Descubre qué dice el Salmo 91 y por qué muchos lo malinterpretan.

Ecucha una versión extendida de este estudio.

Recuerdo cuando fue el sismo del 19 de septiembre de 2017 que afectó gravemente varias ciudades y poblados de México. Habían pasado poco más de 10 días luego de otro fuerte sismo ocurrido a la media noche y en las redes temían que esos dos formaran parte de una serie temblores. Muchos estaban atemorizados y, como hoy con la pandemia, citaban el Salmo 91.

En este pequeño estudio pretendo ayudarte a comprender mejor qué significan las afirmaciones de este texto bíblico. Para ello consulté los comentarios de Charles Spurgeon, Samuel Pagán y John Piper. Como es de esperarse coinciden en la explicación de las verdades contenidas en este hermoso poema, el cual está divido en tres partes:

  • Esperanza para los destinatarios de la promesa de salvación (v. 1)
  • Intervención de Dios en las crisis / amenazas / problemas. (v. 2-13).
  • Dios cumple su promesa de salvación (v. 14-16).

Esperanza para los destinatarios de la promesa de salvación (v. 1)

1 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso.

Salmo 91

La verdad que el texto nos muestra es que Dios salva. Es un error usarlo como una oración porque no lo es, mucho menos es mágica ––que al hacerla Dios se vea obligado a hacer lo que dice el Salmo al que lo recita––. Creer el salmo no salva. Orar el salmo no salva. Las palabras del salmo no salvan. Lo que dice el salmo es que Dios salva. ¿A quienes? A quienes habitan al abrigo del Altísimo. Entonces debo saber qué significa “habitar”. Creer que yo habito a la sombra del Altísimo no significa que eso es cierto. Diría Spurgeon, no tiene este privilegio cualquier persona, ni siquiera cualquier cristiano porque piense que es uno.

El que habita o mora es quien vive habitualmente en algún lugar, y ese lugar no es el abrigo del Altísimo o la sombra de Todopoderoso, es la presencia misma de Dios. El salmo 15 pregunta: ¿quién puede habitar en tu tabernáculo, en tu santo monte? Es decir, ¿quién puede estar en tu presencia o habitar contigo?

  • quien tiene un comportamiento intachable, una vida íntegra.
  • quien hace justicia, lo que es bueno, lo que es correcto.
  • quien de corazón dice la verdad.
  • quien no calumnia, no dice mentiras.
  • quien no hace mal al prójimo, quien no le acarrea desgracias.
  • quien no aprueba ni estima al que es reprobado por Dios.
  • quien honra al que teme al Señor.
  • quien cumple lo que promete aun en su perjuicio.
  • quien no presta su dinero con intereses,
  • ni acepta soborno contra el inocente.

Esto es así porque la Biblia enseña que Dios es tres veces Santo y que en el Templo Dios se manifestaba en el Lugar Santísimo. No entraba cualquiera, sino solo el Sumo Sacerdote una vez al año, con sangre que ofrecía por sí mismo y por todo el pueblo de Israel para perdón de los pecados. Esos sacrificios no tenían poder alguno para perfeccionar la conciencia de los santos (Hebreos 9). Fue Cristo quien entró una vez y para siempre, ofreciendo su propia sangre, quien nunca habiendo pecado sí puede purificar nuestras conciencias para que ya no practiquemos las obras malas que hacíamos, sino para que sirvamos al Dios viviente. Ese sacrificio presenta ante Dios como perfectos a quienes han creído en él. ¿Y quién es el que cree? Como dice la carta a los Hebreos 10, el que mantiene firme la esperanza que profesa porque es fiel quien hizo la promesa, porque pecar voluntariamente aún después de saber esto equivale a pisotear al Hijo de Dios y menospreciar la sangre por la cual fue santificado. ¡Terrible!

Por eso, no es lo mismo buscar a Dios y comportarnos como dioses de nuestra propia vida o invocar al Señor y hacer nuestra voluntad… eso no es habitar en su presencia. A esta realidad se refería Jesús cuando dijo que algunos estarían seguros de haber sido salvados pero él les dirá que no los conoce (Mateo 7:21-23). Él salva a quienes habitan a su abrigo, a su sombra.

Intervención de Dios en las crisis y amenazas (v. 2-13)

Entonces, podemos afirmar lo siguiente, como diría Samuel Pagán: quien se refugia en Dios enfrenta la vida con autoridad, valentía, confianza y sin temor. El resto del salmo aplica para la persona que hemos descrito en la primer parte de este mensaje. Para los demás, no, aunque lo oren y les guste lo que dice.

Altísimo es, en hebreo, Elyom, que significa que está por encima de todo y que, por lo tanto, todo lo gobierna. Omnipotente, que en hebreo es Shaddai, no hace referencia a que él hará todo lo que le pida, como algunos creen, sino a su capacidad de obrar, sin que nada se lo impida, en favor del necesitado y del agobiado. Este salmo enseña que la seguridad del creyente está en Dios porque es Dios y porque hay firmeza en las convicciones acerca de él. Hay profundidad en el conocimiento sobre él. Mira las expresiones que usa el salmista acerca de Dios:

  • refugio (alas), una fortaleza militar que protege a la ciudad, es decir, el lugar más seguro, libra, cubre, protege (escudo, adarga- como armadura), , quita el temor de las mortandades, sostiene, rescata, salva, premia…

El salmo habla de lo que Dios puede hacer, no de lo que Dios hará con cualquiera que supersticiosamente le invoque, a su conveniencia, sin conocerle ni relacionarse íntimamente con él con integridad. Por eso dice: mi Dios en quien confío. Esto habla de la fe del que conoce a su Dios. ¿Podríamos decir lo mismo? Cuando se refiere a que caerán mil a tu izquierda y diez mil a tu derecha habla de que no hay amenaza que pueda intimidar a Dios. Y por lo tanto, quien anda con Dios no tiene por qué temer a las adversidades, cualesquiera que sean. 

La parte que para muchos es la más importante está en los versos 10 al 13. No debemos interpretar el salmo solo con lo que Dios puede hacer, también debemos saber a quiénes lo hace, quiénes son los beneficiados. Los que pretenden apropiarse de estos textos sin discernirlos imitan al diablo, que tentó a Jesús en el desierto con esos mismos textos. Satán quería que Jesús probara que esta escritura era verdad. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? No tentarás al Señor tu Dios. ¿Cómo estás usando el Salmo 91? ¿Quieres probar que Dios te va a proteger, que te sostendrá, que detendrá las plagas para que no lleguen a tu hogar, que enviará a sus ángeles a cuidarte? Estás tentando a Dios. No es la actitud de quien habita en su presencia andar reclamando a Dios que cumpla sus promesas para probar que son verdad. ¡Eso mismo hizo el diablo!

¿Crees que eres de los que habita en su presencia? Deja que sea Dios el que actúe. Nuestra actitud debe ser la de los jóvenes judíos que iban a ser echados al horno de fuego si no se postraban a adorar al ídolo que el rey de Babilonia había erigido para que todas las naciones la honraran. Lee:

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey:
—Oh Nabucodonosor, no necesitamos nosotros responderte sobre esto. 17 Si es así, nuestro Dios, a quien rendimos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, que sea de tu conocimiento, oh rey, que no hemos de rendir culto a tu dios ni tampoco hemos de dar homenaje a la estatua que has levantado.

Daniel 3

Si Dios nos libra, es justo, pero si no, sigue siendo justo y nosotros haremos lo que es justo: dar la gloria, la honra y la adoración solamente al Altísimo. ¡Ellos fueron librados! Claro, no tentaron a Dios como tanto lo están haciendo estos días.

Dios cumple su promesa de salvación (v. 14-16)

Finalmente, ¿a quienes librará el Señor? A los que lo aman (NTV), a quienes ponen en él su amor (RV-1960 y 2015), a quienes se acogen a él (NVI).

14 El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre.

Salmo 91 NTV

Protegerá a los que confían en él, aquellos que lo conocen de veras. Entonces, lo invocaremos y nos responderá y estará con nosotros en momentos de angustia. Pero no lo invoques para tentarlo, sino porque reconoces que es Dios y como tal hace lo que es justo, lo que es bueno, lo que es mejor. Di, como aquellos jóvenes que estaban ante las llamas del horno de fuego: conocemos a Dios y puede librarnos, pero si no, seguiremos haciendo lo que es bueno y justo porque es más importante habitar bajo el abrigo del Altísimo que tentar al Omnipotente para que haga lo que yo creo que él debe hacer.

Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.
Encuentra más sobre estos temas en sus libros sobre Restauración: 40 días en el desiertoAmar como a mí mismo y La Iglesia Útil.

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