Cómo “revisar” el corazón de nuestros niños
Más que su mochila aprendamos a revisar su corazón. (más…)
Muchos leen la Biblia, oran y ayunan, y no pueden. Esto es lo que hacemos mal.
Lee el artículo o escucha el podcast aquí.
Como Consejero, muchas solicitudes de Consejería Personal que recibo están relacionadas con creyentes incapaces de vencer las tentaciones. Yo mismo me adentré en la Consejería porque no podía hacer y estaba cansado de ser vencido por las tentaciones. Esto es para seguidores de Jesús que d esean romper el ciclo y ser libres. Saben que necesitan hacerlo pero no saben cómo. Precisamente, para dar ánimo y esperanza escribo este artículo.
La Biblia dice que ninguna condenación hay para los que están unidos a Cristo, los que no viven según la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1). Eso significa que si permanentemente estamos siendo vencidos por las tentaciones y vivimos según los deseos de nuestra carne, no estamos viviendo unidos a Cristo.
Te preguntarás: –¿es decir que si estoy cayendo en tentación tras tentación quizá no sea salvo? No sé si seas salvo o no, lo que dice la Biblia es que no hay condenación para el que está unido a Cristo, para quien anda conforme al Espíritu, no conforme a la carne. Somos pecadores, eso está claro, y fallaremos ocasionalmente, pero no constantemente y no deliberadamente. No conocer a Dios es el principio de nuestro problema de esclavitud al pecado. No hablo de estudiar mucho o de únicamente aprender doctrina sobre Dios, que claro que es un buen primer paso, sino de relacionarte con el Dios vivo y verdadero.
Él es una persona y, como todas, podemos conocerlo y relacionarnos con él. En el proceso, sabremos qué dice, cuál es su voluntad, en qué consiste el evangelio de Cristo mediante el cual podemos ser reconciliados con él. El objetivo de creer es relacionarnos con Dios, tener comunión con él, y para eso nos da libertad. ¿De qué? De nuestra esclavitud al pecado. Estar unidos a Cristo no significa que nunca pequemos, pero sí implica que ya no vivimos esclavizados a nuestro pecado para llevar a la práctica nuestros deseos carnales, como antes. Ahora tenemos libertad para hacer lo bueno y lo justo para obrar como Dios, que es bueno y justo. Nos reconcilia consigo mismo para ser nuevos; para ser como él.
Debes morir a tu carne, a tu pecado, y así vivir en el Espíritu. Primero, debes pasar del remordimiento de saber que tus acciones merecen condenación (sentirte mal por lo malo que hiciste), al arrepentimiento de tus pecados que implica abandonarlos para dejar de practicarlos.
El Espíritu Santo producirá en ti un profundo pesar por ofender a Dios (contrición – ve el Salmo 51:17) y habrás comprendido que Dios es Santo, que aborrece la maldad y que tu maldad te había apartado de él, condenándote a no tener comunión con él, a una oscuridad y muerte eterna. También comprenderás que Dios es bueno y justo, y amarás la belleza del bien y de la justicia. Entonces, aprenderás a amarlos y los pondrás en práctica. Por eso, sin santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).
¿A qué estabas esclavizado? Esas serán tus mayores tentaciones. No te confundas, eso es lo que eras y no es lo que ahora eres en Jesús. Al vivir unido a Cristo no tienes que vivir luchando con tus tentaciones. Esa no es la vida cristiana. Sería miserable conocer la verdad en cuanto a que la libertad que pensábamos tener nos conducía en realidad a estar más esclavizados al pecado solo para sufrir la vida esforzándonos en no volver a practicar lo malo que, sabemos, estaba destruyendo nuestra vida y nuestras relaciones.
Pregúntate cómo vives: ¿unido a Cristo o esclavizado a tus deseos carnales? Tu respuesta es solo el comienzo. Es bueno tener claro de qué debes huir, mas vencemos las tentaciones al estar unidos a Cristo. Significa saber quién era él y cómo vivía, así como recordar quién eres ahora: hijo de Dios por los méritos de Cristo. Por ejemplo, si antes eras un mentiroso, puedes intentar dejar de mentir, pero seguirás siendo las misma persona, aunque ahora solo estás intentando no ser algo que eres. En cambio, cuando pones tu confianza en Cristo, comienzas una vida en la que tu naturaleza cambia. Dios te hace nacer de nuevo no solo para que dejes de ser esclavo de la mentira, sino para que desees y puedas hablar con verdad y una verdad con amor.
Es difícil porque aún no somos lo que habremos de ser (1 Juan 3:1-3). Dios nos ha dado de su naturaleza para hacer lo bueno y justo, para obrar según su voluntad, sin embargo, aún estamos en este cuerpo débil. Dios nos dará uno nuevo cuando Jesús regrese pero, mientras tanto, seguimos en el viejo. Sí, es el cuerpo viejo con una nueva naturaleza, la de Dios, la cual es poder suyo para que no practiquemos el pecado y también es poder para hacer lo bueno y lo justo, y así obrar como hijos de nuestro Padre (1 Juan 3:9). Esta nueva naturaleza es espiritual, por la cual podemos vivir conforme al Espíritu, pensar en las cosas del Espíritu y desear las cosas del Espíritu (Romanos 8:1-17). ¿Te das cuenta? Sufres luchando con tus tentaciones porque fijas tu mente en ellas, no en obedecer a Dios.
El legalismo enseña que obedeces a Dios al no pecar. En realidad, no pecar es el resultado de obedecer a Dios. –Y, ¿los 10 mandamientos? La mayoría están escritos en clave de “no hacer”, de “no pecar” y el que no pecaba obedecía a Dios–, dirá alguno. Recuerda que la ley dada a Israel tenía el propósito de darnos conciencia del pecado, es decir, para conocer qué es bueno y justo, y qué es malo e injusto (Romanos 3:19-20). Cuando decía “no hagas esto” nos enseñaba lo que nos corrompe y la corrupción nos aparta de Dios. Esa conciencia del pecado no es exactamente lo mismo a hacer lo bueno, aunque la ley, en general, enseñaba qué es bueno y justo porque la ley es esencia del conocimiento y la verdad, pues es Dios quien la dio.
Con Jesucristo, tenemos la revelación completa. Él no predicó solo: “no peques”; predicó: ama, perdona, alumbra, haz el bien, imita al Padre, comparte, ten compasión, ayuda, cree, ten paz, conoce la verdad, ve por el camino de la vida, sígueme, adora a Dios, vive libre del pecado, ama a otros como te amas, honra a tus padres, honra el pacto matrimonial que hiciste (haciendo todo lo anterior), sé como un niño en su inocencia y como un adulto en la manera de pensar… y claro, evita todo lo malo. Hacer todo eso es obedecer a Dios, pero lucharás y serás vencido por tus tentaciones si solo te limitas a no hacer.
¿Cómo se vencen las tentaciones? Una por una. Cuando se presente una tentación para pecar no intentes no hacer lo malo; la vences al hacer lo que sabes que es bueno y justo. Entonces, estarás perseverando en la fe que dices tener. Al someter tu voluntad a la de Dios te pareces más y más a Cristo. Si nuestras obras testifican que no tenemos fe en Cristo es porque en realidad no hemos creído en él (Efesios 2:10; Santiago 2:14-17).
Mira lo que enseña Jesús en la parábola del sembrador. La semilla es el evangelio y los diferentes tipos de tierra en las que cae somos nosotros. La buena tierra es aquella en la que la semilla da fruto. ¿Qué significa ser buena tierra? Es quien en oye, entiende la palabra y la pone por obra. Habrá muchos otros que reciban el evangelio, pero no darán fruto, no obedecerán a Dios y caerán en las tentaciones (Mateo 13:18-23).
Vence la tentación por los frutos que da tu vida
Ver cuál es el fruto de tu vida buscando cuáles son tus acciones en esta lista de obras de la carne y de virtudes que conforman el fruto del Espíritu es una buena manera de examinarte (Gálatas 5:16-26). ¿En qué lista están tus obras?
¿Lo ves? Por mucho que ores, leas la Biblia y ayunes no podrás vencer las tentaciones si sigues esclavizado a tu pecado y no has muerto a tu carne. Vivir así es religiosidad. ¡No conozco a alguien que haya dejado de practicar el pecado o que haya obtenido libertad del pecado debido a las muchas actividades espirituales que practica! Sí, practica dichas disciplinas, pero para mantenerte sobrio, alerta, perseverante, lleno de fe, pero necesitamos realmente una nueva mente y una nueva naturaleza que solo Dios da.
Recuerda: quien ha nacido de nuevo aprende a aborrecer su pecado y a amar la voluntad de Dios (Juan 15:10).
Esta palabra va a consolarte y, al mismo tiempo, a dejarte sin pretextos para decirle al Señor que no puedes vencer a las tentaciones:
Dios le dijo a Caín que el pecado estaba frente a él y que aunque deseara llevarlo a cabo él podía dominarlo.
7 Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero, si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo». Génesis 4 (NVI)
Además, Pablo escribió que siempre había una opción:
13 A ustedes no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla. 1 Corintios 10 (RVC)
Lo anterior significa que SÍ puedes vencer las tentaciones, pero quizá no quieres (si sigues esclavizado a tu pecado). Si sigues pecando, es porque amas al pecado más que a Dios, aunque como ya vimos el poder de Dios te da libertad del pecado para hacer Su voluntad y no la tuya.
Si fuiste vencido por tus tentaciones: 1) pide perdón al Padre y arrepiéntete de tus pecados –decide dejar de practicarlos–, 2) no te enfoques en no hacer cosas malas, comienza a hacer lo bueno y lo justo en adelante, conoce a tu Dios para vivir en el Espíritu, 3) practica disciplinas espirituales (orar, meditar en la Biblia, servir, ayunar, etc., para estar alerta y examínate 4) reúnete con una iglesia que ame a Dios y a su palabra porque le obedece, 5) pide a un creyente maduro en la fe que te discipule y, discipula a otros de palabra y siendo ejemplo de integridad para que juntos sigan creciendo y madurando en la fe .
¡Decídete ya!
Esa es la realidad, simplemente intentamos luchar contra algo que aún no estamos dispuestos a abandonar, es tan fácil seguir haciendo aquello que nos provoca placer momentáneo. Debemos luchar por salir de nuestra zona de confort perder el miedo al cambio ( que aunque de antemano sabemos que será de bendición para nuestra vida tememos) y trabajar en cumplir la voluntad de Dios.
Bendiciones