de la protesta social. Ya muchos se han rasgado las vestiduras por el mobiliario destrozado. Los edificios que funcionaron como sede de reuniones de culto público fueron consumidos por el fuego. Y no, no es casualidad que sean el objetivo de ciertos grupos.
Me llamó la atención especialmente una pinta en una de las paredes al interior de una iglesia católica en Santiago. Reza “muerte al nazareno”. No es una ocurrencia. Mi propósito es reflexionar en aquello que el fuego ha revelado sobre los seguidores del nazareno, por qué algunos le desean la muerte a él y a lo que representa, el efecto destructivo de la radicalización de uno y otro bando, así como el antídoto a esta creciente realidad.
No hace falta otra cosa más que te opongas al aborto, a la ideología de la autopercepción y a su imposición, que te opongas a un gobierno de izquierda radical ––que en los hechos privilegia estos temas por encima de los de justicia social, combate a la pobreza y a la impunidad–– o que digas que crees en Jesucristo. Esto garantiza que te llamen con una serie de insultos.
No estoy tratando de victimizarnos. Lo que quiero decir es que ser cristiano no significa ser activista o solo hacer frente a una postura ideológica, por más nociva que sea y, supuestamente, por los valores que abanderamos. La esencia de seguir al nazareno es imitarle y participar de su misión, la cual es reconciliar a las personas con Dios habiéndonos reconciliado con él nosotros mismos. Si no imitamos a Jesús, aunque sea imperfectamente, y ponemos de pretexto nuestra imperfección para hacer lo malo y obrar injustamente, rechazamos su muerte y su propósito.
Hacer lo anterior es pisotear a Jesús, el Hijo de Dios, profanar la sangre del pacto e insultar al Espíritu de la gracia (Hebreos 10:26-29). Si no manifestamos que está vivo mediante el testimonio de su obra en nuestras vidas, entonces declaramos que está muerto y que no hay esperanza. Continuar su misión es que otros vean que él está vivo y que el ministerio de reconciliación sigue vigente, por el cual anunciamos y demostramos que lo viejo ha pasado ¡y lo nuevo ha llegado! (2 Corintios 5:14-20)
Humanamente hablando, lo que vemos es a ciertos grupos de personas, y a veces personas específicas rechazando a Jesucristo y todo lo que representa: verdad en contraste con la mentira, juicio frente a la condenación, condenación por el pecado, salvación de la muerte; aunque ignoran que también en él hay gracia, misericordia, consolación, vida, perdón, libertad.
Probablemente es nuestra culpa que no conozcan a este Jesús:
11 Cuando los fariseos vieron esto, dijeron a los discípulos: «¿Por qué come su Maestro con cobradores de impuestos y con pecadores?» 12 Al oír esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan de un médico, sino los enfermos. 13 Vayan y aprendan lo que significa “Misericordia quiero, y no sacrificio”. Porque no he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores.»
Mateo 9 RVC
Los que necesitan ser reconciliados con Dios no son el enemigo, son el campo de misión. Si ellos quieren estar confrontados con nosotros, amémoslos mientras confrontamos su ideología; si ellos nos tratan como sus enemigos, relacionémonos con ellos como embajadores de Cristo, sabiendo quién es el verdadero enemigo (Efesios 6:12).
Es fácil si recordamos que el mundo hace guerra contra los valores que representa Cristo. El cristianismo como sistema religioso institucional presenta otros valores y yo no los voy a defender. De hecho, predicar el evangelio no es defenderlo, sino demostrarlo para que sea creído. No condenemos a quienes queman nuestros edificios de reunión, sino oremos por ellos. No maldigamos a quien desea la muerte del nazareno, más bien presentémosle fielmente cómo era el que resucitó cuando vivió entre nosotros.
Jesús fue muy claro cuando enseñó a sus discípulos a orar por los enemigos, pero la radicalización de los marxistas actuales están radicalizando a católicos y evangélicos por igual. Los primeros hablan de reavivar el movimiento cristero en América Latina y los segundos ofenden, maldicen y condenan con la Biblia por delante. Se están comprando más y más la idea de que hay dos bandos y que hay que escoger. No obstante, muchísimos aún no tienen uno y tampoco quieren ser obligados a ponerse del lado de uno. Ambos extremos tienen un tufo de discordia, división, odio, sectarismo.
Los malos: el modelo económico y político, el conservadurismo, la derecha, el racismo, el machismo, la “iglesia”, el derecho a la libertad de culto que estorba tanto a la agenda del marxismo cultural en la que siempre existe el oprimido y el opresor, relación en la que el primero tiene de facto la autoridad moral y todo opresor debe ser cancelado, silenciado, derrocado, suprimido. El discurso lo dicta y se repite ad infinitum. ¿Los buenos? El socialismo, el colectivismo, el feminismo, la izquierda, el progresismo, el que promueve los derechos que el colectivo manda pero cancela los derechos que se le oponen.
El tono de los radicales siempre es engañoso: hablan de unidad, de la ausencia de partidismo, que el “movimiento” es inherentemente virtuoso y se le apoya incondicional y totalmente o se es el enemigo, el opresor. En esta realidad alternativa la diversidad que se predica es la de la uniformidad de pensamiento; el de ellos. La revolución pretende conquistar y borrar la memoria histórica porque fueron los enemigos quienes la escribieron; los opresores. La religión es, para ellos, parte del sistema. Convenientemente, no toda religión, sino la de tradición judeocristiana.
Mientras la consigna sea “muerte al enemigo”, tanto de uno como de otro bando, eso es lo que habrá: palabras de muerte, políticas de muerte, leyes de muerte, relaciones de muerte y más pensamientos de muerte. La alternativa la tenemos los que amamos a los que se han levantado como nuestros enemigos y oramos por quienes nos persiguen sin causa.
Eso es lo que implica ser sal y luz. La sal es diferente a la carne a la que da sabor y la luz disipa las tinieblas. En palabras de Jesús:
13 »Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
Mateo 5 NVI
El evangelio de Jesús divide, sí; ofende sí. La verdad divide a los que viven por ella de los necios; ofende a los que prefieren vivir en la mentira y en la oscuridad. Sin embargo, no somos nosotros los que condenamos, somos los que demostramos que la verdad es verdad a través de nuestra integridad, de nuestra congruencia, de la gracia que damos, del amor radical que vivimos, de la compasión que conecta, de la consolación de Dios al que sufre. Esto sí que tiene el potencial de acercar a la gente a Dios.
Algunos creen que son aborrecidos debido a que viven por la verdad, pero en realidad es porque hablan de la verdad y viven en la mentira; ofenden con las palabras que salen de su boca, son soberbios, faltos de amor, y se hacen a sí mismos superiores a los demás. Ya Pedro escribió:
19 Pues Dios se complace cuando ustedes, siendo conscientes de su voluntad, sufren con paciencia cuando reciben un trato injusto. 20 Es obvio que no hay mérito en ser paciente si a uno lo golpean por haber actuado mal, pero si sufren por hacer el bien y lo soportan con paciencia, Dios se agrada de ustedes.
1 Pedro 2
21 Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. 22 Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. 23 No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia.
El reto hoy, más que nunca es ser sal y luz mientras nos rechazan por lo que creemos, mientras nos humillan, mientras queman nuestros edificios de reunión, mientras testificamos del nazareno que quieren volver a asesinar, mientras tanto, apuntamos al reino de los cielos que se ha acercado. Es real, está aquí y somos la prueba.