Cómo “revisar” el corazón de nuestros niños
Más que su mochila aprendamos a revisar su corazón. (más…)
El dolor es parte de la vida; la amargura, es decisión propia.
Estudio bíblico acerca de una familia poco común, la de Noemí y Rut (Rut 1-4).
Elimélec, un hombre de Belén de Judá, se ve forzado a migrar a otro país junto con su familia debido a la hambruna. Él murió y Noemí salió adelante junto con sus dos hijos, quienes se casaron en tierra extraña. Esta familia terminó por desintegrarse por la muerte de los varones.
Al ocurrir esto y al no tener las nueras lazos consanguíneos con Noemí, tuvieron oportunidad de rehacer sus vidas, aunque la suegra no por su edad avanzada. Esta familia se había desmoronado, pero una de las nueras, de nombre Rut, decidió seguir a Noemí de regreso a su pueblo en Israel.
Noemí estaba amargada porque se fue plena y regresó “sin nada”, según sus palabras. Sin embargo, ya estando ambas instaladas en Belén, Noemí persuadió a su nuera para que un pariente del difunto hijo viera por la joven viuda. Ese pariente fue Booz, quien favoreció a Rut y se casó con ella. Su hijo fue Obed, abuelo del rey David. Dios hizo pacto con este último para que de su descendencia hubiera rey en Israel, en otras palabras, el Mesías que redimiría a su pueblo de sus pecados.
Esta familia había sido unida por el amor y la alegría, pero la muerte las visitó. La historia nos muestra la fragilidad de la felicidad terrenal. Un día tienes todo y al otro lo has perdido. Ante la muerte hay muchas respuestas humanas naturales, pero vemos a estas viudas intentar salir adelante a pesar de su sufrimiento. La voluntad es arma poderosa ante la adversidad. Aunque la tristeza persiste, es decisión personal sentarse a tenerse lástima de uno mismo. Ellas se levantaron y tomaron su rumbo.
Rut se aferró a Noemí, pero también al Dios de Noemí. Al venir Rut de un pueblo con una cultura pagana, ella decidió seguir a Noemí pero también seguir al Dios de Noemí. Muy pronto Dios estaría redimiendo a esta inesperada familia. Quien fuera una suegra y quien fuera una nuera ya no tenían lazos que las unieran, más que el amor y la lealtad. Noemí era una mujer temerosa de Dios y su influencia positiva sobre sus nueras fue evidente. Rut era noble y de buen corazón, y además se sujetó a su suegra con mansedumbre e hizo lo bueno en todo momento. Dios tuvo gracia para con ellas e incluso formaron parte del plan de Dios para redimir a su pueblo.
La historia completa consiste en mostrar la misericordia del Señor para con estas dos viudas, desde que las une para compartir su amargura y consolarse, las cuida en el camino a Belén, pone a Rut en el camino de Booz, pariente de Noemí, y finalmente permite la redención de la nuera.
Dios las consuela a una con la otra, les da estabilidad, las sustenta con comida, les da el favor de su pariente Booz: a Rut con un esposo y no es un detalle menor que Noemí haya sido consolada por medio de su nieto. Dios restaura a las familias que lo aman, sin importar si son una nuera y una suegra. Él está atento a los detalles. No lo hace todo de una vez sino que cuida de ellas en todo el proceso. En medio de cualquier situación, Dios restaura y traza un futuro donde no lo hay.
Como iglesias, tenemos una responsabilidad con las familia. Necesitamos cuidarlas y encaminarlas hacia su restauración como Dios nos enseña a hacerlo para mostrarles que hay futuro en Él.