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El segundo consejo es que debes hacer real la pérdida.
Ya ha pasado mes y medio y sigo aprendiendo de esta cosa llamada duelo. Primero déjame decirte que para mí escribir es casi terapéutico, porque entre todas las tareas que debo enfrentar está la de hacer real la pérdida.
Los supervivientes necesitamos hablar de esto, porque tenemos que aceptar lo irreversible y es que este proyecto se quedó truncado y tenemos que reinventarnos cuando no era el plan.
Así que, para los que están tomando notas sobre lo que hay que hacer y no hacer para ayudar a alguien en duelo, aquí está la segunda parte de mi manual para principiantes en consolación y duelos.
Hazle preguntas. Además de la tristeza, hay muchas otras emociones que es necesario externar: enojo, culpa, soledad y esta última es tan rara que ni siquiera hay palabras para explicarla. Es sumamente estresante y tiene un impacto hasta en la salud. Provoca insomnio, pérdida del apetito y, en un esfuerzo por ajustarnos, nos volvemos más reflexivos. Por eso escribo ahora, porque ¿cómo te explicas que dependías en tantas cosas de una persona y no te habías dado cuenta? Lo dabas por hecho, así que nos volvemos repetitivos, con tal de encontrarle sentido al nuevo vacío.
Por alguna razón existen personas que hacen más difícil completar la tarea. Algunas se sienten dueñas hasta de tu duelo y se olvidan de que no se trata de respetar el luto por el muerto, sino de acompañar al que está en aflicción por la pérdida. Y si el que perdió a su amado necesita momentos, eventos o distractores para procesar su duelo, ¿no debería poder hacerlo? De la manera más atenta te animo a que te pongas en los zapatos de la viuda o el huérfano y te imagines cómo las decisiones que toma están en función de su necesidad de aclimatarse y no tiene que cubrir ninguna de tus expectativas.
Sé pragmático. Quién perdió a un cónyuge o a un padre tiene que adaptarse a asumir roles que no estaba acostumbrado a realizar. Por ejemplo, tareas que el fallecido desempeñaba sin esfuerzo. Yo no estaba consiente de todas las cosas que mi marido hacía y hoy tengo que aprender a hacerlas.
Jamás llevé un auto al taller. Nunca usé la banca en línea y no tengo la menor idea de qué significa ese ruido extraño que está haciendo la camioneta cuando la enciendo. Ni siquiera me tocaba lavarlo. La red de amigos que tengo han hecho de este proceso tan difícil algo digerible y hasta agradable y no puedo agradecerles suficiente.
Los que saben de leyes me han ayudado hasta a hacer lista de prioridades, algunos me traen fruta y comida para aligerarme la carga, los que saben de trámites gubernamentales tomaron mis papeles y comenzaron a preguntar en la ventanilla el procedimiento a seguir, los que saben de autos a la primera llamada los tenía cambiándome el aceite del auto, los que saben de medicina me están cuidando el sueño y los que saben de animales hasta muestra de sangre le van tomar a mis perros para verificar que su salud esté bien, los que saben organizar eventos brincaron de alegría cuando les dije “ayúdame a organizar la mejor cena de compromiso para mi hija”, y en vez de quedarse observando se pusieron a ayudar. e
Esa clase de amigos que se enfocan en resolver problemas son la cosa más maravillosa que me pudo haber llegado en este momento. El contenido de esa ayuda no lo puedo pagar. Te animo a que te conviertas en uno de esos amigos indispensables, que cuando te ven roto por dentro tienen un plan y cumplen la tarea. Eso en mi Biblia se llama misericordia y hacer justicia, así dice: “La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” (Sgo. 1:27)
Tengo 3 hijos y cada uno lo está manejando a su manera, haciendo planes, escuchando música, a veces llorando en la madrugada, unos prefieren a solas, otros me buscan desesperados por el abrazo de consuelo, algunos en casa no podemos dormir, otros no tienen hambre. Más me vale interpretar esa variable porque unos no quieren hablar y otros ya están escribiendo un diario de recuerdos o inventando tradiciones nuevas y pongo atención.
No me quiero perder de este proceso por tres razones: por amor a ellos, por sensatez, porque esto es muy delicado y por curiosidad ––lo que estoy aprendiendo no lo enseña ninguna escuela––, y yo me siento a hacer catarsis en mi muro de Facebook para ser consolada por mi grupo de terapia colectiva, porque cada quién necesita adaptarse y continuar a su manera y descubrir la mejor forma de expresar su pérdida.
– “Sé cómo te sientes” (a menos que hayas perdido a un familiar cercano como padre, esposo, hijo o hermano) no, no sabes cómo se siente.
– “Sé valiente” (Levantarse de la cama es un acto de valor, no presiones).
– “Tienes que ser fuerte” (Muy parecida a la anterior e igual de inútil, no, no tengo que ser fuerte, porque además la Biblia dice que si soy débil, Dios es fuerte 2 Cr. 12:7-10).
– “Esto acabará pronto” (No, no puedes saber eso, conozco viudas de 2, 8 o 14 años, a las que les he preguntado directamente ¿Cuándo deja de doler? o ¿Cuándo voy a dejar de suspirar? y su repuesta fue la misma: “todavía suspiro, y la cicatriz es permanente”…
Unas semanas después de la muerte de mi esposo estaríamos cumpliendo 23 años de casados y 24 de novios, así que te imaginas lo difícil que es anticipar ese día, A unos días estaba pensando en quedarme debajo de las cobijas. Mi mejor amiga decidió hacerme una “intervención”, así que no enmascaré lo que sentía y dejé que mi red de apoyo me sacara de la cama. Me obligué a enfrentar el día para finalmente aceptar que sería un día difícil, pero que pasará, porque esto se hace así, un día a la vez…
Santiago 1:2-4, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
Catalina Gomez Fonseca fue esposa del pastor Hiram Ramírez, quien el 2 de enero de 2019 descansa esperando el día glorioso de la resurrección. Tuvieron 3 hijos que educaron en casa. Viven en Puebla, México. Desde hace 21 años ha servido en la Iglesia Bíblica El Camino. Es diseñadora gráfica de profesión, lingüista por hobby, maestra por vocación, apasionada estudiante de la Escritura y los idiomas bíblicos, canta desde los 9 años y está convencida de que la Biblia contiene respuesta a todas las preguntas de la vida. Es coautora del Blog Hijos de Abraham, un espacio de provocativa reflexión bíblica.