Identifica los 7 enemigos de tu matrimonio
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No celebramos “un año más”, sino el aprendizaje en nuestro matrimonio.
Gracias a Dios este día celebramos otro año de casados. Pero no es “otro año” más, realmente nos hemos sentado a platicar qué hemos aprendido en este tiempo juntos, el cual es sin duda el de mayor crecimiento en toda mi vida. Claro, esa es una de las ventajas del matrimonio.
Esa es una de nuestras nuevas tradiciones familiares. En el aniversario de bodas Pao y yo nos sentamos a analizar cómo hemos crecido como personas y como pareja. Te animo a hacer lo mismo. Es un buen objetivo porque eso significa superar las dificultades que nos tienen atascados en problemas, peleas, rencores… En cambio, si somos capaces de hablarlas nos comprometemos a superarlas y dejarlas atrás. No significa que nunca más tropezaremos con la misma piedra, pero será más difícil hacerlo.
Te comparto un resumen, pero puedes escuchar la plática completa que Pao y yo tuvimos en el Episodio 10 de la Temporada 1 de mi podcast Consejos Divinos, aquí o en YouTube, aquí.
Al llegar al matrimonio teníamos cada quien sus propias tarjetas, sus propias deudas y cada uno manejaba su propio dinero. Descubrimos que eso hacía daño a las finanzas del hogar y en un acto de total confianza y honestidad compartimos esa información. Eso nos ayudó a manejar entre ambos las finanzas del hogar, ser mucho más sabios en el uso personal del dinero y ejercitar rendirnos cuentas como un acto de amor y transparencia.
Descubrimos que vivir en un mismo hogar significa muchos conflictos. No me refiero a peleas, sino a decisiones que hay que tomar juntos que afectan a ambos, y claro, hay de decisiones a decisiones. Puede tratarse del desayuno, de las próximas vacaciones o de un tema sensible para ambos o para nuestras familias o amigos. Aprendimos que hay que entrarle, sin temor a tener una pelea o un mal rato. Nosotros decidimos cómo vamos a abordar un asunto y decidimos hacerlo de la mejor manera. Si ignoramos el asunto nos convertiremos en bombas de tiempo.
Encontrar tiempo para cada cosa es difícil cuando hay que coordinar dos agendas, dos estados de ánimo, dos de todo. Es vital para la salud de la relación dar a cada cosa su tiempo y tener la disposición para que el resultado sea estupendo.
Ahora tenemos muy claro que tener expectativas le hace daño a nuestra relación. ¡Y diríamos que a todas! Nos referimos a cuando hacemos cosas esperando que el otro piense, haga, diga, no haga, no diga… Esto es desgastante. Cuando las expectativas que tenemos del otro no se cumplen nos amargamos y frustramos. Es mejor hacer las cosas por amor, sin esperar nada.
Aprendimos a manejar situaciones como cuando uno quiere intimidad sexual y el otro no. Es un compromiso bilateral: uno debe ser comprensivo cuando el otro no quiera, pero el que no quiera también puede mejorar su actitud y disposición y, si cada quien es comprensivo y amoroso seguramente todo terminará bien. ¡Y así es!
Tanto Pao como yo comenzamos profesionalmente de cero ya estando casados. Ella visualizó un futuro en el que podíamos compartir tiempo ––nuestros horarios no coincidían casi toda la semana––, podía dedicar más tiempo a conocer a Dios, en el que se sentía más plena, en el que tenía mejor humor y menos cansancio. Así comenzó a reinventarse iniciando un negocio y nuestra relación mejoró muchísimo. Lo mismo hice yo años más tarde y nunca hemos sido tan felices.
Lo anterior no hubiera sido posible si no hubiéramos contado con el apoyo total del otro. Las limitaciones y sacrificios que tuvimos que hacer como familia se pagaron con la felicidad que trajeron los cambios en todos los aspectos. Estamos en el proceso, pues no ha terminado, pero seguimos aprendiendo cómo hacerlo de modo que ambos salgamos 100% beneficiados. Sin duda, en el matrimonio cada integrante crece si el otro crece.
Aprendimos que estar unidos solo es posible con Dios. El matrimonio es una locura si sacamos a Dios de la ecuación. En él, verdaderamente dos personas diferentes, independientes y pecadores pueden ser uno. Él nos une. Primero, cada uno debe ser uno con Dios y así podemos ser uno con el otro cuando lo imitamos. ¿Seguiríamos juntos si no fuera por Dios? Aunque tuviera muy buenas intenciones, no lo creo.
El sentido del humor es parte importante de nuestra relación. Hemos aprendido a tomar las cosas con humor, a que la risa es parte importante de la rutina, porque no hay que salir de ella para estar bien, sino que hay que aprender a tener buen humor en la rutina. Es una cuestión de actitud decidir tener el mejor humor en toda situación. Aun así, se vale pedir tener un espacio y no obligarse a sentir algo que no es genuino.
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