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Esto es lo que podría estar pasando si no has visto la promesa de Dios cumplida.
Si prefieres escuchar esta publicación como podcast, reproduce aquí el Episodio 26 de la T2 de Consejos Divinos.
Si estás leyendo o escuchando el podcast es porque te identificaste con el título. Debes saber que no solo es posible que Dios no concederá todos los anhelos de nuestro corazón, es posible que él activamente los obstaculice. Sin embargo, para ser claro, he de decir que el famoso Salmo que habla de esta promesa tiene un contexto y no entenderlo está produciendo grandes cantidades de cristianos enojados con Dios, frustrados con su fe –más bien superstición– a tal grado que renuncian a lo que decían profesar. ¡Esto está pasando!
Sé de jóvenes que han perdido el gozo debido a que sus amigos se están casando y no han tenido novio; y de chicos que no han podido progresar profesionalmente, que están llegando a los 30 sin un trabajo estable y no tienen nada que ofrecer a una mujer para comenzar una familia; matrimonios que quieren pero no pueden tener hijos; padres que no pueden ofrecer a sus hijos lo que quisieren; personas cuyos ministerios no crecen para servir a más gente… Estos y ese en el que estás pensando… ¡todos son buenos anhelos! ¿Por qué Dios no habría de concederlos?
Probablemente sí; probablemente no. Entonces, y la promesa, ¿dónde está? Trataré de explicarlo.
No te irrites a causa de los impíos ni envidies a los que cometen injusticias; 2 porque pronto se marchitan, como la hierba; pronto se secan, como el verdor del pasto.
Salmo 37
El Salmo 37 comienza con una exhortación a los santos, a los fieles a Dios. David los llama a no envidiar la prosperidad del malvado. Es interesante porque tanto el justo como el injusto quiere proveer a su familia, anhela tener estabilidad económica para ofrecerles tranquilidad, seguridad y, por qué no, comodidad. El anhelo es bueno y lo que distingue a unos y a otros es cómo lo satisfacen. El que lo hace a través de injusticias convirtió un anhelo noble en un dios.
Entonces, se marchitarán. Habrán conseguido su anhelo, pero Dios no se los habrá concedido. Así conozco a una gran cantidad de cristianos que dicen que el Señor les concedió el anhelo de su corazón pero Dios no tuvo nada que ver. De hecho, ni esperaron a que él se lo concediera dejando fuera al Señor. Lo hicieron por ellos mismos, aunque eso significó haber desobedecido a Dios o, por lo menos, no haber esperado en él.
Entonces, veo a personas dando gracias a Dios por concederles su anhelo enamorando a no cristianos; celebrando bodas cristianas con incrédulos que blasfeman en contra de Dios; aceptando trabajos en los que deben mentir, defraudar, engañar, explotar a personas o hacer lo malo; recibiendo ganancias injustas; siguiendo creencias que niegan su confianza en Cristo; usando sus bienes no para glorificar a Dios ni para ayudar a otros, sino para alimentar su codicia y avaricia; e incluso encabezando ministerios, capacitándose para ejercerlos o enseñando las cosas espirituales como pretexto para engordar su soberbia. Esto pasa porque pusieron su anhelo por encima de Dios.
3 Confía en el Señor y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel. 4 Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.
Salmo 37
No obstante, en el lado opuesto, están los que han esperado y no han recibido. Podría ser porque no ha llegado el tiempo o simplemente debemos esperar… ¡más! ¿Por qué? Quizá no esperamos de la manera correcta. En estas líneas encontramos una progresión de hechos a la que debemos poner atención para entender en qué consiste la promesa de Dios y cuál es la condición para su cumplimiento. Sí, todas las promesas de Dios tienen una condición para hacerlas efectivas y esta no es la excepción. Para descubrirlo necesitamos leer de atrás para adelante.
6 Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía. 7 Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia, no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. 8 Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal. 9 Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.
Salmo 37
Para este momento, está claro que aunque nuestros anhelos sean buenos, si para nosotros son más importantes que Dios estos no llegarán por mano de Dios –porque Dios no tienta a nadie y no te tentará para ser idólatra, soberbio o injusto, por ejemplo–. Muchas veces obtenemos lo que deseamos solo para darnos cuenta de que era una idolatría y queríamos usar a Dios para adorar a nuestro dios. Por su gracia podemos recapacitar y arrepentirnos.
¿Cómo pretendemos usar a Dios para que, supuestamente, nos conceda las peticiones de nuestro corazón? Haciendo cosas espirituales como servir a la iglesia o a otros fuera de la iglesia, haciendo buenas obras, dando estudios bíblicos e incluso dedicándonos al ministerio o haciendo obras que, según nuestro pensamiento distorsionado, nos permitan “acumular puntos” con Dios o negociar con él para obtener algo de él, no para tenerlo a él.
Por muy piadoso anhelo que sea, la intención de nuestro corazón podría estar equivocada. Así que no basta con desear cosas buenas, primero debemos tener un nuevo corazón y luego examinarlo a la luz de la voluntad de Dios. Pero a ti te digo que si encuentras en el tuyo amargura, falta de paz y la no respuesta de Dios a tu anhelo, entonces ese anhelo te ha robado el gozo. Si, hagas lo que hagas, te estorba para adorar a Dios, debes renunciar a ese deseo o quizá debes comenzar a adorar a Dios porque eso es lo que necesitas realmente. Cuidado, no te engañes, no lo hagas para recibir lo que quieres. Hazlo porque Dios es Dios, porque él es digno. Para ello, necesitas humillarte y negarte a ti mismo.
Efraín Ocampo es consejero bíblico y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.
Encuentra más sobre este tema en su libro “Las Iglesias del Covid-19“. Conoce su libro de Restauración Personal “40 días en el desierto“. También lee el libro de Restauración de Relaciones “Amar como a mí mismo” y de Restauración de Iglesias “La Iglesia Útil“.
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