Ser evangélico o católico no nos va a salvar
Reflexiones sobre la venida a México del líder del catolicismo. (más…)
Esto es lo primero a considerar al pedir Consejería Bíblica.
Cuando pedimos ayuda es porque hay un reconocimiento de algunos de los problemas que tenemos. Muy probablemente serán los más superficiales, sin embargo, es un gran comienzo tener la disposición de que Dios actúe en nuestras vidas.
¡Muy bien, ya estamos en un proceso de restauración! ¿Cuál el principal obstáculo para que Dios obre en ti? No es tu esposo, tu pareja, tus hijos, tus compañeros de trabajo, esa tentación que no puedes dominar o el diablo. Eres tú.
Particularmente en los casos de restauración de relaciones (noviazgo, matrimonio, familia, por ejemplo) el aconsejado piensa estar bien por el hecho de pedir consejería y acusar a todos de hacerle daño. A pesar de nuestras buenas intenciones, tenemos la idea de que el problema es el otro y que si cambia todo funcionará bien.
Muchos desean llevar a Consejería a la otra persona para que alguien le diga que está mal, mas no se dan cuenta de que son parte del problema. Como dicen, para que haya pleito se requiere de dos partes.
Entonces, para empezar bien y terminar bien el proceso de restauración, es indispensable entender este principio.
Principio 1:
Yo soy el responsable principal de mi situación.
Esto escandaliza a las personas, pues algunas genuinamente han sido victimizadas. De acuerdo con el Evangelio, sigo siendo responsable de mi situación como consecuencia de mis respuestas pecaminosas a la aflicción, sin importar si fue provocada por alguien, si es resultado de las circunstancias o si soy el causante del mal que padezco.
En un proceso de restauración, el propósito es que cada parte involucrada asuma su responsabilidad persona y descubra cómo ha pecado contra Dios y contra otros. El Evangelio enseña que todos necesitamos reconocer nuestro pecado y arrepentirnos de él para reconciliarnos con Dios y con otros, y así comenzar el camino de perseverar en el fe, hasta que seamos llamados a cuentas por el Juez.
Principio 2:
Yo reconozco que he pecado contra Dios y contra mi prójimo haciendo x, y, z…
Lo peor que podemos hacer es sentarnos a esperar que el otro cambie, y quizá entonces pondremos un poco de nuestra parte. Primero debemos arrepentirnos de nuestro pecado y hacer lo bueno y lo justo a los ojos de Dios, sin importar la respuesta de los demás.
En ocasiones, la gente acude a consejería bíblica con la expectativa de que Dios cambie sus circunstancias, pero no ven que Dios desea cambiarlos a ellos. Necesitamos reconocer el mal que hemos hecho, no sólo para cambiar el rumbo de nuestras vidas y estar mejor, sino sobre todo para reconciliarnos con Dios y ser restaurados en la comunión con él.
Es un proceso difícil el de la restauración: requiere doblegar nuestra voluntad para rendirnos a la del Señor. No tengas miedo, el resultado será bendición de parte del Señor, porque sus mandamientos son para vida.
¿Te das cuenta? Nada ocurre por arte de magia. Haz lo posible y Dios hará lo imposible en ti y en los demás.
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