Hagamos la diferencia como mexicanos y cristianos (video)
Lo que tenemos que hacer para celebrar cada día. (más…)
¿Qué lecciones aprendemos de los estudiantes cristianos asesinados en Oregon?
Cuando doy conferencias a veces comparto una historia ficticia sobre un paramilitar que ingresa a un templo de algún lugar apartado de México. Se dirige al altar interrumpiendo el culto y, levantando su arma de asalto de uso exclusivo para el Ejército, corta cartucho mientras grita: –El que esté dispuesto a morir por Cristo que se ponga de pié y dé un paso al frente.
La congregación salió disparada de aquel lugar no quedando nadie, excepto una mujer de edad avanzada y un muchachito. El siniestro hombre balbuceó: –Ahora sí, esta es una iglesia de verdad, pueden continuar.
Normalmente he usado esta ilustración para advertir a los creyentes de la necesidad de comprometernos con nuestra fe, de tal manera, que invirtamos nuestra vida completa en el reino de los cielos, abandonando así nuestra religiosidad. Claro, como en la capital del país no vivimos persecución ni nada parecido, el ejercicio a veces resulta poco realista.
Sin embargo, esta semana el mundo supo de una noticia de horror. Un joven de 26 años entró armado a una escuela de un pequeño poblado de Oregon, en Estados Unidos, formó a algunos estudiantes frente a él y, uno por uno, preguntó cuál era su creencia religiosa. A los que declararon ser cristianos los mató con un tiro en la cabeza. A quienes guardaron silencio o dijeron otra cosa les disparó en una pierna, según declararon testigos a medios de comunicación y a la policía. La noticia puedes consultarla aquí si lo deseas.
Aunque no tenemos todos los detalles aún, no podemos dejar pasar el hecho de que esos muchachos tuvieron una elección. Se les preguntó en qué creían. Dar una respuesta no era tan simple. Les estaban apuntando con un arma de fuego. Sabían que sus vidas corrían peligro. Quizá el primero que dijo “soy cristiano” no comprendía muy bien las implicaciones de su respuesta, pero no dudó en afirmar que lo era. Después de asesinar al primer cristiano, los demás sabían a qué se exponían al no negar su fe.
Me pregunto si habrán recordado en ese momento partes de la Biblia como Lucas 9:23-24. Ahí Jesús muy claramente dice que quien quiera ser su discípulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirle, y que quien quiera salvar su vida, la perderá, y que quien pierda su vida por su causa, la salvará.
Es una de las frases de Jesús más conocidas entre los evangélicos. La aprendemos desde que comenzamos a reunirnos con la iglesia. Es una de esas declaraciones que uno desearía tuviera un significado eminentemente metafórico. ¿Es esto necesario? Bueno, sin duda lo fue para la iglesia primitiva que fue perseguida por el judaísmo (del cual Saulo era uno de sus principales ejecutores), en un primer momento, y posteriormente por el Imperio Romano. Eso, sin mencionar las persecuciones que sufrieron las iglesias locales motivadas por grupos que vieron amenazados su estilo de vida, religión o negocios.
Es una realidad. Cuando vivimos nuestra fe de forma comprometida y total nuestro entorno reacciona violentamente. En Hechos 17:5-7, entre otros sitios en el Nuevo Testamento, leemos cómo quienes no creían al evangelio buscaban perjudicar a los cristianos, diciendo: –¡Esos que están trastornando el mundo entero, ya han llegado acá!
El evangelio trastorna al mundo porque trastorna nuestras vidas, si es que hemos creído. En México, otro país con libertad religiosa como EU, en muchos Estados los cristianos son perseguidos por su fe. Específicamente en Chiapas, Hidalgo y Oaxaca cientos de familias creyentes deben abandonar sus casas por ser cristianos.
El chiapaneco Casto Hernández es uno de los casos más recientes que enfrentan procesos legales luego de haber sido encarcelado 30 horas y posteriormente expulsado de su comunidad por no querer firmar un documento donde se le obligaba a renunciar a su fe.
¡Qué decir de los miles de cristianos asesinados por el Estado Islámico por no negar la cruz, o que son obligados a huir de sus comunidades en países de África y de Medio Oriente, como Irak y Siria!
Y pudiera mencionar cientos de casos más en México y el mundo, pero el mensaje es claro: no estamos llamados a anunciar a Cristo con los labios mientras lo negamos con nuestras acciones. ¡Confesemos valientemente a Cristo en palabra y hechos!
Dicen conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, pues son odiosos y rebeldes, reprobables en cuanto a toda buena obra. Tito 1:16 (RVC)
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