Navidad 1: El cumplimiento de la promesa
Esto es lo que cuenta Lucas en su primer capítulo. (más…)
Jesús nos sorprende hoy tanto como a ellos hace dos mil años.
Mira el video sobre este tema aquí:
Esta publicación no es la clásica acusación de que hay unos malos cristianos que son unos religiosos y que nosotros (incluido quien escribe esto) somos los buenos cristianos… aunque no lo seamos realmente. Quiero incluir a todos los cristianos cuando en el título digo “cristianos de hoy”. Deseo despertarnos a la realidad de que probablemente no somos lo que creemos ser.
Justamente eso le ocurrió a los fariseos. Ellos representaban a la religión judía así como nosotros pensamos representar al cristianismo o a la Iglesia de Jesucristo. Si eres humilde y quieres correr el riesgo de ofenderte, acompáñame en esta autoexaminación al ponernos por un momento en los zapatos de los fariseos.
Por lo que leemos en los cuatro libros que relatan el evangelio, los fariseos tenían la ilusión de que, cuando se fuera a manifestar al mundo, el Mesías los respaldaría. Tenían la certeza de que ellos serían aliados del Rey y que él estaría de su lado y a su lado. Del lado correcto por el simple hecho de ser quienes eran: los que estaban ocupados de los asuntos de Dios.
¡Quizá los que más esperaban al Mesías eran los fariseos! El lugar natural del Rey de los judíos tendría que estar entre ellos. Precisamente, cuando Jesús se manifestó al mundo no creyeron en él porque no era lo que esperaban.
Ellos no sabían que había una diferencia entre lo que ellos creían que Dios aprobaba y lo que de hecho Dios aprobaba, particularmente hablando de su concepto sobre Dios y del comportamiento que como hombres religiosos tenían. El Mesías tenía que honrarlos y este Jesús, que decía hablar de parte de Dios, no decía muchas cosas a su favor. ¡Al contrario!
Sospecho que a estas alturas ya sabes cuál es mi punto. Actualmente, es muy difícil encontrar cristianos autocríticos, aunque ciertamente los hay. Lo que es posible encontrar en abundancia son cristianos totalmente seguros de que Dios los aprueba. Muchos de ellos esperan la segunda venida de Jesús tal como los fariseos aguardaban la primera. Irónicamente, si el Mesías tuviere que nacer y manifestarse nuevamente al mundo estos cristianos tampoco podrían reconocerlo por no ajustarse a sus expectativas.
Se sorprenderían de que quien dice ser el Hijo del hombre no anduviere con ellos: los buenos, los que temen a Dios, los que hacen lo que él demanda. Y si Jesús no estuviere de acuerdo con nosotros en muchas cosas, ¿creeríamos en él? Jesús no estaría condenando a la adúltera (al contrario de lo que muchos cristianos de hoy esperarían), no estaría siguiendo las reglas de los cristianos (al contrario de lo que muchos cristianos de hoy esperarían) y estaría juntándose con cobradores de impuestos para Roma y con pecadores (como muchos no esperarían).
Si Jesús no estuviere de su lado diciéndoles lo orgulloso que Dios está de ellos entonces no habría razón para creer en ese impostor.
No es Jesús quien debe estar del lado correcto, quien debe cobijarnos y asentar con la cabeza para afirmarnos como aquellos que cuentan con su respaldo. Leo discusiones aquí y allá entre cristianos y siempre es lo mismo: yo y mi institución/denominación/grupo/iglesia o conjuntos de iglesias que comparten la “sana doctrina” o al mismo fundador somos los elegidos, mientras que el resto están en el error.
La pregunta correcta es: ¿estamos del lado de Jesús? No importa que podamos reconocer al Hijo del hombre tanto como que él nos reconozca. ¿Cómo lo haría? Porque amamos al Padre tanto como él a pesar de nuestras imprecisiones doctrinales.
Con este artículo quiero que los “cristianos de hoy” reflexionemos y nos preguntemos si realmente representamos a Cristo o si solo somos voceros de nuestra religión, y más que eso, de una religión a nuestra medida.