Razones por las que fallamos al discipular – #1
Con esta nueva serie seamos mejores en discipular. (más…)
Se debe a nuestro amor desproporcionado por nosotros mismos. Saber que hay personas por las que estaría dispuesta a dar mucho, pero que ellas no estarían dispuestas a dar nada por mí, duele. Quisiera que lo que dijeran o hicieran los demás no me importara.
El sólo pensamiento de que mis seres queridos pueden ser tocados por la muerte y no estar más a mi lado, duele. Quisiera aceptar la muerte como algo natural y no temerle tanto a extrañar.
Me gustaría que las consecuencias de las decisiones de los demás no me afectaran, pero sería aún mejor que mis malas decisiones no les afectaran a ellos, menos al Dios que jamás me ha pagado conforme a lo que merezco.
Quisiera que fallarle a Dios no me lastimara como lo hace. Entonces, me doy cuenta: es mi vieja naturaleza egoísta la que se duele porque va muriendo.
El remedio nos lo da Dios cuando nos manda amar al prójimo como a nosotros mismos. El proceso de amar a tu prójimo como a ti mismo te va a quebrantar y te va a destrozar porque únicamente has ejercitado tu amor propio.
Pero esto solo para ser renovado como alguien comprensivo, paciente, mucho más firme… más como Cristo, listo para hacerlo, no perfectamente, pero sí mejor la próxima vez.
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