Debemos reflexionar en nuestro evangelismo
Si nuestras motivaciones son equivocadas, nuestro evangelismo es equivocado. (más…)
Jesús murió y resucitó por todos los pecadores. ¿Por qué excluimos?
La iglesia local está integrada por personas con un pasado. Todos antes estábamos esclavizados al pecado y llegamos a Cristo para encontrar en él libertad de nuestras maldades para ya no practicarlas más, como antes lo hacíamos. Los pecados que unos practicaban no eran los mismos que los que otros practicaban, pero todo cristiano ha abandonado su práctica. El problema es cuando unos se creen mejores porque practicaban ciertos pecados y otros se creen peores porque practicaban ciertos pecados de peor reputación.
Jesús vino a reconciliar a los pecadores con el Padre, sea cual sea su situación y la Iglesia tiene la vocación de restaurar también a divorciados y a mamás solteras, en lugar de condenarlos o marginarlos.
Vivimos en un mundo caído en donde el pecado domina a las personas, por lo que en las iglesias encontramos todo tipo de pecadores, pero arrepentidos, que viven en libertad y ya no practican lo malo. Ya no son ladrones porque ya no roban, ya no son mentirosos porque ya no mienten, ya no son fornicarios porque ya no fornican, ni adúlteros porque ya no adulteran, ni homosexuales porque viven según su identidad en Cristo, ni soberbios ni codiciosos ni celosos ni iracundos, ya no causan divisiones ni buscan pleitos. Por eso, no se entiende que algunos traten mal a madres solteras y a divorciados que tomaron malas decisiones cuando no eran cristianos.
Las mamás solteras son vistas con frecuencia como “mujeres peligrosas”. Las esposas son las primeras que se alejan de ellas para mantener alejados de ellas a sus esposos. No es un secreto que ellos, a pesar de ser cristianos, les han llegado a ser infieles con mamás solteras de la iglesia. De hecho, por lo general es iniciativa de ellos.
Algo similar pasa con los divorciados que creen al evangelio de Jesús y llegan a una congregación. Cuando otros saben que en el pasado disolvieron sus matrimonios y, peor aún, que se volvieron a casar, se convierten automáticamente en “leprosos”. Tanto a los divorciados como a las madres solteras se les ve como cristianos de segunda.
¿Sabías que en México son madres solteras casi 10% de todas la mujeres que son madres? Eso da un total de alrededor de 3.5 millones de las mamás en México, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2017. En cuanto al divorcio, en 2019 poco más de 160,000 matrimonios tramitaron su disolución. Actualmente, hay 30 divorcios por cada 100 matrimonios, según cifras del Inegi publicadas en septiembre de 2020.
Por increíble que parezca, lo que en muchas iglesias locales se ignora es que las madres solteras nunca estuvieron casadas, por lo que a ellas no se les debería negar que puedan tener una boda cristiana, como algunos pretenden.
Es injusto que se les dé un trato excluyente y, en vez de pensar que pueden robarse a los esposos, deberíamos invertir tiempo en su restauración para que no sean víctimas de la lujuría y la codicia ni de hombres solteros y mucho menos casados. Además, podríamos enseñarles qué objetivos tener a las que deseen casarse en cuanto a cómo ser una mujer digna, las características de un hombre que teme a Dios que, además será padre de sus hijos, y otros temas relacionados con el Pacto Matrimonial. Esto sería una buena estrategia preventiva.
Sin duda, en ellas debemos invertir tiempo, energía y mucho amor en discipularlas, así como a sus hijos, con el fin de mostrarles que Jesús las ama y que por eso él las ha añadido a su iglesia, la cual no es de las personas, sino de su Señor. El discipulado debería incluir Consejería con el objetivo de sanar sus heridas del pasado y proyectarlas a una nueva realidad en Cristo. Esto aplica especialmente a las creyentes que llegaron a ser madres solteras. Con frecuencia son señaladas, excluidas del servicio y humilladas. Ellas necesitan restauración al recibir consuelo si han experimentado dolor, necesitan aceptación y amistad porque si se han arrepentido el Señor las ha perdonado. ¿Por qué las iglesias no?
Me duele mucho observar cómo muchos que vivieron la experiencia del divorcio previamente a su conversión son señalados y, por si fuera poco, se les prohibe que se vuelvan a casar por su condición pasada. Esto no es solo falta de amor, sino de conocimiento de Dios y de la Biblia. Quienes piensan así pasan por alto el texto siguiente:
16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5 RV 1960
El divorciado que llegó así a la fe es, como cualquier otro pecador, una nueva criatura si está en Cristo y su condición es hecha nueva. Por lo tanto, tiene tanto derecho a casarse como cualquier creyente soltero. Asimismo, está el caso de los que, estando casados, solo uno de ellos creyó al evangelio, pero como su cónyuge no y este le pidió el divorcio, se divorciaron. En este caso el creyente también está libre de compromiso. No es así el caso de los dos cristianos que se divorciaron rompiendo su Pacto Matrimonial hecho entre ellos y con Dios, en cuyo caso o se reconcilian o se quedan sin casar. Todo está muy claro en 1 Corintios 7:1-24.
Entonces, al que llegó divorciado a la iglesia debemos discipularle y restaurarle para aliviar sus sufrimientos, en caso de que los haya, enseñarle sobre el Pacto Matrimonial y hacerle un miembro más del cuerpo como si nunca se hubiera casado porque el Señor le llamó estando ya soltero. En el caso de los creyentes divorciados, debemos también amarles y, si es posible, orientarles para reconciliarse con los esposos de los que se separaron si existen las condiciones ––existen muchísimos casos––, pero nunca forzar las cosas. Si esto no ocurre, debemos animarles a tener contentamiento y gozo en el Señor en su nuevo estado de soltería, para que no adulteren (Lucas 16:18), como enseñó el Señor Jesús.
Efraín Ocampo es consejero cristiano y fundó junto con su esposa Paola Rojo la organización sin fines de lucro Restaura Ministerios para ayudar a toda persona e iglesia a reconciliarse con Dios y con su prójimo. También es autor del éxito de librería “La Iglesia Útil”, entre otros libros.
Encuentra más sobre este tema en su libro de Restauración Personal “40 días en el desierto“. También lee el libro de Restauración de Relaciones “Amar como a mí mismo” y de Restauración de Iglesias “La Iglesia Útil“.
Estoy en una situación complicada
Conocí a un hombre hace años atrás
El estaba divorciado y yo soltera
Se inició una relación mal delante de Dios y tuvimos hijos son dos
De cierta manera el mundo a normalizado el convivir pero últimamente me he sentido muy mal por vivir así
Y queremos estar bien delante de él y casarnos pero resulta que al empezar a leer la biblia dice que seguimos en pecado
Y no queremos hacer enojar a Dios
Estamos conciente que tener relaciones y tener hijos sin estar casados está mal delante de el
Pero que se debe de hacer? Debemos separarnos?
Somos sinceros delante de Dios que no queremos separarnos pero no comprendemos Dios tendrá la misericordia de perdonarnos ?
Y queremos caminar y seguir su palabra pero nos confunden mucho
Quiero aclarar que el se divorcio ya que su esposa lo dejo por otro hombre y después de 10 años aparecí yo (nos llevamos por 22 años)
Aún así queremos agradar a Dios pero debemos separarnos?
Es muy doloroso
Necesitamos orientación
Como enseña el Señor y como lo leyeron en el artículo: si llegaron así a él, quédense como están. Ahora, hagan votos ante Dios y entre ustedes para que no anden en fornicación, sino como uno con Dios y entre ustedes. Honren ese pacto matrimonial y vivan como dignos hijos De Dios que ahora son.