Lo que es y lo que no es la voluntad de Dios
Hacer la voluntad de Dios es el objetivo de la restauración. (más…)
Cuando todo salen bien decimos “Dios es fiel”, pero es un error.
Es común escuchar tras una buena noticia la frase “Dios es fiel”. Pero, ¿realmente qué estamos diciendo sobre Dios? ¿Esta actitud refleja un entendimiento bíblico sobre la fidelidad de Dios? Entonces ¿solamente es fiel cuando me va bien y cuando no me va bien, no es fiel?
Suena como que Dios está obligado a bendecirnos para conservar su buena reputación divina y así podamos afirmar que él es fiel, incluso, a pesar de nuestra rebeldía y necedad. Quizá por eso es muy raro escuchar la frase “Dios es fiel” luego de una mala noticia.
Dios no nos debe nada como para creer que es fiel a nosotros por alguna razón. Él es fiel a él mismo. Esto es que, cuando nos bendice, lo hace por su misericordia, bondad, gracia y amor, pues no nos merecemos nada de él. ¿Qué puede hacer el ser humano para ganarse el favor de Dios?
Cuando el Señor nos perdona es fiel a sí mismo porque es perdonador; cuando nos tiene paciencia es fiel a sí mismo porque él es paciente, lento para la ira y grande en misericordia; cuando nos llama al arrepentimiento de pecados es fiel a sí mismo porque es Santo y quiere que seamos santos como él; cuando nos prueba o nos deja en nuestras necedades es fiel a sí mismo porque es justo.
De manera que si nos va bien o mal lo consideramos bueno o malo según lo que creemos bueno o malo para nosotros o nuestra percepción torcida de lo bueno o malo, pero Dios sí sabe lo que es bueno o malo para nosotros. Así que, cuando amamos a Dios, en cualquier circunstancia que vivamos veremos la fidelidad del Señor.
Imagínate a ti mismo decir: “hoy me despidieron de mi empleo, pero Dios es fiel”. Eso supuse. Yo tampoco lo decía, pero los hombres de Dios que conocemos en la Biblia nos enseñan que eso es lo natural cuando se le conoce y se pone la confianza en él.
La historia de Job nos recuerda que la fidelidad de Dios no depende de lo satisfechos que nos sentimos con sus bendiciones. Ese hombre perdió todo y su respuesta fue “Dios dio, Dios quitó. ¡Sea su nombre alabado”. Job tiene un claro concepto de la fidelidad del Señor.
Por su respuesta a la desgracia pensaría que Job ya conocía a Dios muy bien, no obstante, Dios es fiel a sí mismo al ayudarle a conocerle realmente a través de las pruebas.
5 De oídas había oído de ti pero ahora mis ojos te ven. 6 Por tanto, me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza. Job 42
¿Te das cuenta? La fidelidad de Dios no consiste en llevarnos entre nubes de algodón o pétalos de rosas. Él hace lo que es mejor para nosotros. Sea lo que sea. El profeta Jeremías es otro caso.
¿Qué sentirías de que el Señor te dijera que te conoció desde antes de que te formara en el vientre de tu madre? Seguramente te sentirías alguien muy especial. Eso fue lo que el Señor le dijo a Jeremías. Dios mismo le dijo al profeta que lo enviaría a decir su mensaje y que no debía tener temor de nadie porque Él lo libraría (Jeremías 1:7 y 8). Esto suena genial.
Bueno, Jeremías vaya que sufrió. Estuvo preso muchas veces, fue azotado, lo persiguieron para matarlo, los falsos profetas lo acusaron en su cara y ante los reyes de ser mentiroso y traidor, recibía el desprecio de la gente por predicar un mensaje de juicio de parte de Dios. Sin embargo, Dios cumplió su promesa y el Señor lo libró de sus enemigos.
En Lamentaciones 3 leemos sobre su sufrimiento y sobre su inconmovible esperanza en Dios, de quien nunca dudó a pesar de todo. Sabía que su fidelidad no depende de lo que piensa que es su bienestar.
18 Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová. 19 Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel; 20 Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí; 21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. 22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. 24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. 25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Lamentaciones 3
El sacerdote Habacuc profetizó también antes de la invasión Babilónica y su mensaje transmite cierta confusión y resignación de que una nación malvada fuera usada por Dios para ejecutar su juicio en contra de su pueblo, Judá.
Sin embargo, Dios mismo anticipa que como Juez juzgará también a naciones como Babilonia por sus maldades. Aún en medio de la injusticia de Judá y de la guerra sanguinaria en su contra Habacuc puede alabar al Señor, quien está por cumplir sus palabras. Al entender la fidelidad de Dios, el sacerdote eleva esta oración:
17 Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; 18 con todo, yo me alegraré en el SEÑOR y me gozaré en el Dios de mi salvación. Habacuc 3
Si tú vives agradando a Dios y no a ti mismo o a los hombres, puedes vivir confiado porque tu propósito es “reproducir la imagen de su Hijo en ti”. Entonces, todo obrará a tu favor, sean cosas que consideres buenas o desagradables, humanamente hablando, porque el Señor todo lo hace para redimirte, santificarte y formarte más y más como Cristo. Por eso las Escrituras dicen:
28 Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. 29 Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. Romanos 8 (RVA-2015)