Dios capacita a los escogidos, no escoge a los capacitados.

Es posible que te hayas preguntado cómo es que Dios quiere y puede usarte o cómo es que tú puedes servirle. Quizá te sientas muy capaz o, todo lo contrario, muy inadecuado. En este artículo quiero mostrar un poco del ejemplo de una de las personas que Dios usó poderosamente: a Pedro el Apóstol.

Hubo un periodo de tiempo entre dedicarse a la pesca y ser un Apóstol de Cristo resucitado. Este periodo de tiempo incluyó muchas experiencias, logros y fracasos, antes de llegar a ser lo que fue; incluso una vez que Pedro ya era Apóstol, Dios seguía trabajando con él para seguirlo usando. De la misma manera, aunque tú y yo no seamos llamados a hacer exactamente lo mismo que Pedro hizo, definitivamente Dios trabajará con nuestro carácter con el buen propósito de usarnos.

Llamado de manera inesperada

Pedro pronto se volvió un personaje sobresaliente dentro del círculo de personas cercanas a Jesús y también fue uno de los primeros discípulos de Jesús. Sin embargo, ¿Has notado que Pedro no comenzó a seguir a Jesús primero, sino su hermano Andrés? Andrés fue uno de los que había estado escuchando a Juan el Bautista, pero cuando Juan señaló a Jesús de Nazaret como el Cordero de Dios, Andrés comenzó a seguir a Jesús primero y luego fue a contarle a su hermano Pedro sobre Jesús.

35 Al día siguiente, Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos. 36 Al pasar Jesús, Juan lo miró y declaró: «¡Miren! ¡Ahí está el Cordero de Dios!». 37 Cuando los dos discípulos de Juan lo oyeron, siguieron a Jesús. 38 Jesús miró a su alrededor y vio que ellos lo seguían. —¿Qué quieren? —les preguntó. Ellos contestaron: —Rabí (que significa “Maestro”), ¿dónde te hospedas? 39 —Vengan y vean —les dijo. Eran como las cuatro de la tarde cuando lo acompañaron al lugar donde se hospedaba, y se quedaron el resto del día con él. 40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de estos hombres que, al oír lo que Juan dijo, siguieron a Jesús. 41 Andrés fue a buscar a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías» (que significa «Cristo»). 42 Luego Andrés llevó a Simón, para que conociera a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tu nombre es Simón hijo de Juan, pero te llamarás Cefas» (que significa «Pedro»)

Juan 1:35-42 (NTV)

Quizá hayas pensado que, para que Dios te use, necesitas una voz celestial o un haz de luz sobre ti, pero tanto Andrés como Pedro fueron llamados y usados de manera diferente: Andrés seguía a Juan y fue el que llamó a Pedro, así que Andrés fue usado de manera importante, aunque él no llegó a ser el líder de “Los Doce”. Pedro sí llegó a ser el líder, pero fue su hermano quien primero siguió a Jesús. Quizá Dios no te ha llamado de una manera que consideras espectacular, pero eso no quiere decir que no te vaya a usar (mira a Pedro). Quizá piensas que lo que haces no es muy relevante, pero en realidad Dios usará tus pequeñas acciones de manera impactante para otros (como Andrés).

Guiado a las convicciones correctas

Pedro estaba ahora en el lugar correcto: siguiendo a Jesús. Pero tuvo que haber varios momentos en su vida donde su corazón fuera profundamente impactado por Cristo Jesús, hasta que llegó el momento donde dijo con convicción y valor “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, les preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? 14 Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen Jeremías o algún otro profeta. 15 Entonces les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? 16 Simón Pedro contestó: —Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. 17 Jesús respondió: —Bendito eres, Simón hijo de Juan porque mi Padre que está en el cielo te lo ha revelado. No lo aprendiste de ningún ser humano.

Mateo 16:13-17 (NTV)

Asegúrate de que tus convicciones son correctas y están en la persona correcta. Si quieres que Dios te use, es necesario que tu confianza esté en Cristo Jesús como el centro de tu vida y como tu Salvador, lo tienes que seguir y conocer personalmente y además, cualquier sueño que haya en tu corazón debe estar fundamentado sobre los propósitos de Dios. Algunas personas sueñan con cosas “grandes”, por ejemplo, ser importantes en algún área (su trabajo, evangelismo, misiones, etc.), o lograr grandes cosas, pero sus propósitos son egoístas, en lugar de poner a Jesús en el centro. Otras personas no tienen metas ni pasiones, precisamente porque no ponen a Jesús y los propósitos de Dios en el centro.

Usado en sus potencialidades y a pesar de sus fallas

A diferencia de los otros discípulos, Pedro era un líder nato. Tenía un carácter fuerte, impulsivo y pro-activo. Aunque podemos aprender de él, no necesariamente somos iguales a él. Dios nos ha dado a cada uno de nosotros personalidades y capacidades específicas con las cuales usarnos. En el caso de Pedro, Jesús no menospreció su personalidad ni potencialidad, sino que la encausó de manera adecuada para formarlo como un líder. Por supuesto, el ser impulsivo puede llevar a alguien a tropezarse en la vida de maneras dolorosas. Pedro en repetidas ocasiones dijo o hizo las cosas equivocadas y fue reprochado o silenciado. Sin embargo, esas correcciones fueron para bien.

21 A partir de entonces, Jesús empezó a decir claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer día resucitaría. 22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo por decir semejantes cosas. —¡Dios nos libre, Señor! —dijo—. Eso jamás te sucederá a ti. 23 Jesús se dirigió a Pedro y le dijo: —¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios.

Mateo 16:21-23 (NTV)

Seamos o no impulsivos, debemos estar dispuestos a aprender de las correcciones que Dios nos da, incluso a través de otros. No pensemos que estamos correctos en todos nuestros pensamientos, opiniones o nuestra manera de tratar a los demás; ser humilde y aprender de otros es fundamental para ser usado por Dios.

Zarandeado por Satanás

La noche en la que Jesús fue entregado a las autoridades religiosas para su proceso judicial, Jesús les predijo a sus discípulos que lo abandonarían y huirían, lo dejarían solo. Los discípulos no alcanzaban a entender todo lo que estaba sucediendo y todos prometieron que no lo dejarían. Pedro, probablemente, se sentía en su punto más alto: una semana antes había entrado con Jesús a Jerusalén en medio de una procesión que había causado conmoción en a la ciudad. Las expectativas sobre el Mesías estaban hasta el tope y Pedro era parte de eso. Incluso había tenido discusiones con los demás discípulos sobre quién sería más importante políticamente si Jesús tomaba el poder y establecía su Reino en ese momento. Después de haber estado con Jesús y ver todos los milagros y la aceptación pública, Pedro se sentía auto-suficiente y confianzudo, perdió de vista que tenemos enemigos espirituales y que no podemos en nuestras fuerzas, así que dijo “¡aunque me cueste la vida, Jesús, no te abandonaré!”. Como una fruta gorda en un árbol, estaba listo para caer. Jesús le dijo “Satanás los va a zarandear”… y así sucedió.

31 En el camino, Jesús les dijo: «Esta noche, todos ustedes me abandonarán, porque las Escrituras dicen:

“Dios golpeará al Pastor,    y las ovejas del rebaño se dispersarán”.

32 Sin embargo, después de ser levantado de los muertos, iré delante de ustedes a Galilea y allí los veré».

33 Pedro declaró:

—Aunque todos te abandonen, yo jamás te abandonaré.

34 Jesús respondió:

—Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces.

35 —¡No! —insistió Pedro—. Aunque tenga que morir contigo, ¡jamás te negaré!

Y los demás discípulos juraron lo mismo.

Mateo 26:31-35 (NTV)

31 »Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo; 32 pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos».

Lucas 22:31-32 (NTV)

Esa noche los discípulos huyeron (Mateo 26:56) y después Pedro negó que conocía a Jesús (Lucas 22:54-60): fracaso espiritual total. Pedro se fue llorando amargamente después de hacer contacto visual con Jesús (Lucas 22:61-62). Al día siguiente, Jesús estaba muerto, todo parecía haber terminado para Pedro. Los fracasos espirituales, las tentaciones y las intimidaciones de Satanás son parte de la vida cristiana, pero recordemos que Dios está en control de todo y utiliza todo, aun lo malo, para moldear nuestro carácter, hacernos humildes y fortalecer nuestra fe. Cuando Jesús predijo la derrota espiritual de Pedro, le dijo “PERO yo he orado por ti, que tu fe no falte”. Así también Cristo intercede por nosotros hoy en día, para que los ataques espirituales y nuestras derrotas sean utilizadas por Dios a nuestro favor.

Levantado y fortalecido por la gracia

¡Cristo resucitó físicamente y se apareció a los discípulos! Sin embargo, algunos días después Pedro había regresado a pescar; probablemente sentía aún el sabor amargo de su propia derrota y de haber negado a Jesús: “Después de todo, Jesús venció, pero yo fallé”. Seguramente se sentía descalificado para servir, “en realidad no soy adecuado para lo que Jesús me llamó: fallé; mejor regresaré a pescar, que es lo único que puedo hacer bien”.

¡En esa ocasión ni siquiera pudo pescar algo! Pero Jesús se apareció de nuevo y ocurrió otra pesca milagrosa, ante lo cual Pedro reconoció a Jesús y saltó de la barca para ir a verlo. Después de comer, Jesús y Pedro hablaron, fue cuando Jesús le preguntó tres veces “¿Me amas?” Pedro se sintió triste porque le preguntó tres veces y muy seguramente recordó que pocos días antes había dicho tres veces “¡no conozco a ese hombre!” Pero Jesús le dijo también tres veces “si me amas, pastorea mis ovejas”: “Pedro, esto no ha terminado, si me amas verdaderamente, toma mi mano, levántate y continúa, ¡Yo te restauro!”

2 Varios de sus discípulos se encontraban allí: Simón Pedro, Tomás (al que apodaban el Gemelo), Natanael de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.

3 Simón Pedro dijo:

—Me voy a pescar.

—Nosotros también vamos —dijeron los demás.

Así que salieron en la barca, pero no pescaron nada en toda la noche.

4 Al amanecer, Jesús apareció en la playa, pero los discípulos no podían ver quién era. 5 Les preguntó:

—Amigos, ¿pescaron algo?

—No —contestaron ellos.

6 Entonces él dijo:

—¡Echen la red a la derecha de la barca y tendrán pesca!

Ellos lo hicieron y no podían sacar la red por la gran cantidad de peces que contenía.

7 Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la túnica (porque se la había quitado para trabajar), se tiró al agua y se dirigió hacia la orilla (…)

15 Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro:

—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?

—Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero.

—Entonces, alimenta a mis corderos —le dijo Jesús.

16 Jesús repitió la pregunta:

—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?

—Sí, Señor —dijo Pedro—, tú sabes que te quiero.

—Entonces, cuida de mis ovejas —dijo Jesús.

17 Le preguntó por tercera vez:

—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?

A Pedro le dolió que Jesús le dijera la tercera vez: «¿Me quieres?». Le contestó:

—Señor, tú sabes todo. Tú sabes que yo te quiero.

Jesús dijo:

—Entonces, alimenta a mis ovejas.

Juan 21:2-7, 15-17 (NTV)

Jesús restauró a Pedro, pero unos días después, cuando Jesús fue llevado al cielo y les dio la Gran Comisión, los discípulos se quedaron sin su Maestro junto a ellos. Pedro retomó su papel de liderazgo, levantado por la gracia de Jesús, pero aún faltaba algo: Después de juntarse a orar con los creyentes continuamente, Jesús les envió el Poder de Su Espíritu para capacitarlo para el servicio. Su vida cambió y se volvió un Predicador valiente que Dios estuvo usando de manera poderosa (Hechos 2).

Usado de la manera correcta

Pedro ya no estaba auto-confiado, sino que confiaba en Cristo. Esa es la única manera de avanzar, confiando en el Poder de nuestro Señor operando en nuestras vidas. Ahora enfrentaría prisión y latigazos, además de muchas otras cosas, pero su valor y fuerza provenían de Cristo y es en Cristo que vio continuas victorias.

Guiado a lugares inesperados

Después de años a la cabeza de los creyentes en Jerusalén, Pedro estaba predicando de manera itinerante y fue cuando Dios lo guió a nuevos horizontes. Pronto estaría predicando el Evangelio a un gentil (no judío), familia y amigos. Como judío tradicional que era, Pedro tendría que enfrentarse y romper con sus propios esquemas al entrar a la casa de un no judío y predicarle. Pero Dios se encargó de confirmarle que por la causa del Evangelio, tendría que romper con esos esquemas. Tal como Jesús le había dicho antes “ahora no lo entiendes, pero lo entenderás después”(Juan 13:7; Hechos 9:32-10:48).

Confrontado en sus errores

Después de años de victorias espirituales, Pedro volvió a equivocarse cuando, en una reunión donde había judíos y no judíos, todos creyentes e iguales ante Dios por la fe en Jesús, Pedro estaba comiendo libremente. En cuando llegaron los partidarios de la circuncisión, Pedro se retrajo de los no judíos y se juntó sólo con los judíos. Como líder que era, tuvo influencia y el resto de los judíos siguieron su ejemplo. El Apóstol Pablo estaba ahí y lo confrontó en frente de todos. Seguramente fue un episodio áspero y difícil de digerir para Pedro y el resto de los presentes, pero esta vez Pedro aprendió la lección. No por el hecho de ser líder de la iglesia en Jerusalén y grandemente respetado, se cerró en su orgullo y se puso a la defensiva. No, en esta ocasión rectificó y siguió siendo humilde.

11 Pero cuando Pedro llegó a Antioquía, tuve que enfrentarlo cara a cara, porque él estaba muy equivocado en lo que hacía. 12 Cuando llegó por primera vez, Pedro comía con los creyentes gentiles, quienes no estaban circuncidados; pero después, cuando llegaron algunos amigos de Santiago, Pedro no quiso comer más con esos gentiles. Tenía miedo a la crítica de los que insistían en la necesidad de la circuncisión. 13 Como resultado, otros creyentes judíos imitaron la hipocresía de Pedro, e incluso Bernabé se dejó llevar por esa hipocresía. 14 Cuando vi que ellos no seguían la verdad del mensaje del evangelio, le dije a Pedro delante de todos los demás: «Si tú, que eres judío de nacimiento, dejaste a un lado las leyes judías y vives como un gentil, ¿por qué ahora tratas de obligar a estos gentiles a seguir las tradiciones judías?

Gálatas 2:11-14 (NTV)

Perfeccionado en el amor

Después de los años, en su vejez, Pedro escribió dos cartas, una de ellas con ayuda de Silvano, un compañero de servicio y probablemente un escribano (1 Pedro 5:12). Podemos ver que Pedro escribe con amor y mansedumbre, inspirado por el Espíritu Santo, pero también forjado por la experiencia. A la nueva generación de líderes de la iglesia les escribe con un tono paciente y pastoral y les instruye a continuar con la labor. En la segunda carta menciona a Pablo, pero notemos que lo menciona en términos de amor, reconociendo su autoridad Apostólica. Su madurez espiritual lo llevó a la actitud correcta, pues después de la reprimenda que Pablo le había dado, Pedro no mantuvo resentimiento ni realizó ninguna jugada política incorrecta para “echarle tierra a Pablo”. No, esta vez dijo “nuestro amado hermano Pablo”. Pedro había alcanzado la madurez espiritual, es decir, el valor, la fortaleza, la fe, el amor, la humildad que Cristo se había propuesto lograr en él. La tradición dice que Pedro murió crucificado de cabeza en Roma. Esta vez no negó a su Señor.

Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Tengan compasión unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas. Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde. 9 No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él les concederá su bendición.

1 Pedro 3:8-9 (NTV)

Y recuerden que la paciencia de nuestro Señor da tiempo para que la gente sea salva. Esto es lo que nuestro amado hermano Pablo también les escribió con la sabiduría que Dios le dio

2 Pedro 3:15 (NTV)

Una nota final: Pablo

En este artículo nos enfocamos en cómo Cristo trabajó en la vida de Pedro, para tomar lecciones sobre cómo él trabaja en nuestras vidas y nos prepara. Sin embargo, quizá has llegado hasta aquí pensando “bueno, yo nunca había pensado en ser usado, ¿de qué me sirve esto?”. Si tú eres un creyente verdadero, Dios te quiere usar, por eso estas lecciones son útiles para ti también: Cristo te ha llamado, te ha guiado a las convicciones correctas (y te sigue guiando hacia ellas), te acepta y te guía en tus potencialidades y debilidades, permite que el enemigo te ataque pero intercede por tu alma, te confronta con tus esquemas y errores. ¡Él te quiere usar! Aún en cosas que piensas que son inútiles o son estorbos a tu vida, en realidad Dios las envía a tu vida para hacerte crecer y usarte para el beneficio de otros. Pablo escribió esta convicción inspirada cuando le contó a los Corintios que había padecido por tantas dificultades que perdió la esperanza de sobrevivir; pero también les dijo, “Dios nos consuela en nuestras tribulaciones para que nosotros podamos consolar a otros”. Así que, si no habías pensado que el plan de Dios para ti es usarte, mira hacia tu vida y date cuenta de cuántas cosas Él ha hecho, bonitas y feas: Tanto las que nos gustan como las que nos duelen son preparaciones personalizadas que Dios utiliza para formar nuestro carácter y enviarnos.

Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo. Aun cuando estamos abrumados por dificultades, ¡es para el consuelo y la salvación de ustedes! Pues, cuando nosotros somos consolados, ciertamente los consolaremos a ustedes. Entonces podrán soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros. Tenemos la plena confianza de que, al participar ustedes de nuestros sufrimientos, también tendrán parte del consuelo que Dios nos da. Amados hermanos, pensamos que tienen que estar al tanto de las dificultades que hemos atravesado en la provincia de Asia. Fuimos oprimidos y agobiados más allá de nuestra capacidad de aguantar y hasta pensamos que no saldríamos con vida. De hecho, esperábamos morir; pero, como resultado, dejamos de confiar en nosotros mismos y aprendimos a confiar solo en Dios, quien resucita a los muertos.

2 Corintios 1:3-9 (NTV)

Joshua Belmontes estudió Economía y Microfinanzas en la Universidad Nacional Autónoma de México, ha sido profesor de Español como Segunda Lengua para el ministerio Avance Juvenil, ha recibido cursos de Teología por parte de ministerios Ligonier y enseña en la Escuela Dominical de su iglesia local.

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