¿Qué debemos hacer como cristianos frente al matrimonio gay?

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Luego de la decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos de considerar legal los matrimonios de personas del mismo sexo en los 50 estados de la unión americana, México va a la saga. Opiniones tanto de los simpatizantes de la decisión como de los cristianos mantuvieron confrontados a ambos bandos. En Restaura Ministerios como promotores de la restauración de la comunión de la iglesia con Dios nos preguntamos: ¿cuál es el papel que la iglesia debería jugar?

Vivimos en una sociedad secular

Quienes confiamos en la Biblia como nuestra norma de fe y conducta tenemos claro que el matrimonio que Dios instituyó es entre hombre y mujer pero, como este tema, muchas cosas más han cambiado en nuestras sociedades desde hace mucho, mucho tiempo.

El mundo cristianizado decidió ya no creer en Dios ni en Cristo. La sociedad se secularizó desde hace muchos siglos, concretamente desde el XV, cuando resurgió el Humanismo. Impulsado por movimientos como el Renacimiento (S. XV y XVI) y la Ilustración (S. XVIII), se concretó en cambios que tocaron todos los aspectos de la vida. El arte ya no hablaba de Dios, la política ya no hablaba de Dios, los tratados literarios ya no hablaban de Dios, la música ya no hablaba de Dios y todos aquellos principios que guiaban la conducta de los creyentes dejaron de guiar la de aquellos que decidieron vivir sin Dios.

De esta manera, parte de la tendencia de la sociedad posmoderna es desconocer al matrimonio como una institución espiritual o moral, para reconocerla como una legal. El matrimonio gay reclama los mismos derechos y obligaciones que gozan los matrimonios heterosexuales. Esa es la idea detrás de los cambios por venir en cuanto al matrimonio homosexual*. Definitivamente, el concepto de matrimonio es diferente para la sociedad secular y para los cristianos.

¿Debemos hacer una apología espiritual del matrimonio frente a quienes se oponen a aceptarlo como es? El matrimonio que defendemos no es el mismo concepto que los no cristianos e incluso los gays defienden.  ¿Nuestro deseo es imponer a los no creyentes vivir un matrimonio tal como Dios lo instituyó? Mucho antes de existir siquiera la idea de matrimonio gay la sociedad secularizada dejó de honrar el matrimonio. ¿Dónde estaban entonces los cristianos para defender el pacto conyugal?

Todos aquellos que han rechazado la autoridad de Dios buscan vivir bajo sus propios parámetros y principios, no únicamente en cuanto al matrimonio, sino en todas las demás esferas de sus vidas. El matrimonio gay, para el cristiano, en realidad debe ser una expresión más de ese mundo que estableció sus propias reglas.

Queremos sacar la paja y no nuestra viga

Si los que viven sin Dios desechan el matrimonio como Dios lo creó, no debe sorprendernos, mas debería indignarnos y hacernos llorar sobre nuestras rodillas haber desechado lo que Dios ha hecho y dicho sobre la unión entre un hombre y una mujer aun como cristianos. Es ahí donde sale a relucir nuestra hipocresía.  En las iglesias el divorcio es cada vez más común (Mateo 19:3-12), hombres denigrando a sus mujeres, en vez de amarlas como Cristo amó a la iglesia (Efesios 5:25-31). El adulterio es común también (Mateo 5:28) y que las esposas no se sujetan a sus maridos (Efesios 5:22-24). Las iglesias mismas estamos distorsionando el matrimonio con nuestra rebeldía al Dios que con nuestros labios decimos amar.

Exigimos que los no creyentes respeten lo que nosotros mismos como creyentes hemos elegido rechazar.

Como Restaura Ministerios, mi esposa Paola y yo hemos recibido muchas solicitudes de consejería y restauración por parte de matrimonios cristianos, tantas, que no podemos atenderlas todas. Vemos infidelidad, orgullo, codicia, depravación sexual, mentira y que tanto el esposo como la esposa han abandonado el pacto conyugal y sus responsabilidades para, únicamente, exigir derechos. Cierto, llegamos a fallar, pero estoy hablando de, como cristianos, deshonrar sistemática y deliberadamente al matrimonio que Dios instituyó.

¿Qué debemos hacer?

¿No debería ofendernos nuestro propio pecado? El simple hecho de practicarlo habiendo conocido la verdad, significa desechar la gracia recibida por medio de Jesús (Hebreos 10:26-29), pues su muerte no solamente justifica al que cree ante Dios por los pecados pasados, sino también lo libera del poder del pecado para vivir en justicia y santidad durante sus días en la Tierra. Lo primero que debemos hacer es desechar nuestro pecado, arrepentirnos y vivir en congruencia con lo que decimos creer.

Segundo, no se nos manda colocarnos en una nueva categoría moral por encima de los no creyentes. Se nos manda amar al prójimo porque Dios nos ha amado a nosotros habiendo sido sus enemigos, para que crea en el evangelio que transforma vidas, algo imposible si no ha transformado la nuestra. Cuando estamos reconciliados con él es fácil amarnos unos a otros, como Jesús nos amó, para que todo el mundo sepa que somos sus discípulos (Juan 13:34 y 35).

Amando a todos manifestamos el amor de Dios, no porque seamos mejores, sino porque reconocemos que Dios nos amó a nosotros y a toda la humanidad sin merecerlo. ¿Debemos amar a los gay? Claro que sí, pero no especialmente a ellos, sino a todos, porque Cristo murió por ellos y por todos. Creer en su muerte y vivir como él vivió nos reconcilia con Dios, porque creer significa abandonar nuestra maldad. Ese es el evangelio y no podemos distraernos en discusiones huecas que nos distancian del mundo que necesita de esta reconciliación. Eso tampoco significa ceder en nuestra obediencia a los mandamientos del Señor, los cuales nunca nos compelerán a odiar a alguien por lo que hace. Al contrario.

Un llamado a la iglesia a vivir el matrimonio

Si tanto odiamos el pecado, como cristianos deberíamos comenzar aborreciendo el nuestro. ¿Cómo podremos reconciliar al mundo con Dios si su amor no está en nosotros? Y es así por nuestra rebeldía, muchas veces no de palabras, sino debido a que negamos la fe con nuestras acciones (Tito 1:16).

¿Queremos que el mundo conozca, viva y disfrute el matrimonio como Dios lo creó? Entonces, vivamos el pacto conyugal tal y como él lo diseñó. No es suficiente con estar casado con el sexo opuesto, honrarlo también implica ser personas regeneradas por él capaces de amar como él ama, dar de gracia como recibieron de gracia, perdonar como él perdona, someterse los unos a los otros para hacer la voluntad de Dios, como Cristo se sometió al Padre para hacer su voluntad. Haciendo esto los cónyuges son uno, como el Hijo y el Padre son uno. ¿No es lo que decimos creer y predicamos? Prediquemos con el ejemplo.

¿Qué debemos hacer como cristianos frente al matrimonio gay? Vivir de verdad el matrimonio instituido por Dios.

*Para leer lo que ha pasado en México en este tema, da clic aquí y aquí para leer una noticia más reciente.

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Efraín Ocampo es consejero bíblico, escritor, ex periodista y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona a reconciliarse con Dios y con su prójimo.

 

4 Comments

  1. ALMA DELIA CAMPOS G

    muy buen articulo con predicación! felicito al hermano q escribió me complace respetar la palabra de Dios comprendiendo a los hermanos con tendencias homosexuales y aceptar q solo Jehová nos juzga y bendecirles en el nombre de Jesús, gracias! 

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