De esto trata del decimotercer capítulo de Lucas.

En la medida en la que más y más siguen a Jesús, a simple vista pareciera que procura desalentar a las multitudes cuando, en teoría, el punto es que todos crean en él. Sin embargo, Jesús predica con honestidad, con amor y con verdad.

La tentación del predicador es, precisamente, llenar los oídos con amor porque la honestidad y la verdad va a desanimar a muchos, y prefieren los números que los arrepentidos. Por eso, Jesús les dice que no es suficiente con pensar que se es más bueno que otros. Ellos deben arrepentirse de su pecado porque la paga del pecado es muerte. La fe debe ir acompañada de obras para que se vea que el árbol produce fruto y no es estéril.

Jesús da el ejemplo al sanar a una mujer en el día de reposo. El religioso demanda que sean cumplidos los mandamientos de los hombres, los cuales no hacen bien, sino que solo satisfacen al que los exige. Pero al sanar, Jesús demuestra que él es nuestro reposo. No obstante, la gente acude a la puerta ancha por rechazar la estrecha, que es Jesús. Satisfacer nuestras aspiraciones espirituales es fácil, pero demanda esfuerzo buscar la verdad y encontrarla.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.