Los creyentes y la vida política: ¿hay instrucciones bíblicas?

Como cada 6 años, inicia un nuevo gobierno en nuestro país. Observamos diferentes reacciones, aparentemente bastante polarizadas, entre un sector que apoya fuertemente al nuevo Presidente Constitucional y otro que desaprueba y reprueba la mayoría de sus acciones.

Primero procuro responder a preguntas como: ¿cuál debería ser la perspectiva y la actitud de los creyentes? ¿Es un tema importante para los cristianos? Además analicé de forma breve y general el discurso que el nuevo presidente dio este primero de diciembre de 2018 y al final incluyo consideraciones.

1. ¿Cómo debemos responder los evangélicos?

Para responder a esta pregunta anotaremos la instrucción bíblica en tres apartados: 1) Qué podemos esperar, 2) Qué debemos hacer y 3) Qué debemos evitar:

  1. Qué podemos esperar. Lo que podemos esperar es que el primer mandatario cumpla con las funciones que conciernen a su cargo, ni más ni menos (Romanos 13:1-7). El presidente no es Dios y no es el Mesías; es un presidente. Esto quiere decir que no tiene la omnipotencia necesaria para regir cada aspecto de la vida de México, no tiene el poder para salvarnos de los males que aquejan a la humanidad desde la caída en el Edén y no tiene la Soberanía o el poder absoluto sobre la nación. El titular del Ejecutivo encabeza el gobierno de México, pero no es el gobierno ni es México. Es irreal pensar que él puede salvar al país; lo que sí puede hacer es coordinar los esfuerzos del resto de los representantes en el gobierno para cumplir con sus labores Constitucionales, entre las cuales están el desarrollo económico, proteger los derechos civiles, mantener la seguridad interna y externa y una adecuada administración pública. También debemos de recordar que en un régimen democrático hay diferentes intereses y libertad de expresión, por lo cual será normal ver tensiones y oposición, tanto como aprobación; además, aunque sea un buen presidente, siempre habrá sectores de la población descontentos que alzarán la voz y querrán un cambio de régimen (Eclesiastés 4:13-16). También debemos recordar que el presidente no puede ni debe controlar al poder Legislativo y es por eso que muchas cosas pueden suceder en el país que no provengan del presidente sino de los Diputados y Senadores. Podemos esperar cambios positivos y tensiones negativas, tanto internas como externas, debido a las expectativas de sectores que ven amenazada su hegemonía política y económica.
  2. Qué debemos hacer. La Biblia nos enseña que debemos cumplir con nuestros deberes ante la autoridad (Romanos 13:1-7), lo cual incluye respeto, obediencia y cumplimiento de las obligaciones fiscales. En la época del nacimiento de la iglesia, los gobiernos locales estaban bajo el Imperio de Roma y se había anulado cualquier posible democracia, pero aun así Pablo, Pedro y nuestro Señor Jesús nos instruyeron a obedecer y honrar a las autoridades, tanto como cumplir con el resto de las responsabilidades sociales (en la familia, el trabajo, etc.). En nuestra época vivimos en un régimen democrático, así que gozamos de ciertos derechos que los cristianos no tenían antes, pero también tenemos otras responsabilidades: La participación ciudadana es un medio legítimo para promover el bienestar, pero también debemos mantenernos informados para poder opinar y participar con sustento. Debemos fomentar con nuestro ejemplo el trabajo honesto y esforzado, la integridad familiar y el respeto por las instituciones, en resumen, una vida honesta y virtuosa ante la sociedad (1 Pedro 2:12-16). También debemos seguir predicando el Evangelio e intercediendo por los gobernantes: Un buen régimen democrático nos puede proporcionar un buen “clima” social y económico, pero no puede cambiar a las personas ni a las familias; sólo el Evangelio y la iglesia de Cristo pueden tener un impacto “desde abajo” en la sociedad, por eso debemos seguir predicando el Evangelio, orando por nuestro país y por nuestras autoridades, no sólo para la salvación de los gobernantes sino para que nuestra sociedad sea estable y entonces podamos tener vidas ordenadas y canales para la continua predicación del evangelio en la sociedad (1 Timoteo 2:1-4). En una secuela a este artículo expandiremos este punto y cómo es que sólo los valores bíblicos pueden y han promovido el desarrollo social, político, económico y cultural, además de cuál es el vínculo adecuado entre la iglesia, la predicación, el gobierno y la sociedad.
  3. ¿Qué debemos evitar? Evitar condenar al presidente como persona y autoridad. Aunque tenemos derecho de evaluar a nuestros gobernantes, criticar a la persona con las vísceras y no con razones bien fundamentadas es un error. Además, como autoridad, Dios nos ordena respetarlo (punto anterior). Me parece que este mandato no quedó bien claro para algunos evangélicos el sexenio pasado y muchos se mofaron de la persona del presidente anterior en lugar de evaluar su mandato objetivamente y orar por él. Debemos evitar la perspectiva errónea de cristianizar al gobierno. El pasaje de Timoneo 2:1-4 nos muestra que como ciudadanos debemos promover un gobierno y una sociedad estables con el objetivo de Evangelizar y vivir vidas devotas y ejemplares, no al revés. Muchos evangélicos creen que debemos “Evangelizar” al gobierno para promover una mejor sociedad, lo cual es contrario a las instrucciones apostólicas y por lo general la historia demuestra lo pernicioso que es unir al Estado con instituciones religiosas o ideológicas. Ejemplos recientes los podemos ver en América Latina y Estados Unidos, cuando “cristianos” nominales han tomado el poder político y las cosas empeoran bastante en la vida pública: Escándalos de corrupción, discriminación, abusos, decisiones arbitrarias, etc. Recordemos, nuestro presidente también necesita el Evangelio, así que no esperemos que tome decisiones siguiendo valores bíblicos. Debemos evitar atribuir al presidente responsabilidades que son nuestras. El gobierno no puede arreglar todos los males que aquejan a la sociedad: la restauración de personas, matrimonios, familias y entidades económicas depende más de los individuos que del gobierno. Las iniciativas de ley no lograrán lo que el Evangelio sí puede lograr en nuestros corazones.

2. Lo que el cambio de gobierno representa

El discurso político del presidente Andrés Manuel ha variado con los años, sin embargo, podemos detectar cierta mesura cuando desempeña cargos públicos; por ejemplo, cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) de 2000 a 2006. Sin embargo, el discurso de inicio de gobierno esta vez representó valores importantes para México, en sus palabras “soy Juarista, Cardenista y Maderista”.

Estos personajes históricos se caracterizaron por defender la autonomía del gobierno civil, el papel estratégico del Estado en el desarrollo y la no reelección, respectivamente. En este sentido, el discurso del presidente actual se opone al gobierno militar y clerical (característico de las dictaduras), al exceso de poder de empresas extranjeras sobre una nación y a la reelección. Todos estos han sido problemas históricos en nuestro país y en otros países de América Latina desde los procesos de independencia.

Lo importante de esta identificación es la reiteración y el compromiso con hacer valer estos ideales, es decir, México ya es Juarista, Cardenista y Maderista en el papel, pero la corrupción, la impunidad y la concentración del poder no lo han hecho efectivo. Como sabemos, y como el mismo presidente lo dijo en su discurso, la corrupción ha estorbado el desarrollo en el país, al menos para la mayoría de las personas, por lo que el compromiso de combatir la corrupción y regresar a los valores iniciales de una nación independiente y democrática son una identificación bastante positiva.

Por otro lado, vemos un ligero cambio en su discurso, ya que atribuyó los problemas nacionales al modelo de política económica conocido como “neoliberal” y a la corrupción. Mientras que hace varios años su discurso atacaba a “la mafia del poder”, en esta ocasión despersonalizó el problema y habló de “neoliberalismo” y “corrupción”.

3. Evaluación

Aciertos y Fortalezas

Basándonos en algunos de los puntos más importantes de su discurso, anotamos fortalezas y aciertos importantes.

  1. En primer lugar, enumeró las prioridades para ser atendidas, las cuales han sido descuidadas por gobiernos anteriores. Es un acierto porque establece cursos de acción inmediatos en lugar de esperar hasta la elaboración y presentación del Plan Nacional de Desarrollo. Son atender el precio de las gasolinas de raíz (es decir, no bajarlo a la fuerza sino dejar de importarlas para producirlas con refinerías propias), proteger a los grupos vulnerables (los pobres y los pueblos indígenas, incluir a éstos últimos en el desarrollo, lo cual es una promesa sin precedentes), fortalecer la seguridad nacional interna (la creación de una guardia nacional para proteger a los ciudadanos, quienes actualmente están a merced de una policía mal capacitada y altamente corrupta).
  2. Es consciente de la historia nacional. Como líder es muy importante que tenga conocimiento vasto de los males que aquejan y han aquejado a nuestro país, así como de aquellos esfuerzos y personajes que lucharon por los avances sociales en nuestra historia; eso le permitirá operar con mayor campo de visión y perspectiva.
  3. Cambio en el discurso y en cómo proceder. En sus expresiones como personaje político expresa constantemente su ímpetu democrático, relativamente austero y republicano, en oposición a los movimientos ostentosos que caracterizan a nuestra clase política.
  4. Su discurso representa la inclusión de diferentes sectores de la población. En sus palabras “primero los pobres” estaría sentando bases morales y sociales importantes para el desarrollo. Por otro lado, reconoció la labor y ética de las fuerzas armadas, su alta calidad y fidelidad.
  5. Mostró una actuación estratégica en las relaciones diplomáticas. En política, la estrategia es un principio constante y el hacer partícipes a naciones amigas a través de sus representantes fue un buen movimiento.

Errores y desafíos

Anoté algunos “errores y desafíos” al poner su discurso en el contexto de su toma de protesta:

  1. Realizar consultas ciudadanas sin haber tomado protesta es más una maniobra política que un avance democrático. Sin haber recibido formalmente la presidencia, movilizó a ciertos sectores de la población y escandalizó a otros, incluso opacando la figura del presidente anterior, con lo cual demostró la capacidad de convocación y movilización que tiene como personaje. Aunque las consultas ciudadanas son saludables para la democracia, no hay nada mejor que limpiar y fortalecer los canales ya existentes, tales como la relación entre los ciudadanos y sus representantes más cercanos, sean diputados, alcaldes o gobernadores.
  2. Sus acciones pasadas e identificación ideológica lo relacionan con la imprudencia política y con regímenes extremistas. No deberíamos olvidar que el activismo político ha sido una característica del presidente desde hace muchos años y en ese contexto ha cometido importantes imprudencias, tales como sus palabras públicas “al diablo con las instituciones” y el Plantón de 2006. Nuestro actual presidente parece encontrarse más en un “centro izquierda” que en una “izquierda extrema”, sin embargo, aún se le identifica con regímenes más o menos extremistas de izquierda como los de Cuba, Corea del Norte, China y Venezuela. Aunque nuestro presidente no es un opositor al actual orden mundial (como lo son los regímenes mencionados), la incertidumbre y los temores se mantienen respecto a posibles movimientos inesperados. Todo eso da bastantes elementos a los ataques de la oposición política. Tomas ciertas decisiones puede ser entendido como maniobras autoritarias (como en el caso de la controversia sobre el Nuevo Aeropuerto) y, efectivamente, puede afectar la imagen y la estabilidad financiera del país si no se tiene cuidado de los factores involucrados y los posibles escenarios.
  3. El fervor que evoca puede carecer de sustento y tiene que pasar la prueba. Es verdad que el nuevo presidente ganó las elecciones con una mayoría histórica, sin embargo, parece que muchas personas tienen expectativas demasiado altas o irreales de lo que el nuevo régimen puede lograr. Todavía esta por verse qué va a lograr y qué no.
  4. Necesita trabajar en su imagen política tanto como en su integridad profesional. Si el presidente mantiene su integridad y honestidad personal, debe proveer elementos para que la población y los agentes en el exterior lo noten.

4. Consideraciones finales

Recordemos las palabras de Franklin D. Roosevelt: “En política nada ocurre por casualidad…”. Para los que tienen demasiadas esperanzas en el nuevo presidente me gustaría reiterar que se trata de un hombre imperfecto e infalible y que vivimos en una sociedad y un sistema político muy complejo. Aunque deseamos, oramos y nos empeñamos en una mejor vida nacional, debemos evitar la ilusión de que llegaremos a la realización de la Utopía.

Honremos a nuestras autoridades y promovamos el bienestar social. Para los que critican demasiado al presidente, debemos evitar descalificarlo sólo porque no estamos de acuerdo con algunas de sus acciones; él ya es la autoridad y le debemos respeto y cooperación; las actitudes correctas mostrarán que servimos a Aquel quien es el Señor del Universo. Como mencionamos, en el próximo artículo expandiremos sobre este punto.

Joshua Belmontes estudió Economía con especialidad en Microfinanzas en la Universidad Nacional Autónoma de México. También ha sido profesor de Español como Segunda Lengua para el ministerio Avance Juvenil, ha recibido cursos de Teología por parte de ministerios Ligonier y enseña en la Escuela Dominical de su iglesia local.

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